¿Cómo entiende el periodismo televisivo la información: como una cadena de desmentidos o como un proceso de producción periodística en el que no se regalan los espacios a los supuestos defensores de la verdad? ¿Qué entendemos como noticia:  algo demostrable o bajo el signo llano y simple de la sospecha?

El ritual es el mismo: llega un “denunciante”, escandaliza al país y al otro día el “corrupto” tiene que ir a lavar su imagen o a decir su verdad.

Conclusión: ni el uno ni el otro tienen toda la razón, la verdad queda en duda porque el entrevistador nunca pierde, jamás procesa previamente las supuestas denuncias y cae en el juego político de los supuestos acusados y acusadores. ¿La noticia? Bien gracias. 

Ayer, por ejemplo, en el espacio matinal del noticiero de Teleamazonas la ministra Ximena Ponce y el gerente de un proyecto del Ministerio de Educación sobre el nuevo bachillerato, Fredy Peñafiel,  “desmintieron” cada acusasión del asambleísta Galo Lara y la UNE, respectivamente. Quizá no tengan toda la razón y falten pruebas, pero ya el canal y su entrevistadora dieron por hecho el día anterior todo lo “denunciado”. Es más, en las dos entrevistas utilizó los mismos argumentos de los denunciantes.

Según Lara se están robando la plata de los muertos que en vida se beneficiaban del Bono de Desarrollo, se la llevan a las Bahamas, todo “para favorecer a una aseguradora”. Según la UNE desaparece del bachillerato el estudio de la Historia y la Geografía, entre otras cosas. Y ayer todo eso quedó desmontado y desvirtuado con las pruebas. De hecho, mostrar documentos casi ilegibles ante la pantalla no garantiza que esa es la verdad. Por eso cuando Ponce puso el documento real, todo se vino abajo. Con noticias así  no quedaría más que botar a este Gobierno y colocar a Sociedad Patriótica y al MPD en el poder, para que el paraíso reine en el Ecuador de un día para  el otro.¿No es una obligación medular de los canales (y de cualquier otro medio) procesar primero las supuestas denuncias y no rifen el espacio que es para informarse y no para alarmar? ¿No hay una persona o un equipo que revisa primero los documentos y los contrasta antes de salir al aire? ¿Qué gana la audiencia con el escándalo infundado? ¿Eso es realmente noticia?Y del otro lado también hay que demandar mayor responsabilidad: las carreras políticas no se hacen desde los escándalos, aunque haya cierta “tradición” en ello. 

La democracia se vigoriza cuando la prensa  y los actores políticos asumen sus roles a favor de la ciudadanía y no en contra de o a favor de alguien interesado en defender poderes, plata o protagonismo proselitista. La “desmentidera” es un robo de tiempo a todas las audiencias.