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El Telégrafo

Candidato único, aquella utopía que parece imposible

Candidato único, aquella utopía que parece imposible
28 de mayo de 2012 - 00:00

La búsqueda -que a veces parece incansable y a ratos hasta imposible- de los candidatos únicos no es nada nuevo en el Ecuador. René Maugé, Lucio Gutiérrez, Sixto Durán Ballén e incluso León Febrés Cordero con su vicepresidente Blasco Peñaherrera, buscaron alianzas con varios sectores, a riesgo -muchas veces- de unir el agua con el aceite. Pero se formaron. 

Esa fórmula, según el historiador Jorge Núñez, no es nada nuevo en el Ecuador y responde a la política ecuatoriana, sobre todo cuando los candidatos -quienes buscan llegar al poder- sienten que no tienen fuerza para lanzarse por sí mismos y ganar una elección. Sostiene que, por ejemplo, a nadie se le hubiera ocurrido ver a Velasco Ibarra buscando alianzas, porque “él era el candidato”. Pero advierte que eso significa “hacer concesiones”, que no es más que ceder posiciones tanto de aliados como de los  proponentes.

Recuerda en 1956, cuando los liberales, socialistas y comunistas, formaron sus propios movimientos, para enfrentar a la derecha representada por Camilo Ponce Enríquez. A esas las llama alianzas con un límite, así como las que se realizan entre el  centro y la derecha y las del centro y la izquierda, “el resto no dejan de ser oportunismo político de un proyecto destinado al fracaso”.

Pone el ejemplo de las alianzas por Velasco Ibarra, en 1952, en donde conservadores, armistas, ciertos liberales, caciques provinciales, armaron esa candidatura. O, más cercano cuando Lucio Gutiérrez, en el 2003, al que define como de “la derecha”, se unió con cierta tendencia de izquierda representada por los indígenas”, y en donde a criterio del experto, el resultado fue que los de la “izquierda fueron usados y luego tirados como trapo sucio”.

El historiador Juan Paz y Miño comparte el criterio y comenta que desde 1979, cuando se inauguró la democracia en el Ecuador, distintas tendencias han buscado un candidato único en el Ecuador y dice que son las derechas las que más han apostado por encontrar un candidato de consenso, que en ese año fue Sixto Durán Ballén, mientras que en 1984 fue León Febres Cordero. En el caso de las tendencias de la izquierda, sostiene que son más difíciles que se unan. “Las de izquierda tienen una especie de tradición de plantearlas y hacerlas menos efectivas en el camino”.

Al investigador se le viene a la mente el caso del Frente Amplio de las Izquierdas (Fadi), cuando en 1979 crearon una unidad de las izquierdas, pero que hubo errores y distanciamientos en el camino. En esa época la figura de René Maugé fue la que prevaleció en el proyecto político que promovía el Fadi.

Pero, en ese año, ¿qué les unió y qué les separó? Paz y Miño señala que lograron un gran candidato en la figura de Maugé, pero que les separó el hecho de que fueron solo uniones de momento. “El dogmatismo es otro de los errores que ha limitado la unidad de las izquierdas”, sostiene.

Para el investigador  ahora hay dos izquierdas, una que está fuera del Gobierno y es crítica, y otra que está apoyando al Gobierno. “El engaño nos llevaría a entender que solo hay una izquierda que está fuera del Gobierno”, acota.

Núñez advierte que en el proceso actual hay  fuerzas disímiles, contradictorias, solo motivadas por el deseo de oponerse a un tercero al que consideran los aliados como un rival invencible, los resultados no son buenos. “¿Qué puede salir de una menestra de derecha e izquierda?”, se cuestiona y por ello le parece inaudito que ciertos sectores se cobijen bajo la figura del candidato único con el objetivo de “no pagar impuestos y que sus empresas tengan los grandes contratos del Estado”. Para él, esas son alianzas condenadas al fracaso.

Ayer, en una entrevista en El Comercio, Simón Espinosa (Cauce Democrático) sostuvo que si bien es utópico un candidato único de todo el espectro de la oposición, ellos no descartarían una unión con Lucio Gutiérrez, porque “tiene votos”.

Paz y Miño ve que en cierta izquierda hay dogmatismos, como el hecho de considerar que la izquierda marxista es la única que vale, que los condena a no lograr un camino.

Núñez sostiene que en el momento actual hay “estados mayores sin tropa, que se reúnen y entre ellos se llenan de alabanzas, pero que no van para ningún lado, porque entre todos juntos no podrán levantar una candidatura coherente que represente las esperanzas nacionales”.

Para los historiadores estas alianzas son comunes. Paz y Miño recuerda la alianza de Febres Cordero, del Partido Social Cristiano, con Blasco Peñaherrera, que pertenece al Partido Liberal.

Sin embargo, para el historiador Jorge Orbe, la búsqueda incesante por un candidato único es más bien nueva,  porque antes lo que había es una “atomización de los partidos políticos”. El catedrático lo llama una “crisis de representatividad política en la medida en que los partidos no han logrado responder a lo que podrían ser las aspiraciones de los distintos sectores sociales”.

Por ello, Orbe considera que lo que a varios sectores les une es más bien “los intereses corporativos” y para probarlo habla del Movimiento Popular Democrático, que a su criterio está aliado con la derecha.

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