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El Telégrafo

Un sicólogo afirma que la ayuda profesional es fundamental para la rehabilitación de quienes quedan con traumas

La lucha por sobrevivir no se quedó en las vías (Infografía)

Los volcamientos y choques causan decenas de muertes en las carreteras del país cada año. Foto: Archivo/ El Telégrafo
Los volcamientos y choques causan decenas de muertes en las carreteras del país cada año. Foto: Archivo/ El Telégrafo
16 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacciones Regionales

Machala-Tulcán-Riobamba-Cuenca.-

Familias destruidas, pequeños en la orfandad, huellas que quizás nunca sanen y traumas son algunas de las secuelas que dejan los accidentes en las vías.

Hoy que se conmemora el Día Mundial de las Víctimas de Accidentes de Tránsito, sobrevivientes y familiares de quienes partieron por esta causa cuentan lo que les tocó afrontar. El viernes 24 de agosto de 2012, en el cantón Chilla, El Oro, amanecía aparentemente normal. Las familias se alistaban a las 05:30 para viajar a la parroquia Güizhaguiña, en Zaruma. Su objetivo era visitar a la Virgen de los Remedios.

Los 38 pasajeros se embarcaron en un bus de la cooperativa Trans Chilla. Ellos nunca se imaginaron que sus vidas cambiarían en poco tiempo. A 15 minutos de iniciado el viaje, el automotor perdió pista y cayó al precipicio. Diecisiete personas murieron en el acto y 2 más en casas de salud de Machala y Pasaje. El incidente se convirtió en uno de los accidentes más graves de la provincia en los últimos 30 años.

Julio Viteri Maya fue uno de los sobrevivientes. A pesar de que han transcurrido más de 2 años, aún no comprende lo que ocurrió. “Simplemente me desperté en la cama de un hospital”, dijo. Él prefiere olvidar aquel día, pues perdió a su esposa y a su pequeño hijo de apenas 1 año. Se fracturó el brazo y tuvo cortes en la cara y piernas.

Viteri mencionó que su vecino, quien también sobrevivió al fatal percance, aún no puede recuperarse, pues padece constantes pesadillas. Se trata de Genaro Nagua, quien a pesar de sus heridas llegó al entierro de su madre, que también pereció en el desastre.

Al norte del país, el 28 de octubre, se cumplieron tres años del accidente registrado en el sector de La Concepción (Mira). En el hecho fallecieron 6 estudiantes y otros 40 quedaron heridos, mientras regresaban de sus actividades escolares del Centro de Alto Rendimiento Pedro de Arobe, en Salinas, cantón Ibarra. Las secuelas de ese momento aún resultan difíciles de borrar para los sobrevivientes.

Sheila Ayala (14) es una de ellos. Ese día regresaba a su hogar en Cuajara junto a sus dos hermanos Jaiber (10) y Juleidy (7) y su prima Nayeli, en una unidad de transporte público.

El bus de la empresa Imbacarchi, de placas IAG-358, que transportaba a los escolares, se accidentó a las 13:30 y cayó por una pendiente de 40 metros. De repente, Sheila sintió que el bus daba vueltas. Al despertar notó que estaba fuera de la unidad de transporte. “Vi a mis hermanos en el carro, muertos; pero yo no sabía si estaba viva o muerta. No sabía nada”.

En el hospital estuvo un mes y bajo tratamiento sicológico cerca de tres. Desde ese día el hogar Ayala-Maldonado no es el mismo. Luis, padre de la menor, expresó que sobrellevar la tragedia fue “demasiado duro”. En Riobamba, Carla Valladares Segovia, de 22 años, es una de las supervivientes de un accidente donde fallecieron 11 personas. Las víctimas eran estudiantes de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch). Esto sucedió el 11 de mayo de este año.

En la parte médica, la lesión cerebral más frecuente producida por accidentes de tránsito, según Felipe Webster, especialista en neuropsicología, es por traumatismo craneoencefálico (lesión del sistema nervioso). Esto, dijo, provoca secuelas psicológicas en donde se ven afectados: el comportamiento, la capacidad de razonar y controlar conductas.  Las terapias, necesarias para superarlas, pueden durar de 3 meses a 2 años, dependiendo del nivel de traumatismo.

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