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El lugar más poblado es el camposanto general de guayaquil

Una tumba en cementerio del Suburbio cuesta $ 0.24

Las esculturas son unos de los atractivos del Cementerio Patrimonial, que es el más antiguo de la ciudad. Eduardo Escobar / El Telégrafo
Las esculturas son unos de los atractivos del Cementerio Patrimonial, que es el más antiguo de la ciudad. Eduardo Escobar / El Telégrafo
09 de noviembre de 2014 - 00:00 - María Campos, Germán Gallardo y Lía Salvador. Alumnos de Periodismo de la U. Católica

Muy poca gente se pregunta cuánto cuesta morir. Hay un contraste entre quienes no tienen dinero para un sepelio digno y los que poseen un mausoleo familiar.

El costo de un nicho en el Cementerio General de la Junta de Beneficencia de Guayaquil (JBG), donde hay 390.000 cuerpos, va de  $ 2.200 a $ 4.900. El monto varía según la ubicación (puerta de ingreso y pisos).

En cambio, el camposanto más económico es el Ángel María Canals, en el Batallón del Suburbio y administrado por el Cabildo. Adquirir una tumba para adulto tiene un costo de  $ 0,24 y para los menores de edad $ 0,12. Allí, en el panteón inaugurado en 1966, yacen los restos de 61.000 personas.

Según su administrador, Milton Fabara, no tiene competencia en el mercado, pues no existe lugar más barato en la ciudad: “Lo mejor es que se cancela cada tres años y el alquiler de terreno se renueva”.

En Jardines de la Esperanza, el lote más barato es de $ 1.000. Según Gisella Quispe, gerenta de servicios y operaciones generales, allí reposan los restos de 33.000 personas.

Historia de los camposantos

En el Cementerio Patrimonial de Guayaquil hay próceres, presidentes, poetas, escritores, artistas e intelectuales. Alberga a más personajes ilustres, pues fue fundado el 27 de abril de 1823. Es el más antiguo de la ciudad. La primera tumba registrada data de 1831.

Su administración estuvo a cargo del Municipio de Guayaquil, pero en 1888 la asumió la JBG.

La arquitectura, que es de finales del siglo XIX e inicios XX, tiene una clara influencia de la cultura europea. Ha sido declarado Patrimonio Cultural de la Nación.

En este sitio reposan los cuerpos de 18 presidentes de la República: Vicente Rocafuerte, Eloy Alfaro, José Aria Urbina, Carlos Julio Arosemena, Carlos Arroyo del Río, Emilio Estrada, Jaime Roldós Aguilera... También están los restos de 8 próceres: José Joaquín de Olmedo, Rafael Ximena, Claudio Roca, José de Villamil y Almirante Juan Illingworth, entre otros.

Además, están los escritores José de la Cuadra, Enrique Gil Gilbert y Joaquín Gallegos Lara.

De otro lado, Jardines de la Esperanza, ubicado en el norte, fue fundado hace aproximadamente 35 años y posee 16 hectáreas. Su fundador fue Aurelio Carrera del Río. El primer cuerpo sepultado fue el de Manuel José Ayllón Morocho, en 1977.

El camposanto está en la intersección de las avenidas del Santuario y Felipe Pezo (frente a la ciudadela San Felipe) y tiene capacidad para acoger a un millón de personas.

En el cementerio Ángel María Canals, fundado en 1966, están enterrados los sacerdotes claretianos Ángel María Canals, cuyo nombre adoptó el camposanto, y el padre Gerardo Villegas, conocido por ser el iniciador de la procesión del Cristo del Consuelo. Ambos comparten el mismo mausoleo.

El sitio, donde no importa la posición económica o la posesión de bienes, fue creado con el fin de establecer un espacio cercano a los habitantes del Suburbio y poder tener más cerca los restos de sus seres queridos.

Fabara destacó que la tierra del panteón vale centavos por la conversión del sucre al dólar (ocurrida en 1999). “Cuando estábamos en sucres costaba 6.000 sucres y con la conversión quedó en $ 0,24”.

EXPERIENCIAS DE LOS CUIDADORES DE LOS MUERTOS

Trabajadores de los cementerios relatan que algunas veces han tenido experiencias ‘sobrenaturales’ en esos espacios.

Carlos Rodríguez, custodio del panteón Ángel María Canals, cuenta que está habituado, desde hace 5 años, a esas manifestaciones. Él asegura que, por las noches, suele escuchar el llanto de una mujer. “Pero nunca la he visto”, dice con seriedad Rodríguez.

En cambio, Mario Trujillo, jardinero del cementerio Jardínes de la Esperanza, narra que sí ha sentido manifestaciones extrañas. “Una vez estaba regando el césped con la manguera y, luego de una hora, se me acercó el administrador a reclamarme por qué traigo a mi hija al trabajo. Yo me sorprendí porque no tengo hijas. Pero entendí que se refería a una niña que a veces, según algunos, se aparece en este lugar”.

Del Cementerio General de Guayaquil también se escuchan historias tradicionales. Ricardo Ortega, guardia del camposanto, relata la leyenda de una señora vestida de negro y que lleva en sus brazos a un bebé llorando. Sin embargo, afirma que “está curado de espanto”, pues frecuentemente se escuchan llantos desgarradores.

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