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El Telégrafo

‘El dirigente no necesita bandera’

‘El dirigente no necesita bandera’
01 de mayo de 2012 - 00:00

¿Cómo mira las políticas que se han ejecutado en  el Ecuador a favor de los pueblos  indígenas?

Las leyes son uno de los  mayores  avances en el Ecuador, el hecho de crear normas, una nueva Constitución que trata preceptos como autonomía, plurinacionalidad y  se plasma en  temas como  salud,  soberanía alimentaria, que es un tema que muchos lo han intentado disfrazar como seguridad alimentaria. Creo que hay novedades. Pero aún hace falta abrir nuevos campos. Miro al Gobierno del presidente  Rafael Correa como progresista y eso es bueno para los pueblos y nacionalidades. 

¿En qué  campos se debería dar  un mayor énfasis?

Es necesario que  se creen los instrumentos que permitan visibilizar las acciones, porque las normas son una base, como el convenio 169, así como  la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, que  son una base de la necesidad, pero falta la institución.

¿Cómo lograr institucionalidad?

La institucionalidad tiene que ser verdaderamente protagonizada por los pueblos indígenas, tal como lo manda la plurinacionalidad. Los “no”, “y”, “por qué”  se han institucionalizado en los pueblos cuando se trata de unir una visión integral de los pueblos indígenas. A mi punto de vista, los pueblos, que  viven la  discriminación y marginación deben ser los protagonistas de  los procesos nacionales.

¿Cuál es el papel de  pueblos en esa institucionalización o es responsabilidad del Estado?

Los pueblos deben revitalizar a sus dirigentes, para lograr esta aplicación, adaptación y para encontrar esos  mecanismos institucionales y filosóficos para poder impulsar ese legado de normas que se buscan. Por este motivo,  es fundamental el fortalecimiento del liderazgo. Un liderazgo que no excluya a nadie, sino que retome la sabiduría que tienen los pueblos. Hay “viejos dirigentes” en Ecuador  que los conozco como hace 30 años.

Pero a ellos las nuevas generaciones de dirigentes indígenas los llaman los “ex”...
Eso es una osadía llamarlos “ex”. Los dirigentes son dirigentes y los ancianos, en la concepción indígena, son los herederos de la sabiduría para la transmisión de conocimientos. Aquí se ha dado un divorcio entre los hermanos intelectuales, sin querer polemizar, pero hay una visión teórica y económica de supervivencia, en donde ciertos dirigentes defienden su trabajo y descuidan su condición de dirigente, cuando serlo significa dirigir bien a  su comunidad

¿Advierte una falta de liderazgo en el caso ecuatoriano?

No lo conozco a profundidad, pero se debe fortalecer el liderazgo comunitario  con los antiguos líderes, así como los que están  en proceso y los jóvenes que se  incorporan a la toma de decisiones importantes. Hay un trabajo qué hacer y es un legado que ya está. En Ecuador no hay que inventar líderes, porque ya están, ahora las políticas de controversia han girado en polémicas y radicalismos.

Creo que los radicalismos hoy por hoy tienen un límite. No se puede ser solo opositor para siempre, porque la oposición no es un chance, porque lo que queremos es el bienestar para la gente; entonces, sentémonos a sembrar las huellas de  bienestar para la gente.

¿Qué divide a los  indígenas?

La falta de una visión del sistema.

¿Los dirigentes  deberían escuchar el planteamiento de su comunidad y no sus intereses particulares?

El estar en el Congreso no  me hace ni menos ni más dirigente. Hay que  trabajar por el  pueblo.  Hay que hacer una  autoidentificación de los pueblos indígenas y, sobre todo, fomentar el respeto; los indígenas no son un modelo de “patas iguales” sino que los pueblos indígenas somos diversos.

La única manera de destruir los legados de experiencia y destrozar el legado  es ignorar a un dirigente o silenciarlo al olvido. Eso no hay que hacerlo, eso   se debe frenar.

¿Indígenas como actores políticos en vez de actores sociales?

No, así trabaja el Occidente. Por eso digo que hay dos sistemas en pugna. Lo más importante es fortalecer la educación filosófica, social, política, incluso la visión de desarrollo de los pueblos indígenas desde el fortalecimiento del liderazgo, a nivel local y  regional.

No se necesita poseer una bandera para ser dirigente, sino tener una trayectoria de resolver problemas en el bienestar de la comunidad  y darle  luces. Es el verdadero momento de la diversidad. Debe haber intercambio en los avances que tenemos los pueblos y nacionalidades, como el caso de  Guatemala, porque nosotros hemos vivido tiempos de guerra pero también de paz.

Hay una   reconstrucción de comunidades y estamos participando en la política. Las obras no se hacen si tenemos buena voluntad sino cuando  tenemos medios para hacerlas y ponerlas en la práctica.

¿Líderes propositivos, en vez de confrontadores?

Si, y eso se logra demostrando que lo que se plantea es viable. Hay que aspirar a más programas y proyectos que tengan resultados. Menos teoría, menos discusión, menos ideologización desde el punto Occidental, y mirar en qué nuestras acciones cambian la vida de la comunidad y de qué sirve que un hermano indígena vaya al Congreso, eso es lo que hay que pensar.

¿Qué opina de la libertad de la expresión del Ecuador?

A la prensa le enfoca el que le paga. Un problema serio en la región es cierta prensa que está aliada a la extrema derecha, cuando la libertad de expresión no es solo de los medios sino de la gente. Cuando los diferentes rostros tienen la posibilidad de expresarse, hay libertad.

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