La construcción del lugar data de 1979
Varios años de protección ecológica dentro de la ciudad (INFOGRAFÍA)
Entregar el máximo esfuerzo a la conservación y la prolongación de los recursos naturales e inculcar a través de la educación la importancia de su correcto uso en la vida del hombre es la misión que hoy en día tiene el Jardín Botánico de la ciudad de Guayaquil.
La tarea de crear un espacio para la conservación de la flora y fauna del país empezó hace casi 40 años, cuando la familia Koshaya donó un terreno de 4,9 hectáreas con el fin de que se creara un jardín botánico o zoológico. La construcción de esta área empezó en 1979.
Una de las instituciones que ayudó para que este proyecto salga adelante es la Asociación de Orquideología, que durante 10 años se encargó de desarrollar los distintos sistemas de riego, senderos y la distribución del lugar. Esta zona ubicada en el centro del cerro colorado abrió las puertas al público en septiembre de 1989.
La lucha ha sido constante porque desde sus inicios sus fundadores y encargados se han esforzado por proteger plantas en peligro de extinción y es por eso que personas, instituciones y demás han puesto su granito de arena para que esto no solo quede en aspiraciones, sino en una obra que cambie la visión que tenemos con respecto a la conservación del medio ambiente.
La preocupación por prolongar la existencia de la flora ecuatoriana ha hecho que este territorio tenga un sinnúmero de árboles no solo maderables sino industriales, ornamentales, medicinales, frutales. Dentro de esta área existen plantas decorativas o de iniciación. “La mayoría de los árboles que vemos aquí son propios del bosque seco-tropical, que en la actualidad solo queda el 5%”, dijo la bióloga Mónica Soria, directora de proyectos del Jardín Botánico.
El establecimiento cuenta con la ayuda del Club de Bonsái, que colabora de vez en cuando dándole un mantenimiento especializado a la exhibición de esta planta, desarrollada de igual manera con los árboles propios de la Costa, además de los miembros de la Asociación de Orquideología.
La obtención de los diversos árboles ha sido por intercambios o personas comprometidas con el medio ambiente que han decidido donar semillas. “Debido a estas donaciones tenemos a lo largo de los senderos no solamente plantas propias del bosque seco de la Costa, sino también áreas que se han desarrollado”, dijo Soria.
El sendero que rodea al Jardín está dividido en 3 partes en las que el visitante puede conocer la exposición de animales amazónicos, la exposición de mariposas en el auditorio, un bar, el mirador panorámico, además de disfrutar del área del Orquidiario, que es la más visitada por los turistas.
La especie de orquídea llamada científicamente como Grammatophyllum speciosum es otra de las atracciones del Jardín Botánico. Su gran tamaño y sus flores de colores vivos asombran a propios y extraños. Se la conoce comúnmente como orquídea gigante.
La planta proviene del Archipiélago de Indonesia y se ha adaptado a la temperatura de la ciudad porque en aquel lugar el clima es tropical. Esta planta mide cerca de 6 metros, sus bulbos (tallos) logran 2 metros de largo y pesa una tonelada.
El cuidado de estas plantas es muy sencillo, se empieza con un abono de tipo foliar cada 15 días. La manera de aplicarlo es con un atomizador. Otro de los elementos que no debe faltar es el agua dulce y un constante riego, puesto que sirve como un limpiador de las sales.
En esta zona de preservación de la flora y fauna existe un sinnúmero de animales que se alimenta de los frutos que están dentro del Jardín, entre ellos ardillas, perezosos, armadillos. Muchos de estos animales han sido introducidos por el Ministerio del Ambiente.