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Un espacio para la reunión familiar, el comerciio y hasta para bautizos religiosos

Una playa que no es para broncearse

El panorama es de gente sin poses. Aquí nadie usa gafas ni trajes de baño de última moda. Los bañistas lo único que desean es pasarla bien en familia y nada más. Foto: Pilar Vera |  El Telégrafo
El panorama es de gente sin poses. Aquí nadie usa gafas ni trajes de baño de última moda. Los bañistas lo único que desean es pasarla bien en familia y nada más. Foto: Pilar Vera | El Telégrafo
16 de febrero de 2014 - 00:00 - Mercy Narea Arellano, Universidad Casa Grande

Conocida como la Playita del Guasmo, este balneario en el sur de Guayaquil sirve como escenario para bautizos y puestos de venta de mariscos recién capturados.

En esta playa la gente no se broncea, no usa gafas de sol ni se entierra en la arena. No es uno de los sitios más visitados durante la temporada playera y tampoco venden artesanías en sus alrededores. Pero en esta playita los guayaquileños juegan, aprenden a nadar, compran pescado fresco y hasta se bautizan. Por eso, la gente que la visita no se anda con vainas.

Está ubicada en el Guasmo Sur, en la cooperativa San Felipo. Es un balneario artificial que lo construyeron en 2004 durante 5 meses. Ahí, para que los visitantes toquen el agua deben descender por cuatro gradas. En realidad es una parte del estero Cobina, pero se lo conoce como la Playita del Guasmo o solamente la Playita.

El Jordán del Guayas

Cuando se ingresa a la Playita del Guasmo se ve a la gente dispersa, jugando, mojándose y riendo. Pero entre ellos resalta un grupo de personas con paraguas, debido al sol que quema. Algunos de ellos están secos y otros dentro del agua, pero ninguno semidesnudo. Una mujer de falda larga sostiene un micrófono y dirige al resto de su grupo con el canto: Mis pecados perdonados son mi Jesús los sepultó en la más profunda mar mis pecados perdonados son.

Era el día de los bautizos y el 26 de enero de 2014 los realizó la Iglesia Pentecostal Peniel, perteneciente al Concilio Rostro de Dios. Y lo hizo de la mano del pastor Cirino Ruiz Martillo, un hombre que ha dedicado 35 de sus 70 años a la iglesia. Sobre los bautizos, afirma, no siempre se realizaban en la Playita, “eran en Salitre, pero como el río sube, no se puede”.

Jóvenes del sur de la ciudad se reúnen para disfrutar un poco del teatro.

Las personas que rodeaban a los creyentes desde las escalinatas grababan lo que ocurría con sus celulares o sus cámaras digitales. Los cantos comenzaban cuando cada uno de los 7 fieles próximos a bautizarse bajaban a reunirse con los 2 diáconos y el pastor, quien no tenía reparos en mojarse, ni en dejarse las medias y las zapatillas franciscanas. Así ocurrió cuando le tocó el turno a Danny Llumetaxi, un joven que a sus 18 años decidió poner fin a una vida con las drogas y buscó refugio en Dios.

El joven de facciones indígenas bajó los escalones y tomó las manos de quienes lo rodeaban. El pastor le decía frases que lo emocionaban y lo llevaban a las lágrimas. Danny movía la cabeza como quien dice no. Se sacudía, lo sacudían. Lloraba. Pasó así durante 3 minutos y por un instante lo agacharon hasta que el agua lo cubrió.

Subió los escalones llorando. Ya en la arena se arrodilló, colocó su cabeza en el piso y sus sollozos se opacaron por el canto que los demás entonaban: Como las aguas del río hacia la orilla del mar así llegó la gracia de Dios a mi corazón.

Los mismos cantos se entonaron con las 7 personas que el día domingo iniciaron su vida con Dios gracias al bautizmo.

Cuando terminó de orar, los miembros de la iglesia felicitaron a los recién bautizados. Danny expresaba un rostro sereno. Sus ropas ya no eran blancas, pues tenía arena en sus rodillas y codos, sus ojos ya no tenían lágrimas y su voz estaba tranquila. Cuando se le preguntó qué sintió durante su bautizo, responde: “Es como una corriente, como dice la Biblia, que dentro de nosotros corren ríos de agua viva”.

Tres sartas por ‘sota’

En el extremo izquierdo, frente a la Escuela de canotaje La Playita, se encuentran amarradas canoas y lanchas vacías. Pero a las 13:00 empiezan a llegar otras, cargaditas de lisa, corvina y bagre.

Hace 5 años que Luis Alberto García es el presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales ASES del Mar, y hace 15 que tiene la misma embarcación, llamada Buena Fe. Escogió ese nombre por la fe que tiene hacia Dios, que le permite regresar a casa todos los días, la que hace que sea uno de los primeros en vender.

Hay que tener cuidado la bañarse porque existen pequeñas embarcaciones a la orilla.

Aprendió a pescar en su natal Esmeraldas, cuando a los 9 años, observaba cómo lo hacía su papá, Hypólito García. Poco a poco fue aprendiendo la técnica y desde los 17 años  ejerce como pescador independiente. Ahora, a sus 49, llegó a la orilla con una buena cantidad de pescados. Los precios variaban: “tres sartas por ‘sota’, tres por ‘sota’”, mencionó al referirse a un conjunto de pescados atravesados en el paladar por un plástico fino (sarta); cuesta 10 dólares (sota). También los suelen vender a una ‘quina’, es decir a 5 dólares, y hay desde 1 dólar.

La rutina de Luis Alberto empezó entre las 04:00 y 06:00, hora en la que se levantó para encontrarse con los otros integrantes de la asociación. Durante una hora estuvieron ‘corriendo motor’ y a las 07:00 recorrieron los distintos lugares para encontrar los peces que venderían más tarde.

Tal como Danny o Luis Alberto, a la Playita del Guasmo no se viene solamente a divertirse, sino a vender, comprar y a bautizar.

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