Publicidad

Ecuador, 23 de Noviembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

El espionaje mundial vs. un “verdadero” Estado de derecho

El espionaje mundial vs. un “verdadero” Estado de derecho
21 de julio de 2013 - 00:00

Los gobiernos son considerados legítimos cuando representan la voluntad del pueblo. Generalmente los países legítimos se gobiernan mediante un sistema de leyes que intenta cubrir todo evento que pueda llegar a pasar. Se llama Estado de derecho a un país que se rige así. Hay una falacia, sin embargo, en nuestro concepto del Estado de derecho. La falacia es la noción de que la ley pueda cambiar la realidad.Imagina que una sociedad tenga una ley en contra del cáncer. Ningún doctor consideraría que tal ley sea efectiva para mitigar la enfermedad.En nuestra infraestructura de telecomunicaciones, cuando hablamos de leyes en contra del espionaje vemos que hay normas que son así de absurdas. Estas leyes, para gente técnica, tienen la eficacia que tendría una ley que prohíba el cáncer.

Aunque leyes que ataquen las raíces del cáncer podrían ser eficaces en prevenir ciertos daños, una normativa contra la enfermedad como tal no lo es. Debemos entender las diferencias y aceptar los límites que se presentan en la realidad. En lo posible debemos crear leyes y reglamentos que ataquen la raíz de los problemas.

Nuestras leyes pueden impedir que fiscales usen datos provenientes del espionaje ilegal en casos judiciales. Pero estos mismos reglamentos no impiden que alguien deshonesto pueda interceptar, almacenar, analizar o abusar los frutos de la vigilancia de las telecomunicaciones. Aún las personas técnicas más honestas son capaces de romper las reglas de una manera indetectable -ésta es una función de la arquitectura del internet.

Debido a eso, la arquitectura del internet da una ventaja a los deshonestos.

Esto es lo que aprendimos de las revelaciones de Edward J. Snowden: la agencia NSA de Estados Unidos es capaz de interceptar las comunicaciones y analizarlas en todo el mundo, sin el consentimiento de ningún parlamento, sin el conocimiento de ninguna empresa de telecomunicaciones, sin ningún tipo de supervisión gubernamental y, ciertamente, sin respetar las libertades civiles, a no ser que uno sea ciudadano estadounidense. El planeta entero está poblado por ciudadanos de segunda clase, a criterio de la NSA.

El planeta entero está poblado por ciudadanos de segunda clase, a  criterio de la NSA

Lo que estamos viendo hoy es que nuestras políticas para controlar la infraestructura de telecomunicaciones han fracasado a escala planetaria. Los EE.UU. tienen una capacidad única (comparada con la capacidad técnica, por ejemplo, de Ecuador) de utilizar los datos recolectados por la vigilancia masiva. Brasil ha tenido recientemente un despertar sobre el espionaje norteamericano al que están sujetos, pero su situación no es única.

En Ecuador, las comunicaciones de todos los ciudadanos se mantienen vulnerables para que unos pocos puedan ser espiados. La teoría de que el espionaje solo sucederá bajo la aprobación de tribunales legítimos en el orden legal, si alguna vez fue cierto, ahora no lo es. Y al decir que la teoría no es cierta, no se pretende atacar el honor del Ecuador, sino entender la neutralidad de las máquinas.

Las máquinas no entienden una orden legal, no entienden proporción o exageración. Las computadoras se limitan a seguir las órdenes de cualquier persona que tiene el control -incluyendo control obtenido a través del hackeo u otras formas de coacción.

La gran broma, y donde entra en juego la falacia del Estado de derecho, es que los EE.UU. no se preocupan por las leyes ecuatorianas. Cuando los EE.UU. tienen la capacidad de capturar los datos en todo Ecuador, los fracasos o éxitos de las leyes ecuatorianas no solo afectan la vida de los ciudadanos en Ecuador, sino que esa información también irá a parar a manos de otras personas en Reino Unido, Nueva Zelanda, Australia, Canadá, entre otros.

Muchos objetarán esto diciendo que Ecuador está gobernado por la ley, que el mal uso no puede suceder. Sin embargo, esto simplemente no es el caso. Límites impuestos por la ley solo tienen efecto dentro de un marco legal, algo que no existe en el mundo de los espías electrónicos.

Un Estado de derecho supuestamente debe aplicarse a todos por igual. Cuando hablamos del espionaje masivo, entendemos que existe un sistema paralelo, completamente extralegal. En ese contexto, ¿se puede decir que se ha acabo la era del imperio? ¿Qué castigo puede imponer Ecuador o cualquier otro país para realmente parar los sistemas de espionaje masivo que capturan todo?

Hemos decidido como sociedad tener tribunales abiertos, regirnos por leyes públicas y ampararnos en un sistema judicial independiente. Pero tenemos que aceptar que tales medidas funcionan para hallar correctivos en algunos delitos, pero en otros no. En el caso de espionaje masivo de países enteros, no funcionan.

El poder real que Ecuador o cualquier país pueden usar para “castigar” a infractores como la NSA es declarar su soberanía nacional. Como planeta deberíamos abrazar la seguridad individual y garantizar que el derecho y la tecnología entren en alineación con la preservación de los derechos de las personas. La ley ecuatoriana debe crear un incentivo para que empresas, gobiernos, personas y otros grupos puedan asegurar sus comunicaciones de un lado de la comunicación a la otra. Esto se llama “end-to-end” (punto a punto).

La criptografía es el arte y la ciencia de los códigos, la cifración y la privacidad en la era moderna. Es la base matemática de toda la seguridad tecnológica que existe actualmente.

Con una criptografía sólida podemos ponerle fin a la vigilancia redada, al espionaje ilegal e incluso a las escuchas telefónicas dirigidas que, como ahora sabemos, solo garantizan otros tipos de vigilancia como una consecuencia inevitable.

Con criptografía integrada en la arquitectura de nuestra comunicación, vamos a pasar de un sistema que depende de las leyes para proteger la privacidad, a un sistema que tiene a la privacidad como base fundamental.

Continúa leyendo la segunda parte de esta opinión: Soluciones para desarmar al espionaje en el Ecuador

Jacob Appelbaum es co-autor con Julian Assange, Andy Muller-Maguhn y Jeremie Zimmerman de un libro acerca de la criptografía y el futuro del internet: Cypherpunks, disponible libremente en http://bit.ly/1bw9Sc6. El libro está basado en la siguiente conversación (doblada al español), que fue parte del programa en RT de Assange: El Mundo del Mañana.

Contenido externo patrocinado