Con Alfaro se da inicio a un proyecto nacional incluyente
El 5 de junio de 1895, el pueblo reunido en Guayaquil, considerando “que las ideas liberales son las que están más en armonía con la civilización y el progreso modernos y que son ellas las llamadas a hacer la felicidad de la República”, decidió desconocer al Gobierno y “nombrar para Jefe Supremo de la República y General en Jefe del Ejército al benemérito general don Eloy Alfaro”.
Así rezaba el acta que fue suscrita por casi 16 mil personas. Y que dio inicio a la Revolución Alfarista.
El pedido del pueblo de que Alfaro asumiera la jefatura demostraba la amplia base que lo apoyaba, que incluía a montubios costeños, afroecuatorianos, pequeños propietarios de tierras, indígenas, artesanos a los que se sumaban intelectuales liberales de la clase media. Estos grupos, al decir del escritor Alfredo Pareja, conformaban el “alma mestiza” o el “alma nacional” del Ecuador.
El origen popular de la revolución era el elemento que la distinguía de anteriores movimientos. Y no obstante que la llegada de Alfaro a la Presidencia supuso la captación del poder político por una parte de la burguesía, encarnada en comerciantes y banqueros, también era la primera vez que el pueblo llano entraba en los planes del Gobierno. “La de Alfaro, es la primera revolución de auténtica ecuatorianidad”, afirma Pareja.
La Revolución Liberal tiene dos etapas: la radical, en donde la figura central es Alfaro -de ahí el nombre de Revolución Alfarista- y concluye con su asesinato. De ahí hasta 1925, el liberalismo entró en una “fase moderada”.
Fue este radicalismo el que permitió la afirmación del Estado Nacional. Juan Paz y Miño en “Eloy Alfaro: Pensamiento y políticas sociales”, sostiene que los más importantes cambios del alfarismo se engloban en: la promoción de la economía liberal, las transformaciones jurídico-políticas, los cambios ideológico-culturales y las políticas sociales.
LOS CAMBIOS SE FRENARON POR LA DURA OPOSICIÓN MEDIÁTICA
Los cronistas tienen razón cuando afirman que si no se conoce la historia se corre el riesgo de repetirla.
El manabita Eloy Alfaro fue el precursor de grandes transformaciones en el país, pero la virulenta intervención de los grupos de poder, a través de la prensa de ese entonces, impidieron el desarrollo de las mayorías.