Jéssica Abouganem: “Es un reto enseñar y ser estudiante”
En Panamá, su país natal, era copropietaria de la academia de danza Estudio 9, recién abierta hace 2 años; además tenía un consultorio de psicología clínica que atendía sobre todo a niños entre escuela primaria y secundaria, pero la bailarina Jéssica Abouganem optó por integrarse al Centro de Arte donde le han respaldado todos sus proyectos. Es la maestra de ballet de los estudiantes avanzados, de 15 a 18 años, de la Escuela de Ballet Inge Bruckmann del centro y alternándose con la maestra Clara Diaz dicta las clases al Cuerpo de Baile, con quienes toma clases los días en que no enseña. Ahora la psicología la practica en el campo organizacional y dando consultas privadas, mientras que desde mayo se dedica a enseñar ballet.
¿Encuentra difícil compartir la psicología y la danza?
Sí. En Panamá, antes de dedicarme de lleno a la psicología, entrenaba con y pertenecía a la compañía de danza, por lo que trabajaba con ellos de 08:00 a 12:00 y a las 15:00 dictaba clases en mi academia; y al decidir abrir el consultorio tuve que dejar la compañía y dedicarme al consultorio en la mañana. A veces lo alternaba porque al haber más chicos, ellos estaban en clase por las mañanas y los atendía en la tarde.
¿Ve diferencias entre enseñar al cuerpo de baile y los avanzados?
Es la primera vez que enseño a nivel profesional, por lo que en realidad es un reto jugar el doble rol de compañera de los chicos de la compañía y su profesora. Entablar esa doble relación es difícil; sin embargo, los muchachos están súper abiertos y el Directorio del Centro de Arte está apoyándome, por eso siento, hasta ahora que he podido desenvolverme sin mayores dificultades. El grupo de los avanzados es el mismo nivel que yo enseñaba allá, son muy dispuestos y están muy entusiasmados.
¿Hay planes de bailar en los espectáculos de la compañía?
Ojalá que sí. Idealmente sí; ojalá que pueda aportar con un poquito de mi arte. Esto no está en los planes, pero desearía que sea así.
En Guayaquil se practica una escuela de ballet seguidora de la de Cuba ¿En Panamá existe algún modelo que se emule?
Mayormente se sigue la escuela rusa llamada Vaganova. En lo personal fui afortunada al estar expuesta a diferentes escuelas, ya que mis primeros pasitos de ballet los di en la Royal Academy, de escuela inglesa, hasta el cuarto grado para seguirlos conjuntamente con mi maestro Sascha Adamowicz, 100% ruso y muy aconductuado en esa escuela.
En la compañía también me expuse a la profesora Amparo Brito, que es del Ballet de Cuba, por lo que pude mezclar un poco todos los elementos y recibí un poco de escuela americana cuando realizaba mis estudios en Estados Unidos. No soy purista en un solo estilo, me inclino más por la escuela rusa que fue la que me dio elementos más fuertes, pero tengo conocimiento de todas las otras.
¿Cómo se inició en el ballet?
Muy pequeñita. Tendría 3 ó 4 años, mi mamá me puso en clases como actividad extracurricular al kinder y de ahí continué los estudios hasta que a los 9 ó 10 años comencé un entrenamiento más fuerte y serio. A nivel profesional fue a los 18 años. Me encanta el ballet desde hace tiempo y creo que al ser una carrera exigente puede llegar a frustrar a quien no la sienta con devoción.
El que los pasos de ballet sean mecánicos y se repitan en las obras del género, ¿podría causar que el público no lo entienda?
El ballet clásico tiene las historias escritas y la manera de expresarlas es a través de los mimos, la interpretación del papel. En otros estilos de danza a veces incluso se usan textos para que se pueda llegar a una forma de expresión tan abstracta que comunique más que nada con las formas, las estructuras, las figuras. En el ballet si el público no lo entiende valdría tomar un libro o programa de mano para ver cómo se desenvuelve la historia.
¿Hay historias que se traduzcan mejor a la danza?
Claro que sí. Cosas cotidianas como son los romances, las pasiones, son historias que se ven todos los días, súper universales y que todo el mundo se puede conectar con ellas. El ballet puramente clásico ya tiene la historia escrita, pero igualmente salen elementos de romanticismo, de locura, de decepción, coraje, disgustos. En fin, toda la tanda de emociones.
¿Cómo es una de sus clases?
Hacemos un pre calentamiento en el piso, más que nada para realzar y agudizar la consciencia del cuerpo de cada uno. De ahí pasamos a los ejercicios de barra, que es como iniciaría una clase tradicional de ballet con toda una secuencia de combinaciones, y luego seguimos al centro, que es como continuaría una clase de ballet. Los viernes los dedicamos a aprender repertorio, este mes -en mayo- estamos aprendiendo el ballet de Don Quijote, el pas de deux que es el baile en pareja y las variaciones, que es cada uno su baile solo. Dicto clases de 17:00 a 19:00 a los chicos del avanzado y de 19:00 a 21:00 la clase de la compañía, de lunes a viernes.
¿Cómo alterna sus roles?
En Panamá sacrifiqué mis horas de entrenamiento para poder también practicar como psicóloga, entonces tenía algún tiempo sin bailar nada y sentía que mi cuerpo lo pedía hasta cierto punto. Creo que es bueno también como maestro mantenerse activo y bailando hasta donde se puede, claro, para poder transmitir mejor los mensajes de cada paso.