Una rara fruta de la India da vigor a guayaquileños
En pleno centro de Guayaquil y a miles de kilómetros de las Ghats Occidentales (zona montañosa y remota de la India) algo extraño llama la atención a los transeúntes.
La gente, en su mayoría ejecutivos, se acerca a una rústica fuente de soda ubicada en las calles Escobedo y Luque, donde se exhibe varias jacas.
Unos las miran, otros las tocan, no falta aquel que acerca su nariz y huele; pero al final todos preguntan ¿qué es?
Don Bolívar Gaviria, propietario del local que comercializa este misterioso y voluminoso fruto, les dice a todos que es jackfruit.
Su conocimiento de esta fruta -que se cultiva en la India, Birmania, Ceilán, el sur de China, Malasia, las Indias Orientales, Filipinas, Kenia y Uganda- es básico.
A sus clientes les dice que se siembra en el territorio indio y que es conocida en esa zona como “la fruta de los 7 sabores”.
Afirma que llegó a sus manos hace aproximadamente unos 12 años, cuando un amigo la trajo desde un país asiático.
También les expresa que es rica en potasio, calcio, aminoácidos y que actúa como un vigorizante natural.
El menudo hombre de 59 años no está seguro si su consumo podría servir de estimulante sexual.
Lo cierto es que a Lucrecia Lema, Carmen Delgado, Jorge Falconí y Blanca Mora les gustó el batido que les preparó con leche y azúcar.
Casi todos coinciden en que el sabor es igual al licuado de melón. Sin embargo, no es melón. Más bien su forma es similar a la de una sandía. Se diferencian en que la cáscara de la primera es lisa, en cambio la de las jacas tiene pequeños pupillos.
Su pulpa no se compara con la del melón de agua, más bien se asemeja a la de una guanábana. Tiene pequeñas bolsas o sacos en cuyo interior está la semilla.
Estos bulbos, para hacer batidos, son los que se licuan crudos o cocinados, o también se los puede comer enteros. Su color es amarillo.
Un sembrío en todo lo alto
La producción de la jaca (Artocarpus heterophyllus, nombre científico) no es compleja.
Se adapta al clima húmedo-tropical o muy cerca de los ambientes tropicales. Es sensible a las heladas en sus primeras etapas de vida y no tolera la sequía.
En la ciudad, Gaviria tiene sus sembríos entre el escalón 30 y 40 del cerro de Mapasingue. Llegar al sitio no es fácil, ya que se debe subir por empinados peldaños hasta su casa, donde están los huertos.
Revela que riega sus 7 plantas cada dos días y que ya tiene su propio vivero con el que espera aumentar la producción.
El mayor de sus árboles mide unos 10 metros de alto, aproximadamente, y los más pequeños 2 metros.
En cada uno hay racimos que tienen de 5 a 8 nangkas, denominación con la que también se conoce a la jaca en Malasia y Filipinas.
Las frutas maduras grandes las comercializa don Bolívar en $ 20, mientras que en su local conocido como “El coleguita” los vasos de batido tienen precios de acuerdo con el tamaño.
Gaviria está convencido de que en algún momento los guayaquileños le encontrarán el gusto al jackfruit y que la demanda crecerá. De su comercialización dependen actualmente 4 familias.
El profesor de Fruticultura de la Universidad Agraria del Ecuador, Miguel Zamora, afirma que la khanun o khnor, nombre con que se la identifica en Tailandia y Camboya, respectivamente, se puede adaptar muy fácilmente al Ecuador.
Añade que existen algunos árboles sembrados por la zona de Quevedo (Los Ríos) y en la vía a La Maná (Cotopaxi),pero solo para el consumo de unas cuantas familias.
Explica que el acceso a los consumidores locales no va a resultar tan fácil, ya que la gente está acostumbrada a lo tradicional y principalmente a lo que conoce.
“Introducirla al mercado va a implicar una alta inversión para los productores. Acá se prefiere el banano, la papaya, el melón y otros de consumo masivo”.
Subraya que en un estudio efectuado hace algunos años se consideró a la jaca como una fruta no tradicional y proveniente de la Amazonía. “En otros países se elabora una variedad de productos como postres, mermeladas, conservas, cócteles y otros.
En el nuestro recién se está elaborando jugos y batidos. Aún estamos muy lejos de conocer todos los beneficios y propiedades que nos pueda proporcionar este milenario alimento. Quizás en el futuro se lo podría considerar”, precisa el catedrático.