Correa y Glas emprenden un nuevo reto de cuatro años
Rafael Correa es guayaquileño, boy scout, emelecista, economista, presidente (para la incomodidad de algunos, reelecto en dos ocasiones), pero sobre todo catedrático. Esta última característica es la que más lo ha definido en los últimos años. Ese comportamiento -el de pensar que está en auditorio junto con alumnos- lo lleva a adoptar una postura, una forma de manejarse, de comunicarse con los demás. Ese gen de maestro universitario se le nota en cada enlace ciudadano cuando el inquilino de Carondelet intenta “licuar” temas tan complejos, como la macroeconomía o la capacidad de ahorro en la sociedad latinoamericana en términos que sean sencillos de digerir.
Toma un sorbo de café, regala una sonrisa de reojo a Luisa Delgadillo y arranca: “Ahora dicen que tenemos hipotecado el petróleo a China. Los mismos que dicen eso se olvidan de quiénes eran los que crearon el Feirep (Fondo de Estabilización, Inversión Social y Productiva y Reducción del Endeudamiento Público) en donde se ponía los ingresos petroleros -fideicomisados, ni siquiera entraban al presupuesto- como garantía de deuda externa. Qué memoria selectivamente frágil que tiene esa gente”. Correa tiene esa necesidad intrínseca de darle un contexto a todo lo que su administración hace y está por hacer. Y es lógico pensar que si está en una entrevista televisada en la que desmenuzará su plan de gobierno hasta 2017, habrá mucho de contexto y mucho de licuado.
El Mandatario -con todos estos rasgos propios y con la presencia de cuatro periodistas con sus respectivos “arsenales” de interrogantes- se presenta en los estudios del Canal RTS para participar del programa “Rafael Correa, logros y desafíos” en el que se prevé que el Jefe de Estado hable sobre los puntos neurálgicos de su tercer período, ese que lo llevará a gobernar Ecuador -si cumple su mandato- por 10 años y que hoy, de manera oficial, arrancan con su posesión.
Un tema que se ha vuelto recurrente desde la época de campaña y a partir del 17 de febrero -día en que Correa venció en los comicios presidenciales- es sobre lo que se hará en el nuevo período. Al abordar este asunto hay una frase de cajón que sale a flote: “Cambiar la matriz productiva”. Lo ha dicho el propio gobernante, se ha dispuesto que Jorge Glas, el nuevo vicepresidente, sea el encargado de asumir este reto, los ministros repiten sin cesar esta teoría, los medios lo replican como cajas de resonancia, pero... ¿qué significa o qué conlleva cambiar la matriz productiva?
Nuevamente el lente de la cámara enfoca el rostro de Correa. Ha escuchado con atención cada pregunta que le han hecho Orlando Pérez, director de diario El Telégrafo; Luisa Delgadillo, directora de noticias de RTS; Rafael Cuesta Caputti, director de noticias de Canal UNO; y Paola Pérez, periodista de BoliviaTV. Y ahora el vaivén de las preguntas llevan a la entrevista a un terreno que el gobernante domina como es la macroeconomía del país, con la redundante consulta sobre el cambio de la matriz productiva.
“En Ecuador ya cambiaron las relaciones de poder. Ahora hay una nueva asignación de recursos sociales, hemos mejorado mucho en ese aspecto. Pero ahora hay que fortalecer esa base material para sostener las políticas sociales, nivel de bienestar”, el Mandatario arranca así su respuesta a una pregunta que se la han hecho hasta el cansancio en los últimos meses, pero él sabe que aún hay cosas por explicar en un tema tan amplío y prosigue con su contestación. “En esta segunda etapa de la Revolución el énfasis será en diversificar la matriz productiva, hacer cosas nuevas y mejores. Sí, nos hemos basado en recursos naturales no renovables (como el petróleo y el gas), nos hemos basado en la agroexportación (con productos como el banano, el cacao, el café y el atún), pero ahora hay que ir hacia una economía de servicios, que se sustente en la capacidad humana, tenemos que ir hacia la economía del conocimiento”, desmenuza el Primer Mandatario.
Va un poco más allá en su reflexión y aterriza en el ámbito político lo que su administración plantea hacer. Con este plan de diversificación de la producción -afirma Correa- se ataca un problema ideológico. “Eso es lo que siempre le faltó hablar a la izquierda, la eficiencia, la producción, la generación de empleo”, comenta este gobernante confeso de izquierda que se apasiona al hablar de producción, de capitales, de exportaciones, de bienes y servicios, temas que podrían vincularse sin ningún problema al neoliberalismo. Pero Correa se distancia de una etiqueta de jefe de Estado de derecha al recordar que todos esos esfuerzos en el mercado tienen un fin claro, al menos para el Gobierno ecuatoriano: el sostenimiento de una exitosa política social que ha disminuido en siete puntos porcentuales la desigualdad en el país en los últimos seis años y que llevaron a reducir la pobreza un 9% entre 2006 y 2011.
Salvando grandes proyectos en un “año fiscalmente duro”
La economía también amerita sinceridad y Correa la suele tener, aunque siempre pinta un escenario positivo a pesar de todas las cosas. “Este será un año fiscalmente duro, sobre todo por la para de la Refinería (de Esmeraldas)”, afirma el Mandatario con frialdad, pero ataja las preocupaciones diciendo que, aunque haya estos problemas, el nivel del presupuesto será similar al del año pasado (26.000 millones de dólares) y que, inclusive, la inversión pública aumentará en comparación a 2012, llegando a niveles entre el 13% y 14% del Producto Interno Bruto (PIB).
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