El grito “que se vayan todos” le llegó a Lucio dos años después
Las elecciones generales de 2002 se dirimieron en dos etapas. En la primera, realizada el 20 de octubre, se eligió a los miembros del Legislativo y a los dos candidatos presidenciales que irían al balotaje.
Los resultados para elegir representantes al Congreso mostraron que, aunque partidos tradicionales como el PSC, el Partido Roldosista Ecuatoriano o la ID mantenían todavía su fuerza, dos tiendas políticas recientes les pisaban los talones.
En efecto, el Partido Renovador Institucional Acción Nacional (Prian), fundado por Alvaro Noboa, logró 10 diputados; asimismo el Partido Sociedad Patriótica (PSP), creado por Lucio Gutiérrez, un militar que se dio a conocer en el levantamiento popular contra Jamil Mahuad, consiguió nueve, aunque en alianza con el MPD y Pachakutik.
Sin embargo, es en la función Ejecutiva donde estas nuevas agrupaciones alcanzaron su mayor victoria. La segunda vuelta se decidió entre Gutiérrez y Noboa, que dejaron atrás a un grupo de candidatos, representantes de añejos grupos, entre los que estaban dos ex Presidentes de la República y varios connotados políticos, además de un líder indígena. El candidato de Sociedad Patriótica se impuso con el 54% de los votos. El ausentismo fue del 32%.
La expulsión de Jamil Mahuad del gobierno al grito multitudinario de la ciudadanía que clamaba “que se vayan todos”, posibilitó el acceso de Gutiérrez al poder y explicaría la bajísima votación de los candidatos presidenciales de partidos conocidos.
Con Gutiérrez, que llegó rodeado de una aureola progresista, que le granjeó el apoyo de Pachakutik y militantes de izquierda, se repitió la historia. Fue defenestrado a los dos años cuando se reveló el verdadero cariz de su gobierno. Se completaba así un ciclo de 3 mandatarios depuestos consecutivamente.
QUISO REPLICAR UN MODELO Y ESCOGIÓ EL IMPUESTO POR EL FMI
No cabe duda que Lucio Gutiérrez engañó a muchos. Y todos ellos sustentaron su caída. Fue un gobierno poco lúcido, pero cargado de tecnócratas de la banca. La política social fue un desastre y tuvo los peores rendimientos políticos. En resumen: no estuvo a la altura de lo que la gente esperó, solo fue uno más.