Disputa por presidencia de la ID opaca sus 42 años
Cuando Rodrigo Borja obtuvo la presidencia del Ecuador (1988-1992), la Izquierda Democrática (ID) obtuvo un prestigio innigualable. Las cifras hablan por sí solas. En esos años, el “partido naranja” obtuvo un 80% de la representación en el Congreso, municipios, juntas parroquiales y prefecturas del país, que le permitió a su máxima figura, Rodrigo Borja Cevallos, cumplir su mandato presidencial, de cuatro años, sin mayores presiones ni riesgos.
Hoy, 24 años después de su hegemonía, el rumbo del partido es aún incierto. Dos dirigentes (Dalton Bacigalupo y Henry Llanes) se disputan la presidencia y aún se desconoce si el partido podrá reinscribirse para poder participar en las elecciones del 17 de febrero del 2013 con candidatos propios.
Llanes afirma que “estarán en las elecciones del 2013” y si no lo consiguen, dice, será por un “bloqueo gubernamental”. Pero Bacigalupo sostiene que si no lo hacen es “porque los intereses particulares de ciertos personajes dividieron el partido”. Culpa de ese proceso a Andrés Páez, quien actualmente es el único legislador con el que cuenta la ID en la Asamblea Nacional, luego de que en 1988 llegaron a la “cúspide”, con el 80% de cuota política en el Congreso y 19 de las 20 prefecturas, según Marco Landázuri, uno de los fundadores del partido.
¿Qué pasó? ¿Influyó en esa debacle el retiro de la política del cinco veces candidato a la Presidencia y figura del partido, Rodrigo Borja? ¿Hubo una falta de dirección y visión? Eso precisamente se preguntan los ex militantes y fundadores del partido. Algunos decidieron desafiliarse desde hace varios años y otros todavía apuestan “casa adentro” por esa tendencia. Estos últimos aún se aferran a la idea de una reinscripción con miras a las próximas elecciones.
Pero no por ello dejan de sentir frustración, ira, rabia... Al menos eso sienten Landázuri y Andrés Vallejo, fundadores del partido, quienes comentan que nacieron como “un grupo de amigos” de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Central, en donde estudiaron otros personajes como Manuel Córdova Galarza, Rodrigo Borja, Efrén Cocíos, Álvaro Bermeo, Edmundo Vera, y en el camino se sumaron Jorge Washington Cevallos Salas, Luis Jarrín, Marco Ordóñez y dirigentes populares como Gonzalo Aráuz.
La oficina jurídica de Andrés F. Córdova, padre de Manuel Córdova, fue la primera trinchera de la ID. “Pasaron a ser líderes que llegaron a municipios, al Congreso, consejos provinciales”, recuerda Landázuri, para quien el partido tomó vigor desde antes de su inscripción ante el Tribunal Supremo Electoral en 1978, lo que se evidenció con la designación de Manuel Córdova Galarza como prefecto de Pichincha, cuando aún eran Movimiento Izquierda Democrática.
Pese a ello, la consolidación se obtuvo en 1988 cuando -luego de dos intentos fallidos (1978 y 1984)- Rodrigo Borja obtuvo la Presidencia de la República. “Fuimos millones de militantes del partido. En la parroquia más pequeña había una directiva organizada, se logró algo masivo”, sostiene Landázuri.
Entonces, ¿cuál fue el detonante para que el partido empiece su decantamiento político? Landázuri opina que el llegar al poder, en 1988, “hizo que haya un descuido y una falta en el accionar del partido” que -sostiene- se evidenció porque no hubo la “madurez y preparación para extender la presencia del partido y consolidar las propuestas”. Considera que les faltó “fuerza, entereza para hacer prevalecer criterios en un sistema de dominio y peso de los sectores económicos y sociales”.
Vallejo comparte el criterio. Para él, a la ID le afectó el fenómeno internacional de desprestigio de los partidos políticos, en donde “se metió en un mismo saco a todos los que hacían política sin distinción entre honestos y oportunistas”. Por ello considera que cuando Borja buscó una reelección en 1998, “pagaron justos por pecadores”. Estos últimos afirman que “muchos se aprovecharon de la posición política para enriquecerse”.
Sobre la actual dirigencia, tanto Landázuri como Vallejo prefieren no opinar. Vallejo afirma que la división se da por diferentes factores, entre ellos que “los jóvenes del partido no estuvieron a la altura de la circunstancia para sustituir o reemplazar el liderazgo que tenía Rodrigo Borja”, pero sostiene que son cuestiones que se deben resolver “casa adentro”. Mientras que Landázuri considera que “los hechos políticos trascendentales se miden por la presencia que tiene un grupo de personas, ideas, un partido político. La ID ahora tiene una significación muy diferente de la que tuvo en nuestra lucha”, pero que no por ello cree ser un “juzgador de las actuaciones de los dirigentes”.
Él se desafilió hace 15 años. La razón: “Los intereses del partido no prevalecieron”.
Para Vallejo, si el partido no se reinscribe sería “frustrante e imperdonable”. Lanza una alerta: “Lo responsable es que los militantes se preocupen de la institucionalidad y reinscripción del partido, antes que de cualquier cosa”.
Ahora Landázuri y Vallejo insinúan que las bases de la ID están con el presidente Rafael Correa.
“Estoy convencido de que la filosofía e ideas de la ID están vigentes y que se han canalizado hacia otros movimientos y personalidades”, dice Vallejo, quien sigue afiliado desde 1970. Ramiro González y Jhon Argudo, ex integrantes del partido, formaron el movimiento Avanza, en donde Argudo no descarta que se unan más ex integrantes de la ID.
Jorge Washington Cevallos Salas fue el primer director nacional del partido. Él fue expulsado en 1973. Afirma que no se ha percatado de lo que ha pasado con el partido, pero es crítico al decir que en el Ecuador nunca se consolidó una socialdemocracia con la ID. Dice que su visión fue socialista, mientras que la del resto fue “liberal”.