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Una casa llena de historia en la ciudadela La Atarazana

 Aunque a simple vista parece un local de chatarras, posee objetos muy valiosos. Fotos: Cortesía
Aunque a simple vista parece un local de chatarras, posee objetos muy valiosos. Fotos: Cortesía
06 de abril de 2014 - 00:00

Quien ha pasado por la Av. Plaza Dañín, norte de Guayaquil, diagonal a los bloques de la FAE se encuentra con una casa que  llama la atención, no por su modelo común, mucho menos por sus ventanales o puertas, sino porque  tiene objetos muy antiguos afuera de su domicilio  que   a la vez se ha convertido en un  taller. Un letrero en la entrada de la casa da la bienvenida “pago bien y vendo todo en bronce, plata, monedas, cucharas, adornos, marfiles, incaicas, hachas, cuadros, porcelana, etc.”.

Con pistola en la cintura, agarrado su agenda azul con contactos de ‘gente refinada’, se encuentra Nill Cornejo López, un galapagueño de 86 años, propietario de un negocio no tan común como lo es la compra, venta y reparación de antigüedades. Su nieto Marcos Arroba, de 20 años, es su ayudante y quien en un futuro tomará las riendas del negocio. Un negocio poco común que guarda ciertas reliquias e interesantes objetos.

“Me han robado 6 veces, por eso tengo mi arma registrada por la Policía (totalmente cargada con municiones), no le tengo confianza a nadie porque han venido con la excusa de venderme algo y me han robado".

En su taller,  a simple vista se pueden observar las  primeras bañeras y máquinas de coser, ruedas de carrosas, grandes pailas y calderas de bronce, campanas de iglesias del año 1810, relojes de pared y monedas muy antiguas. También se encuentran hasta piezas arqueológicas.
Ingresar a su taller es como retroceder el tiempo, y si bien  es cierto que no estamos por el siglo XIX  por las cosas de antaño que hay en el lugar, a través de la imaginación se puede revivir aquel tiempo.

Con recelo dice: “Empecé hace 67 años; mi abuelo era quien  gustaba de coleccionar cosas antiguas y cuando murió heredé todo, desde camas de bronce hasta silbatos de barco, timones, anclas y cañones. Con el tiempo compré más objetos a personas conocidas que lo primero que vendían eran las cosas ‘viejas’ que tenían en la casa sin saber el verdadero valor. Es algo muy común en Guayaquil, muere una persona y los herederos  quieren  vender todo, muchas veces ignoran el valor que puede tener cada cosa”.

Pero, ¿qué fue lo que inspiró a Cornejo a convertir el pasatiempo de su abuelo en negocio para él? “Este negocio atrae a mucha gente adinerada, ya sea para vender o para comprar”. Los objetos con mayor valor los tiene bajo llave. Adoptó esta medida de seguridad por los robos que sufrió. "Aprovechando que soy un viejo me han robado algunos objetos valiosos”.

Aunque asegura que el negocio actualmente ya no es muy rentable, por lo que las ofertas van y vienen, como las del Municipio de Cuenca y personas de diferentes nacionalidades como chilenos, canadienses y japoneses para la compra de algunas piezas que poseen valor histórico, su pasión por las antigüedades hace que se mantenga.

Relojes, lámparas y todo objeto de bronde figuran entre sus favoritos.

En el sitio hay cosas que despiertan curiosidad como los cañones de guerra (ya dados de baja). “Estos le compré a un rector de una universidad de Guayaquil, su nombre no lo recuerdo”.

Rosarios de plata reposan en una de las paredes  del taller, teléfonos antiquísimos, campanas y campanillas de bronce, relojes-adornos y velas aparentemente de oro, rockolas, cantimploras que fueron de la Marina del Ecuador y que datan de 1950, 2 anaqueles llenos de libros con más de 100 años de antigüedad, ruedas grandes y pequeñas de carrosas, candelabros de bronce y máquinas de fundir metales. 

Sin embargo, asegura que no vive con lujos y que una de sus grandes pasiones está en los libros. Se graduó en la universidad como ingeniero civil, su fiel amigo es ‘Macho’, un perro pitbull que ahora está ciego, pero que lo acompaña desde hace  más de 14 años.

Esta actividad le ha costado mucho sacrificio. Le han robado, lo han amarrado y le han pegado, y hasta lo han acusado de estafa. Le han pasado muchas cosas, pero, dice que  es parte del oficio de coleccionar.

En más tres ocasiones le han robado dentro de su casa por ellos asegura que ya no se dejará robar, “aquí tengo mi pistola, si lo quieren hacer les pego un tiro, al final ya viví, pero el ladrón que venga será joven y él perderá más, porque ya no tengo nada más que perder”, finalizó Nill Cornejo.

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