Encuesta revela que 4 de cada 10 periodistas se “alinea” con el medio
Guadalupe Mantilla llegó y dijo sin tapujos: “Todos ustedes tienen su trabajo aquí, firme y seguro, pero si me hacen política dentro de la empresa, ahí sí les digo, reaccionaré, aunque sea de la tumba, así que la política, si ustedes quieren ser socialistas del Siglo XXI, háganlo, pero están prevenidos, vayan a hacerlo en sus casas”.
Así recuerda Rodrigo a la propietaria y directora de diario El Comercio, cuando se dirigió a sus colaboradores (personal de prensa, administrativo y periodistas) en una fiesta del Día del Gráfico, en septiembre del 2009, en donde les advirtió de los problemas que podrían tener si ejercían la política.
Días antes de la segunda vuelta electoral -para el segundo periodo-, el comunicador recuerda que los editores del periódico comentaron que Mantilla estaba preocupada de que Correa ganara los comicios.
¿Es el único caso en que el medio influyó en la elaboración de las notas periodísticas? No. La presunta estafa por parte de la inmobiliaria Grupo 10 Estrellas no solo afectó a los cerca de 100 perjudicados sino también a los directivos de diario El Comercio. El 26 de febrero, días antes de que se hiciera pública la estafa, solo esa compañía publicó 115 anuncios en el diario, pero hoy esa sección de anuncios está considerablemente reducida.
Un estudio de Opinión Pública Ecuador determinó que al menos 4 de cada 10 periodistas evitó producir notas porque pudieran contradecir la línea editorial del medio, sea por la sensibilidad del tema o porque podría ocasionar conflictos con las autoridades (ver infografía).
La investigación precisó que en Guayaquil existe mayor presión de los anunciantes, es decir, ejercen influencia en las noticias del medio de comunicación. Mientras que un 79% de periodistas en Quito y 59% en Guayaquil consideran que sí existe libertad de expresión. Quienes se pronunciaron creen que “se puede opinar libremente en el marco de la Constitución”.
Aunque el 41% de comunicadores de Guayaquil y el 25% en Quito señalaron que no hay libertad de expresión, porque aluden a “los intereses de los dueños de los medios y otros poderes” que atentan contra la libertad de expresión, o lo relacionan esto con que existen formas de persecución del Gobierno que provocan algún tipo de censura.
La catedrática Tina Zerega, en su libro “Medios y poder o de poderes a medias”, manifiesta que los medios “son un poder simbólico que procede de la actividad productiva, transmisora y receptora de formas simbólicas significativas”.
Aquello, al recordar que los medios tienen “agendas informativas, temas que discuten y temas que dejan de lado”. Y cita un ejemplo: “Los medios pueden dedicarle columnas, minutos, reportajes especiales a una lengua afuera de un presidente mientras baila con una cheerleader, y segundos o pequeñas líneas a discutir seriamente sobre la ausencia de políticas culturales en el gobierno actual”.
Por otro lado, el informe evidencia que un 40% de comunicadores reconoce haber evitado producir notas porque pudieran contradecir el manejo informativo que se realiza en el medio de comunicación en que trabaja.
El 18 de abril de 2005, Roberto Aguilar llamó al diario El Universo para anunciar su decisión de dejar de escribir en ese periódico por cuanto no estaba de acuerdo con que no se le permitiese utilizar ciertos términos en un editorial que lo tenía listo.
El diario lamentó que tal cosa haya sucedido. Creemos que el señor Aguilar es un excelente crítico de televisión, pero defendemos nuestra línea editorial ya que consideramos que los medios de comunicación tienen ciertas obligaciones legales y éticas que preservar.
Carol Murillo, en su texto: “La coartada de los medios democráticos”, resume: “En la actualidad los medios montan la democracia”. Y precisa: “La compendian, no es al revés. Los medios erigen la democracia para dejar sentado que su actividad pertenece al ámbito de lo colectivo y que su rol está en ordenar las conductas y las pistas axiológicas de lo colectivo”.