La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) es una organización que, conformada por empresarios y dueños de diarios, dice no tener fines de lucro y que, según sus estatutos, está dedicada a defender la libertad de expresión y de prensa  las Américas. Entre sus principales objetivos, pregonados desde su página web, están: Defender la libertad de prensa donde quiera que se impugne en las Américas; proteger los intereses de la prensa;  defender la dignidad, los derechos y responsabilidades del periodismo; alentar normas elevadas de profesionalismo y conducta empresarial;  promover el intercambio de ideas e información que contribuyan al desarrollo técnico y profesional de la prensa; y  alentar un conocimiento amplio y un mayor intercambio de información  en apoyo a los principios básicos de una sociedad libre y de la libertad individual.

Ideada en 1926, olvidada en los 30, retomada su formación en 1942 y nacida en 1943 no se comprende muy bien en nombre de qué objetivos cuadran las siguientes realidades de su larga historia de interrogantes: la señalada por Gregorio Selser en su Breve historia de la SIP, cuando Miguel Otero Silva denunció en la reunión de Montevideo de 1951, que las autoridades del colectivo de dueños de diarios apoyaban abiertamente las dictaduras de Anastasio Somoza en Nicaragua y de Rafael Trujillo en República Dominicana mientras acusaban de tiranía al gobierno de Juan Perón en la Argentina. Y los trabajos mediáticos a favor del derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz en Guatemala y el apoyo a la invasión de EE.UU. contra ese país en 1954.  No deja de llamar la atención que Gonzalo Marroquín, actual presidente de la SIP, sea guatemalteco.

También llama la atención que en el 2000, cuando tres diarios de Uruguay renunciaron a la cámara empresarial luego de la elección de Danilo Arbilla, ex director del Centro de Difusión e Información de la última dictadura militar. El titular del semanario Búsqueda, designado por el presidente Juan María Bordaberry, permaneció en funciones y continuó  cuando las FF.AA. tomaron el poder. Ya al frente de la SIP, cuando lo consultaron por las clausuras  de redacciones y arresto, muerte o desaparición de periodistas después del golpe de Estado del 27 de junio de 1973, deslindó responsabilidades diciendo que su puesto tenía un carácter técnico y no político.