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El Telégrafo

Las mantarrayas, unos seres bellos y vistosos

Las mantarrayas, unos seres bellos y vistosos
15 de septiembre de 2013 - 00:00

Entre julio y octubre, los alrededores de la Isla de la Plata, al frente de Puerto López, se convierten en el destino de grandes colonias de mantarrayas gigantes (Manta birostris).

Su masiva presencia en la zona fue registrada hace pocos años por la científica norteamericana Andrea Marshall, una de las cuatro biólogas más importantes del mundo.

El encuentro de las corrientes de Panamá y la del Humboldt, en el centro costero del país, eleva la temperatura del mar a casi 26 grados, lo cual atraería no solo a estos individuos, sino también a las ballenas jorobadas. (Ver infografía ampliada)

La estadounidense afirma que en las inmediaciones de la isla -durante esta época- se produce la mayor concentración de mantas del planeta.

Hasta un millar han sido fotografiadas y registradas en estas aguas manabitas, mientras que estudios de hace 30 años, en otras regiones, solo tenían información de 200 a 300 animales. Es precisamente el elevado número de estos gigantes de hasta 8 metros de ala a ala, lo que también preocupa a Marshall y a los biólogos del Proyecto Mantas Ecuador.

Los expertos saben que podrían ser víctimas de las artes de pesca o de las redes que instalan los comuneros de Santa Rosa, San Lorenzo, Puerto López, Puerto Cayo y Machalilla en su afán por capturar al codiciado guajo, pez apetecido por su carne.

Los temores no terminan ahí. Estas especies han sido detectadas en Perú, donde no existen normas que impidan su captura. En ese país  se las consume en diferentes platos. El más conocido es el tradicional “tiradito de mantarraya”.

Al otro lado del mundo, de acuerdo a la bióloga y al director del proyecto, Michel Guerrero, la situación es más compleja para estas gigantes.

Hasta la ciudad china de Guangzhu llegan anualmente miles de arcos branquiales de mantas que son usados para la fabricación de un producto antiinflamatorio, cuya eficacia no ha sido comprobada científicamente.

Solo en Indonesia se capturan de 500 a 600 por año para mandarlas a esa región. Lo mismo pasa en Mozambique, Sri Lanka, India y otras naciones cercanas donde hay pesca dirigida, pero también en México y otros países sudamericanos.

“Afrontan un gran riesgo. Es posible que en cuatro generaciones o 75 años puedan llegar a la extinción”, sostiene Andrea, durante la socialización del trabajo que ella y la organización cumplen, para precautelar la vida de las birostris en el mar ecuatoriano.

En el país, la pesca dirigida de mantas está prohibida. Se salvaguarda no solo a esta especie, sino también a la manta alfredi o de arrecife.

Por gestiones de Ecuador, en marzo de este año, se logró incluir a ambas en tratados de protección, como la Convención Internacional sobre el Tráfico de Especies (Cites) y la Convención Mundial de Especies Migratorias (CMS).

Marshall explica que China también es signataria de la primera de estas, pero durante una cita celebrada en Tailandia no votó a favor de esta propuesta.

Añade que  Perú forma parte de ambas convenciones, pero “no habría el impulso del Gobierno  para conservar a las mantas”. “La responsabilidad ahora es de las autoridades ecuatorianas el controlar que no haya el tráfico a otros países”, puntualiza la bióloga.

El equipo de científicos trabaja por estos días en la colocación de dispositivos satelitales en los dorsos de decenas de individuos. Esto les permite rastrearlos y saber dónde se encuentran, los trayectos recorridos, la temperatura del agua y demás información.

Gracias a estos aparatos pudieron llegar a la conclusión de que varias mantas vistas en el territorio ecuatoriano fueron pescadas y sacrificadas en el vecino país del sur. También que una viajó 1.500 km desde la isla hasta Galápagos. Si bien -según Marshall- es imposible evitar que las mantarrayas gigantes lleguen a los mares peruanos, considera que en Ecuador es posible tomar medidas para evitar que los pescadores cumplan sus faenas en los sectores por donde transitan las birostris. “Estamos monitoreando el impacto que puede causar la pesca incidental con el fin de desarrollar todas las acciones posibles para reducirlo”, manifiesta.

La bióloga está convencida de que el arribo de estas gigantes a las inmediaciones Isla de la Plata puede generar otro beneficio para los habitantes de Puerto López: el turístico. Asegura que estos animales son inofensivos para el hombre, sin embargo, explica que la observación debe darse cumpliendo normas de seguridad, como por ejemplo: no intentar subirse en el dorso de una mantarraya y evitar tocarlas.

Andrea no duda de que en corto tiempo más científicos arriben a la zona para estudiar la conducta de esta especie.

Control de autoridades

El aporte para la preservación que realizan las autoridades se enmarca en el Plan de Acción para la Conservación y Manejo de Tiburones que ejecuta la Subsecretaría de Recursos Pesqueros. Su titular, Jimmy Martínez, participó también en la socialización hecha por  el Proyecto Mantas.

Lo primero es hacer respetar el área de reserva en el Parque Nacional Machalilla, en donde se prohíbe la pesca a dos millas de la Isla de la Plata y en la zona continental. Además, desde 2010 está vetada la captura de mantarrayas. “Antes era común observar cómo se despostaba estas especies en las playas. Ahora eso ya no sucede”, afirma.

Juan Manuel Cisneros, responsable del parque, señala que una lancha de la entidad patrulla permanentemente  las áreas donde se encuentran las birostris.

Con ello, indica, se evita la presencia de lanchas pesqueras que buscan al codiciado guajo en los alrededores del islote. Recordó que hasta  2009 se las capturaba, pero una vez que se  prohibió solo se han dado casos incidentales.

Expectativa en los operadores

La presencia de la birostris frente a Puerto López genera expectativa entre los operadores turísticos. Están conscientes de que sería una opción incluir estos avistamientos en sus paquetes (regularmente destinados a las ballenas jorobadas), pero aún está lejana.

Pedro Ponce, gerente de la empresa Naturis y vicepresidente de la Asociación de Operadores Turísticos de Puerto López, dice que recién están empapándose del tema con los biólogos del Proyecto Mantas. Expresa que tendría un alto costo para los empresarios invertir en equipos de buceo ($ 2 mil cuesta aproximadamente cada uno), ya que bajo el agua es la única manera de observación.

Reconoce también que serían solo turistas con conocimientos y experiencia submarina a los que podría interesarles el nadar junto a mantarrayas.

No descarta que la práctica del esnórquel (buceo en la superficie con máscaras, aletas y un tubo para respirar) sea la alternativa para apreciarlas. Ponce prefiere esperar, mientras tanto, continúa ofreciendo tours en agua y en tierra.

SUDAFRICANO TIENE EL AMOR DE LA EXPERTA

La historia de amor entre Andrea y el también biólogo y piloto Janneman Conradle nace cuando ambos perseguían a un cardumen de sardinas. Ella buceaba y él desde el aire informaba a un barco hacia dónde se dirigía el banco de peces. La pasión que ambos sienten por los animales marinos los flechó y desde hace 1 año y seis meses son pareja.

El sudafricano, que estudia a una especie similar a los manatíes, la acompaña en la mayoría de viajes. No han experimentado juntos una situación de riesgo en el mar, empero dijo que cuando rescatan a las mantas  atrapadas en líneas de pesca o redes también pueden embrollarse hasta perder la noción del tiempo y quedarse sin aire. Él no piensa en casarse en las profundidades, pues aspira a hacerlo “en las alturas”.

CON UNA MANTA Y 3 ESPECIES MÁS EN LA PIEL

El encargado de los voluntarios del Proyecto Mantas Ecuador, José Solís, posee cuatro especies marinas tatuadas en su cuerpo.

Entre ellas destaca una mantarraya gigante en la espalda. Decidió plasmarla por ver en ellas a “seres perfectos y armónicos”. Además, las considera como un símbolo de libertad cuando están en su medio salvaje. El biólogo tiene también un tiburón de Galápagos, un delfín y una cola de ballena.  

Recordó que hace varios años, cuando buceaba junto a un primo, se encontró con un escualo de casi 3 metros que los rodeó varias veces. Ambos temieron ser atacados, pero eso no ocurrió. En cambio, con el cetáceo tuvo un encuentro cara a cara tras cruzar a su lado al menos 40 de estos animales. La cola de ballena se la grabó tras un rescate a una cría.

Foto principal mantarraya: Cortesía | Michelle Guerrero / Proyecto Mantas Ecuador

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