Nos hemos acostumbrado a que los entrevistadores ‘fustiguen’ a los invitados a sus programas; si es posible que los pongan en evidencia sobre sus tesis y planteamientos. Es más: la audiencia ‘sospecha’ cuando observa cierta complicidad entre los actores de una entrevista en televisión. Y eso ocurrió ayer con Janeth Hinostroza y sus dos principales invitados: José Ayala Lasso y Galo Lara.

Con el primero coincidió en todo: o sea en la tesis de que Ecuador hizo mal en declarar persona no grata a la embajadora estadounidense. No pasó de ser un diálogo entre dos ‘buenos amigos’ que se dan la razón en todo.

Nunca hubo una mínima duda de lo que Ayala dijo. En todo estaban de acuerdo. Incluso en el momento en que el ex canciller dijo que si la dignidad de un Estado y de su Jefe  son cuestionadas por otro país se debe reaccionar, Hinostroza retrocedió casi para negar que esa medida sea la adecuada.

Con Lara ya se le fue la mano: el invitado llevaba una denuncia y Teleamazonas ya tenía armada hasta la presentación de cada uno de los temas de la denuncia, sobre un acto de supuesta transferencia de fondos al exterior. El ‘show’ arranca con la frase de Hinostroza: “¿En qué consiste la denuncia que usted ha presentado?”. Uno se pregunta: ¿Por qué pregunta lo obvio si ya sabía de qué iba a hablar Lara? ¿Por qué tenían listas unas diapositivas que acompañaban la narración del asambleísta de Sociedad Patriótica? ¿Hubo acuerdo y prepararon la entrevista?

Hinostroza debería leer o releer (si ya lo ha hecho) el libro de Manuel Castelles, Comunicación y Poder, y revisar el capítulo sobre los “escándalos de la prensa”. Solo para que dimensione el sentido y el valor de entrevistar sobre la base de un acuerdo y para hacerse eco de una “denuncia”.