La dolencia sí tiene cura y presenta un período de incubación de 2 a 20 años
Ecuador registra 144 casos del mal de Hansen
En los pasillos que conducen a las habitaciones de la fundación Padre Damián, las coloridas paredes con dibujos de diversas aves, como colibríes y pingüinos, se mezclan con las sonrisas de un grupo de varones que pasan los 50 años. No hay rostros de tristeza, sino de esperanza.
En este lugar de Guayaquil ellos viven con las secuelas que les dejó el mal de Hansen o lepra. Esta enfermedad, de tipo infeccioso, es producida por una bacteria (Mycobacterium leprae), que afecta no solo a la piel sino también al sistema nervioso periférico.
Manuel Santillán ya está curado, pero toma a diario su pastilla, como parte de su tratamiento. A los 53 años le diagnosticaron este mal. Vivía en Bucay y se dedicaba a la agricultura. “Yo era llenito de llagas y llegué casi sin sangre, lo único que tengo es una llaga en el pie que no me permite caminar, por eso estoy en silla de ruedas”.
En el mundo, cada año son diagnosticados más de 200.000 nuevos casos, reportó la OMS. En Ecuador, según Fanny Verduga, responsable de programa ‘Estrategia de Prevención y Control de Hansen (lepra)’, existen al menos 144 casos. Entre 2013 y 2014 se identificaron 43 nuevos pacientes.
La gente campesina es la mayor afectada, porque aún falta educación sanitaria y hacer conciencia sobre el aseo personal. Los factores nutricionales, como no alimentarse bien y la falta de agua potable, influyen en la desarrollo de la enfermedad. “Hay todavía una prevalencia oculta, en la que necesitamos educar a la comunidad, al público en general y los médicos de los cantones”.
En Guayas, según Elizabeth Quito, enfermera miembro del programa contra la lepra, indica que “hay presencia de casos en zonas populares de Guayaquil, como Monte Sinaí, Isla Trinitaria, Bastión Popular, El Guasmo, pero es mayor en áreas rurales, como Daule, Balzar, Salitre y Milagro”.
Asegura que en el Hospital de Infectología son tratados 84 casos que provienen de los sectores mencionados. El Hansen tiene un período de incubación que va de 2 a 20 años, por lo que puede estar dentro del organismo, pero no se desarrolla hasta que el sistema immune se vea debilitado. “Ante todo, es la enfermedad de la pobreza”, dijo el médico beninés Roch Christian Johnson, recordando que la lepra sigue golpeando a los países con sistemas sanitarios débiles y que afecta, sobre todo, a adultos jóvenes que arrastrarán las secuelas por toda su vida.
La hermana Ana Credidio, presidenta de la fundación Padre Damián, asegura que en esta temporada invernal, en que se dan desborde de ríos, aumentan los casos porque las bacterias están en el agua.
Agregó que existe desconocimiento respecto a que, cuando se cura el Hansen, el bacilo se esconde en el nervio y los pacientes no saben por qué empieza la deformación de las manos. “Con la fundación hemos podido ayudar con operaciones”. Es lo que le ocurrió a Jacinto Morán, quien perdió los dedos de su mano izquierda a causa de la enfermedad. Jacinto recuerda que cuando tenía 26 años empezó a tener problemas con su pierna derecha; hoy, luego del tratamiento, puede volver a sonreír.