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El Telégrafo

El primer medio público, para una sociedad más democrática

El primer medio público, para una sociedad más democrática
16 de febrero de 2012 - 00:00

El 16 de febrero de 1884, sale la primera edición del diario. Y ahora, con más entereza, a más de llevar el nombre de El decano de la prensa nacional, constituye el primer periódico público del Ecuador.  

El Telégrafo nació como una respuesta a  la necesidad de registrar los acontecimientos históricos que vivivía la Repúbica por eso años.  Su fundador, Juan Murillo Miró, había llegado de España y captó la urgencia de crear un diario independiente  capitalizar también las nuevas corrientes del pensamiento.

Su nombre es un homenaje a esa nueva tecnología de las comunicaciones, el  servicio telegráfico, que acababa de instalarse en el Ecuador, en 1884. Así, en ese momento, nuestro país entraba en una nueva era en las conexiones con el mundo. Y este  nuevo periódico, fue el primero en usar este invento. La innovadora propuesta del diario libre e independiente verdaderamente se cumplió desde su primer número. Y esto hizo que el diario casi de inmediato se convirtiera en el favorito de la ciudadanía.

El discurso radical  del periódico se demostró durante las luchas liberales. El 1 de enero de 1885 fue fusilado el coronel Nicolás Infante, uno de los jefe de los revolucionarios alfaristas; y,  El Telégrafo, fiel a su ideario, dedicó varias ediciones con las protestas, firmadas por ciudadanos,  por este crimen.  

Esto hizo que el gobierno de Plácido Caamaño ordenara la encarcelación de Murillo Miró, quien se exilió en Chile. Los sucesores de Murillo también fueron perseguidos por el régimen, por lo que el diario dejó de circular el 3 de julio de 1886, cuando llevaba ya su edición 607.

En Chile, Murillo descubre el asunto de “la venta de la bandera”, y la noticia publicada por  El Telégrafo causó protestas en el país que hicieron que el Presidente Luis Cordero abandonara el poder. 

Para 1898, todas las acciones de El Telégrafo fueron vendidas al ambateño José Abel Castillo. Con esta nueva administración el diario se convierte, por varias décadas,   en el principal matutino del Ecuador.  

El 15 de noviembre de 1922, durante el gobierno liberal de Luis Tamayo, son asesinados centenares de obreros en las calles de Guayaquil. Y El Telégrafo fue el único diario del país que asumió las protestas y llenó  sus páginas con denuncias en contra del régimen de Tamayo. Por esto José Abel Castillo fue perseguido y partió hacia Alemania. El diario continuó su labor en manos de Manuel Eduardo y José Santiago Castillo.   

En 1923 se inaugura el edificio de El Telégrafo. Es el año que llega Albert, la primera rotativa del país.  José Abel Castillo regresa a Ecuador en 1927 y retoma la dirección con la colaboración de sus hijos. En 1940, Santiago Castillo y Castillo asume la dirección de El Telégrafo.

En esta administración, el periódico adquiere los servicios de agencias de noticias extranjeras; y,  además, es el primero en publicar fotografías aéreas del país.

Para 1986, el diario es adquirido por la familia Antón, que  nombra como director al periodista Xavier Benedetti. A partir de este momento comienza una etapa dolorosa porque se distorsiona el espíritu con el que su fundador lo creó.

Entre los años 1999 y  2000, en plena debacle bancaria, El Telégrafo pasa a ser propiedad del banquero Fernando Aspiazu Seminario. Es ahí cuando el diario se ve envuelto en una  crisis completa. Todas sus páginas hablaban del problema legal de su dueño. Pues su propietario lo utilizó para defenderse de los cargos de peculado y estafa, por los que sería finalmente condenado.

Luego el periódico pasó a manos de un pariente de la familia Castillo para, finalmente, en el 2007, ser embargado por el Estado ecuatoriano. Y ahí se inaugura, para el diario y para el Ecuador la etapa histórica de ser el primer diario público, con un enfoque y concepto ciudadano, innovador y con la garantía de una audiencia moderna.

Y desde hoy, en homenaje a nuestros lectores y al país, se impone una era de modernización y responsabilidad editorial bajo la conducción de un equipo profesional al mando del  periodista  Orlando Pérez.

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