La noche de los “fusiles leninistas” del FRIU-FRIM
Las céntricas calles Chile y la cortísima Chiriboga (se extiende por solo cinco cuadras) suelen tener una actividad vertiginosa todos los días, por la gran cantidad de locales comerciales que albergan. Sin embargo, el término de la tarde y el inicio de la noche siempre muestran “cosas raras”, según lo confirman los cuidacarros del lugar, verdaderos “caciques” de las veredas. La noche del jueves no fue la excepción.
“Don Lucho”, un enjuto indigente que ronda estas calles aposta sus pocas pertenencias sobre las rejas de la Casona Universitaria de Guayaquil que con su arquitectura clásica descolla en la zona en comparación a los almacenes con puertas de metal corredizas. En pantaloneta y con toalla bajo el brazo, el menesteroso hombre se sienta sobre la vereda y comienza a enjabonarse el cuerpo, a tallarse los pies y remojarse el cabello. Pero unos gritos femeninos incomodan la “paz” de su ducha. “Sí, sí, sí señores, somos los chinos, somos los chinos de corazón...”, ululaba un puñado de veinte jóvenes, la mayoría ataviada con prendas o accesorios rojos mientras se despliegan en la puerta de la Casona.
En realidad el panorama luce un poco confuso. Si bien algunos siguen gritando, otros -de manera callada y parsimoniosa- ingresan al edificio. Toda duda queda despejada cuando uno de los protestantes saca de una maleta una bandera que tiene escritas las siglas PCMLE (Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador) y otra con la leyenda Viva el FRIU (Frente Revolucionario de Izquierda Universitaria).
De un momento a otro todo toma “lógica”: grupos estudiantiles, con conexiones políticas con la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), núcleo del Guayas, están en el lugar para protestar contra lo que se realizará en la Casona, pero, sobre todo, están ahí -según lo que sus propios gritos confiesan- para rechazar la presencia de René Ramírez, secretario nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt), que participará en el evento académico que estaba por empezar en pocos minutos, a las 18:00.
Para cuando el reloj marca la hora anunciada, aún el funcionario no da señales de su llegada. Esto es percatado por los manifestantes, quienes ya están instalados por completo al pie de la entrada de la Casona e, inclusive, han desplegado una gigantesca bandera amarrada de punta a punta en las rejas del edificio. En este pendón resaltan otras siglas: FRIM (Frente Revolucionario de Izquierda de Medicina). Para estos jóvenes resulta vejatorio que Ramírez pise un edificio -aunque no está en la ciudadela Salvador Allende- que forma parte de los bienes de la Universidad de Guayaquil.
El tumulto está instalado, hecho que espanta a más de uno, incluido a “Don Lucho”, quien refunfuñando recoge sus cosas para ponerse a buen recaudo, “por si acaso esos pelados pendejos hacen alguna huevada”. En el lobby de la Casona los organizadores del encuentro académico lucen preocupados. Lo más curioso es que aquellos que están boicoteando su evento son sus compañeros de aulas, tanto que por momentos se cruzan bromas subidas de tono, obviamente llamándose por el mote con el que se los conoce en la universidad. “Este plantón está dirigido para Ramírez, Correa y para el pendejo ‘dientón’ que está en la puerta”, suelta uno de los que lidera la protesta. Mientras el aludido -justamente desde la puerta- mueve sus labios con un claro y directo saludo a la madre de su agresor verbal.
La noche ya está instalada y los ánimos son distintos en ambos bandos. Por una parte, los coidearios de la FEUE comienzan a festejar el hecho de que Ramírez ya tenga varios minutos de atraso. Frente a ellos, los organizadores del evento -en su mayoría dirigentes estudiantiles con algo de trayectoria en la política universitaria y en los medios de comunicación- lucen preocupados, caminando o corriendo hacia el interior del edificio para ver a qué hora o cómo podrán hacer ingresar al titular de la Senescyt.
Uno de los más ajetreados es Carlos Pacheco, miembro del buró político de un nuevo acuerdo estudiantil, que se intenta integrar para “velar por los reales intereses de los universitarios”. “Estamos cansados de la política o de la forma de hacer política que actualmente tiene la FEUE. Su visión es solo la de tirar piedras y cerrar calles sin aportar con una sola idea al debate nacional”, afirma el dirigente, mientras les da la espalda a los militantes del FRIM y FRIU que, a estas alturas, llegan a la treintena y están cada vez más cerca del ingreso.
Es más, la actitud de este grupo es cada vez más agresiva al momento de entonar cánticos que afirmaban que los “fusiles leninistas” están apuntando contra “los correístas”. Su belicosidad llega a niveles extremos cuando frente a la Casona se estaciona un bus blanco con letras que certifican que salió desde la Universidad de Guayaquil y que trae a estudiantes para que se sumen al debate que ya tiene hora y media de retraso. “Llegaron los asalariados de Correa, los asalariados de la Senescyt”, gritan los protestantes en las caras de hombres y mujeres que, notoriamente asustados, se alarman por el recibimiento.
La demora en la llegada de Ramírez se vuelve un trofeo de guerra para los “chinos”. “No llores, no llores, correísta (...), Ramírez no vino, correísta (...)”, son los gritos cargados de insultos que aluden a la sexualidad de las personas y con los que estos jóvenes disfrutan del boicot que creen haber conseguido.
Los agravios no son bien recibidos del otro lado. Las expresiones de preocupación por el retraso en el inicio del encuentro cambian a escenas de ira. Uno de los organizadores, a pesar de la petición de sus compañeros, decide mostrar su frustración sacando la bandera que el FRIU y el FRIM desplegaron en las rejas. La reacción es inmediata: los “fusiles” lanzan “balas” en forma de insultos de todo “calibre”. Hasta los policías reciben su “ración”.
Un intento de arremetida de los manifestantes contra los estudiantes que ingresan a la Casona -nunca se sabrá si para agredirlos física o verbalmente- es impedido por los gendarmes que soportan con paciencia estoica los improperios que les espetan.
Mientras los ánimos entre alumnos iban empeorando, los pocos miembros de la comitiva de la Senescyt que llegaron al sitio como avanzada están igual o más confundidos que los propios organizadores. Las versiones van y vienen: “Ya está en camino”, “en cinco minutos llega”, “está dando la vuelta y se bajará apenas se perciba que hay garantías para hacerlo”, “parece que ya no viene”... Cada respuesta que reciben los mentalizadores del acto los decepciona cada vez más. Inclusive el “dientón” considera que el funcionario “se está quedando” y que “no hay que ahuevársele a unos diez pelagatos”.
El desconcierto entre los que están adentro de la Casona emociona aún más a los protestantes que amenazan con que si no los dejan pasar, “tumbamos tu ‘huevada’”. El siguiente cántico -“Ramírez, hombre duro del Gobierno, fracasado, hediondo y cabezón”- rebosa la paciencia de los estudiantes que observan al puñado de “chinos” brincar casi roncos. Este último insulto provoca que las policías presentes decidan acabar con el plantón y solicitar que despejen la calle.
Al contrario de lo que se pensaba, los coidearios de la FEUE aceptan la medida y comienzan su retirada, no sin antes vertir sus últimos “cariños” a quienes se quedan en la Casona, quienes los despiden con una frase: “Anda a estudiar, pendejo, que eso espera la patria de ti”.
A los cuatro minutos, un vehículo obscuro se parquea casi a raya. De la puerta del copiloto emerge un fornido guardaespaldas con rasgos indudables de provenir de la Sierra. Abre la puerta de atrás y da paso a la salida de Ramírez quien -con su clásico “look” informal, camiseta de cuello y jeans- se nota bastante tenso, alterado, hasta un poco temeroso se podría asegurar.
Minutos después se conocerá que la decisión del titular de la Senescyt de no llegar antes se debió “a la intención de evitar un enfrentamiento entre estudiantes”. Algo que pudo ocurrir, ya que varios tenían pensado hacerle un cordón humano al funcionario para que ingrese. El acto arranca con disculpas y reproches por lo ocurrido. A pesar de todo, la calma regresa al sector de las calles Chile y Chiriboga. “Don Lucho” no debe temer más que algún “pelado pendejo haga alguna huevada”.