La procesión del Cristo del Consuelo, en el sur de Guayaquil, convocó a casi medio millón de personas que acompañaron a la imagen por 17 cuadras.

La tradición religiosa, considerada la más popular del país, cumplió 55 años de convocar a los fieles para recordar el viacrucis en el Viernes Santo.

El recorrido comenzó puntualmente a las 07:00 a través de la calle Lizardo García. La efigie de Jesús crucificado fue resguardada por decenas de policías y acompañada por el monseñor Antonio Arregui, arzobispo de la ciudad, y otras autoridades eclesiásticas.

Los seguidores católicos se mantuvieron cerca de la imagen y para ello concurrieron a calles cercanas como la Tungurahua y Babahoyo.

Las muestras de fe y las razones para acudir a la procesión fueron variadas. Manuel Jiménez, por ejemplo, decidió realizar el trayecto descalzo y con velas encendidas en la mano.

El clima —que ayer bordeó los 33 °C— no fue impedimento para cumplir una penitencia en agradecimiento a un favor recibido. “Tengo fe de que este año incluso será mejor”.

Además, se pudo observar a algunos ciudadanos que decidieron llevar su propio Cristo crucificado y ramas de bambú.

A lo largo de la Lizardo García, algunos moradores lanzaban fundas de agua para que los caminantes puedan hidratarse. El Cuerpo de Bomberos también ubicó motobombas para rociar a los transeúntes y prevenir potenciales sofocaciones.

En reiteradas ocasiones, el personal de socorro tuvo que solicitar la colaboración de los fieles para que la procesión avanzara rápido. También se llamó la atención por empujones entre las personas.

La Policía Nacional desplegó 800 uniformados para controlar el orden. Pese a la advertencia de no llevar niños pequeños entre la multitud, hubo quienes lo hicieron e incluso se reportó un menor de edad desaparecido.

El infante fue trasladado hasta una carpa de la Cruz Roja donde aguardó a sus padres.

Aproximadamente a las 10:15, la procesión llegó hasta la iglesia Espíritu Santo (Azuay y Gallegos Lara) donde se recibió a la imagen del Cristo del Consuelo y, posteriormente, se ofició una misa.

La efigie fue elaborada a un costo de 5.000 sucres, en 1960, por solicitud del párroco Ángel María Canals. (I)