¿Jaime Roldós fue asesinado por el Plan Cóndor?
Los fantasmas del Plan Cóndor, la táctica contrainsurgente que unió a las dictaduras militares del Cono Sur, sobrevuelan los pasillos del Tribunal Oral en lo Federal (TOF) 1 de Buenos Aires. Allí, desde marzo pasado, la justicia argentina investiga 223 casos de violaciones a los derechos humanos cometidos por esa organización represiva sudamericana. En sus salas se espera que pasen 450 testigos. El objetivo es reconstruir el camino recorrido por 106 víctimas –en su mayoría uruguayas, pero también argentinas, paraguayas, chilenas, bolivianas y una peruana- que cayeron en las garras de este aparato de exterminio regional.
En el banquillo aguardan 24 represores. Solo faltará el principal acusado, el ex dictador Jorge Videla, que falleció en prisión el 17 de mayo pasado después de negarse a declarar en el juicio solo tres días antes de su muerte. Pero sí estará otro ex dictador, Reynaldo Bignone, el último de los generales que comandó la dictadura argentina entre 1976 y 1983.
“Este es uno de los juicios sobre violaciones a los derechos humanos más complicados por la cantidad de personas involucradas. Abarca a varios países. Durará al menos dos años”, dice a EL TELÉGRAFO la periodista y escritora Stella Calloni, autora del libro “Operación Cóndor, Pacto Criminal”.
Para Calloni, el Cóndor fue “una táctica contrainsurgente dentro de un plan general para implementar dictaduras en el Cono Sur”. Los regímenes militares coordinaron la represión a través del intercambio de inteligencia, el arresto de disidentes que huían a naciones vecinas y su repatriación para ser torturados y eventualmente ejecutados. En otros casos eran asesinados en el mismo lugar de sus arrestos o fuera de Sudamérica, como ocurrió con el ex canciller chileno Orlando Letelier, víctima de un atentado en Washington en 1976.
El Plan Cóndor tuvo su fecha fundacional en noviembre de 1975 en Santiago de Chile. El “acta” fue firmada por el capitán de navío Jorge Casas, por Argentina; el coronel Manuel Contreras, por Chile; el mayor del Ejército Carlos Mena, por Bolivia; el coronel Benito Guanes Serrano, por Paraguay; y el coronel Jorge Pons, por Uruguay.
“El jefe de la delegación brasileña no firmó el documento porque en principio no estaba de acuerdo en llevar el Terrorismo de Estado fuera de la región (Europa y Estados Unidos), pero en 1976 aceptó en una reunión llevada a cabo en Asunción”, dice el activista paraguayo Martín Almada, descubridor de los llamados “Archivos del Terror” sobre los crímenes de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-89). Ecuador se sumaría después.
“La denominación de Operación Cóndor aparentemente fue una iniciativa de (el ex dictador Augusto) Pinochet pero mejor hubiera sido llamarla Operación Gorila”, afirma.
Calloni sospecha que los orígenes del Plan Cóndor están en la Operación Félix realizada por la CIA en 1965 en el sudeste asiático. “Los prisioneros que tomaban en una zona los trasladaban muy lejos para que su familia perdiera contacto. El plan era matar a disidentes políticos de importancia”, dice.
Y agrega: “pocos saben que entre 1971 y 1973 la oficina antidrogas de Estados Unidos (actual DEA) bautizó como Operación Cóndor el operativo que implementó en nuestra región para detener a narcos franceses. Trasladaban a narcos desde Perú hasta Brasil sin ninguna orden judicial y con la complicidad de policías”.
Calloni añade que Pinochet y Stroessner “hablaron de crear un plan represivo” regional en 1974 con el soporte de la CIA. “Está absolutamente comprobado que agentes cubano-americanos estaban allí con Pinochet. Los agentes Orlando Bosch y Virgilio Paz intervinieron en el intento de asesino del ex ministro chileno Bernardo Leyton” en Roma en 1975. Ambos finalmente fueron condenados en Estados Unidos por el caso Letelier.
“Hubo también un pre-Cóndor. Se hicieron operaciones entre 1973 y 1975 por toda América Latina, en lo que se llamó La Guerra por los Caminos del Mundo. Era algo similar. Hacían voladuras e intentos de asesinato de funcionarios de Cuba. Luego se convirtió en algo institucional”, enfatiza.
Calloni sostiene que Pinochet “cumplió prusianamente el principio del Cóndor, que era un plan elitista. Se eliminaban a personajes como Letelier, a figuras importantes y dirigentes de la guerrilla”.
El Plan Cóndor dejó un tendal de víctimas. “Se habla equivocadamente de 70.000. Hasta ahora se registran un millar, 500 de ellas identificadas con nombres. Pero hay más”, afirma Calloni.
“Todo se termina en 1983. En Chile continuaron elementos del Cóndor, que se vieron reflejados en el traslado clandestino a Uruguay del ex miembro de inteligencia chileno Eugenio Berríos (a cargo del Proyecto Andrea, que experimentaba con gas sarín contra disidentes) y su posterior asesinato en 1992. No podemos decir que ese crimen fue obra del Cóndor, pero sí de amistades que se tejieron durante su vigencia”, afirma.
Pero para Martín Almada, el Plan Cóndor simplemente sigue volando.
“Hemos encontrado un documento donde un militar paraguayo, se dirige a uno ecuatoriano, Castillo”“Hemos encontrado un documento secreto militar donde un coronel del Ejército paraguayo, Francisco Ramón Ledesma, se dirige al coronel ecuatoriano Jaime del Castillo Báez, secretario ejecutivo del XII Conferencia de Ejércitos Americanos, en Asunción, el 10 de julio de 1997”. Allí, “literalmente se expresa en estos términos: aquí le envío la lista de los subversivos paraguayos a fin de que usted elabore la lista de los subversivos de América Latina del primer semestre del año 1997”.
“El Cóndor número 2 –concluye- sigue volando de las manos de la Conferencia de Ejércitos Americanos”.
“ROLDÓS Y TORRIJOS ERAN 2 PRESIDENTES MOLESTOS”
La periodista y escritora argentina Stella Calloni, autora del libro “Operación Cóndor, Pacto Criminal”, recuerda que “Roldós y el general panameño Omar Torrijos aparecieron en el llamado Documento de Santa Fe, en los años 80, como dos presidentes adversos, molestos según decían, a Estados Unidos”.
Estos documentos, elaborados por el Grupo de Santa Fe (por la capital del estado de Nuevo México), junto al “think tank” conservador Heritage Foundation, marcaban en la época las líneas de acción de la política estadounidense con América Latina.
“Allí se trazó el plan de acción de la política exterior de Ronald Reagan a 10 años. Hay varios documentos. El cuarto se está aplicando ahora…”, rememora Calloni.
Y prosigue: “Jaime Roldós y Omar Torrijos eran dos presidentes molestos. Les pusieron el ojo con sus nombres”, rememora.
Ambos murieron en accidentes de aviación Roldós falleció el 24 de mayo de 1981 cuando el avión de la Fuerza Aérea Ecuatoriana en el que viajaba se estrelló contra el cerro Huayrapungo, en la provincia de Loja. Torrijos murió el 31 de julio de ese mismo año cuando en forma misteriosa el avión de la Fuerza Aérea Panameña explotó en pleno vuelo. “Era un viaje muy cortito, de 15 minutos, que hacía todos los días, de ida y vuelta. Se supone que desde el Comando Sur se puede monitorear para quitar los instrumentos de vuelo. Y así el avión pierde su rumbo”, afirma Calloni.
Y sentencia: “fueron avionazos en ambos casos”.
Para Martín Almada, activista paraguayo descubridor de los llamados “Archivos del Terror” sobre la represión de la dictadura de Alfredo Stroessner, “Ecuador fue el último país que integró la Operación Cóndor, según un documento desclasificado de la CIA que obra en mi poder”.
Y recuerda: “el caso Roldós es un tema no saldado en la sociedad ecuatoriana. Tenemos que enjuiciar a los responsables y exigir la reparación económica, social, política y jurídica”, afirma.
“Es importantísimo –concluye Calloni- que Ecuador y los demás países que tengan víctimas del Cóndor investiguen” estos crímenes.