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El Telégrafo

Comida y colada al pie de la tumba

Comida y colada al pie de la tumba
01 de noviembre de 2012 - 00:00

Varias de las 66 parroquias con que cuenta Quito recordarán el Día de los Difuntos con ritos ancestrales. En Calderón, por ejemplo, las familias acostumbran a visitar las tumbas de sus seres queridos llevando la comida que al difunto le gustaba y colocándola sobre su tumba. Además, los asistentes comparten la colada morada y el pan elaborado para esta época en el cementerio.

Los allegados adornan el sepulcro con coronas de flores negras con morado y las tradicionales tarjetas. A todo ese ritual se lo denomina "Ayacuna Capac Jocha", costumbre que se remonta a la era prehispánica. "Yo todos los años visito a mi esposo, que me dejó hace 10 años. A él le gustaba la fritada, por eso siempre le llevo", expresó Luz Puebla (77 años), moradora de San Juan de Calderón.

Hoy, a las 18:00, en el sector de Comunas de la Capilla, también en Calderón, se efectuará el  rezo ceremonial por el ser querido que murió y también la preparación de su comida favorita que llevarán  al  cementerio de la localidad.
Mañana y el sábado en La Capilla y San Miguel del Común inicia a las 05:00 el ritual de “Huanilla” o “del llamado”, que se realiza encendiendo fuego en la plaza central.

Pero no se prenden las llamas de manera desordenada, sino que deben estar en dirección a la salida del Sol. El culto tiene como objetivo pedir al  familiar que falleció su retorno para compartir los alimentos, conversaciones, llantos y oraciones. Además, se le solicita el cuidado de los que siguen en vida.

En San Miguel cada año los habitantes elaboran la “colada gigante” comunitaria. Esta vez la bebida se repartirá en el centro parroquial de Calderón, ubicado en la calle Carapungo. 

Mientras tanto en Puéllaro, a una hora y media al norte de Quito, hoy inicia el velatorio de los nichos en el cementerio de San Pedro de Puéllaro. En este sitio al igual que en Calderón, se lo realiza con el objetivo de comunicarse con los seres queridos que ya dejaron este mundo.

En tanto en el área urbana, la ciudadanía limpia y adorna las criptas de sus familiares con una semana de antelación, para que las visitas encuentren bien cuidada la lápida. “Es bonito que lleguen a la tumba y la vean llena de flores frescas”, dijo Beatriz Rosales, quien tiene a varios familiares en el cementerio tradicional de Quito, San Diego, ubicado en el Centro Histórico.

En la capital existen alrededor de 22 camposantos. Entre los más representativos están San Diego, El Batán, Parque de los Recuerdos, Memorial  Necrópoli, Tejar, Metropolitano del Sur, Santa Rosa y otros.

Allí familiares y amigos llegan cada 2 de noviembre a visitar las lápidas para arreglarlas o dejar un presente como flores o tarjetas. Amaranta Palacio (35 años) relató que enterró a uno de los gemelos que tuvo, hace 15 años, en el Parque de los Recuerdos. Recordó que desde el primer año que visitó a su vástago, el panteón ha estado muy cuidado.

Añadió que a pesar de ser un lugar que le trae tristes recuerdos, también le es agradable para caminar y ver las demás criptas. “Siempre le dejamos globos y flores para que se note que allí descansa un angelito”, expresó.

Uno de los panteones más visitados es el de San Diego. Este es parte de la historia de la capital, pues fue abierto en 1872, en la zona en donde fueron sepultados los caídos en la Batalla de Pichincha. Además, reposan los restos del ex presidente José María Velasco Ibarra, del poeta Jorge Carrera Andrade, del periodista José Peralta y otros personajes de la historia.

Allí, mañana se realizará una feria, en la que vendedoras de flores ofrecerán los ramos a precios módicos. También acudirán personas que aprendieron diferentes artes en los talleres del Centro de Desarrollo Comunitario, quienes presentarán sus trabajos.

Otras de las tradiciones quiteñas es reunirse en familia para elaborar la colada morada y guaguas de pan. Mercedes González (75 años) contó que sus seis hijos y ocho nietos participan de esa labor en su casa. “Tratamos de utilizar los ingredientes naturales, no nos gustan las harinas preparadas, pero lo más importante es compartir tiempo en familia”.

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