Alta presea para Monseñor Luna
En la Casa Sacerdotal Sagrado Corazón, el dormitorio 19 fue uno de los más concurridos durante la mañana de ayer. Tras su puerta de madera se encuentra un mundo de detalles y anécdotas. En el interior, la habitación se divide en dos espacios: para las visitas y para el descanso.
En el área social, junto a la puerta, sobre un mueble que se utiliza como escritorio, está intacta una vieja máquina de escribir con una hoja en blanco, un calendario en forma de mundo que sirvió para contar los días desde 1870 a 1960 y varios abrecartas.
Hay un librero, una colección de ranas, varios libros y pequeños adornos, y en el fondo tres sillones junto a la ventana que sirven para las lecturas de la mañana. El área de descanso es privada. Una cama de plaza y media, una gran ventana y un armario forman parte del ambiente donde busca paz, desde hace seis meses, Monseñor Alberto Luna Tobar, arzobispo emérito de Cuenca.
La casona de 1.500 metros cuadrados, construida para retiros espirituales y el descanso de religiosos de avanzada edad, por lo general permanece en absoluto silencio; sin embargo, ayer se llenó de aplausos, agradecimientos e incluso lágrimas de quienes asistieron a entregarle la condecoración “Vicente Rocafuerte, al Mérito Social” al sacerdote referente de la lucha social a favor de los más necesitados, entre ellos indígenas, mujeres y víctimas de las represiones y torturas.
Antes del ingreso de Monseñor al escenario se transmitió un vídeo de su historia desde la infancia hasta sus últimas entrevistas. Luna vistió un traje gris, con camisa y chaleco de igual color. Al evento asistieron personas cercanas a Luna, que llegaron desde Cuenca, además de varios funcionarios públicos como el vicepresidente de la República, Lenín Moreno, quien resaltó la personalidad del religioso al manifestar que, pese a las adversidades, su espíritu se mantuvo incondicional, liberado de cualquier atadura, con valores como la paz, la amistad, caridad, solidaridad, la esperanza y el respeto.
En tanto que el presidente de la Asamblea, Fernando Cordero, calificó a Luna como el ejemplo del nuevo hombre, del líder de ese ejército de hombres y mujeres a los cuales no solo acompaña la sapiencia, sino también una enorme sensibilidad frente al dolor de los otros y una inconmensurable capacidad para indignarse ante la injusticia.
Entre los presentes estuvieron la ministra de Patrimonio, María Fernanda Espinosa; el titular de Turismo, Freddy Elhers, además de asambleístas como Paco Moncayo y amigos cercanos como el padre Graziano Mason, quien recordó que en una ocasión Luna lo defendió al ser acusado de guerrillero por parte de varios sectores que no estaban de acuerdo con sus ideales.
Tras el reconocimiento fue llevado a su habitación en una silla de ruedas. Ahí lo visitaron en reserva religiosos, amigos y políticos. Tras la salida de las visitas, el silencio y la pasividad volvió a la residencia.
El director de la Casa, Monseñor Vicente Eguiguren, explicó que el corazón y el sistema respiratorio de Luna están bien y lo único que le aqueja es la ancianidad, la única que evita que se mueva como lo hacía antes. “Su mente y su corazón tienen tanto que será imposible conocer cuánto sabe”, dijo.
Eguiguren recuerda que en sus años de obispo lo que más les gustaba de trabajar con Luna era su espontaneidad para hacer bromas. La última la hizo al presidente de la República, Rafael Correa, cuando Luna, al declararse torero, sabía que no votaría por el “Sí” en la pregunta 8 de la consulta popular.