Último flagelo pone en duda la prevención
Aún las lágrimas nublan la vista de Verónica Patiño Lucas, de 28 años, cuando se le pregunta cómo inició el flagelo.
“Nos cogió de sorpresa a todos, eran como las dos y media de la tarde. Nadie se dio cuenta del fuego en la casa, quien avisó fue una vecina”.
Verónica mira a los niños de la familia que juegan tranquilamente en la acera mientras el llanto está a punto de brotarle.
Esta es una de las consecuencias dejadas por el incendio ocurrido el pasado viernes 25 de mayo, en las calles Guaranda y Huancavilca, a una cuadra del Mercado de las Cuatro Manzanas.
La casa multifamiliar, de dos plantas y de construcción mixta, era habitada por 6 familias de 24 miembros, incluidos 10 niños.
Aunque ellos sobrevivieron sin ninguna lesión o quemadura, perdieron todos sus enseres personales, electrodomésticos, ropa y útiles escolares de los más pequeños.
Todo se consumió en lo que duró el flagelo: 10 minutos. Eso fue tiempo suficiente para que los moradores de las casas aledañas sacaran también sus muebles para salvarlos en caso de expandirse las llamas.
Verónica Patiño especula que el fuego pudo iniciarse en la habitación de su tía, Juana del Carmen Lucas, quien sufre de una discapacidad mental, al haber dejado una vela encendida y marcharse.
Esta hipótesis y otras teorías más sobre el origen del incendio, aún están en investigación, según declaró Medardo Silva, mayor del BCBG (Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil).
Las 24 personas afectadas ahora esperan la ayuda de las autoridades pertinentes. “Los del MIES ya vinieron a tomar nuestros datos el día que ocurrió esta tragedia. Ahora sólo esperamos la ayuda que nos prometieron”, explica Verónica, pero siempre preguntando a sus familiares por si acaso se le olvida algún dato.
Entretanto, desde la tarde del viernes y una vez que los bomberos extinguieran el fuego, los hombres de las diferentes familias afectadas junto con algunos vecinos, empezaron a retirar poco a poco los escombros y los restos calcinados de lo que alguna vez fue una cocina, un sofá o una cama.
Actualmente las diferentes familias que vivían en las viviendas siniestradas se han distribuido en los hogares de amigos, vecinos o familiares.
Ellos esperan conocer qué decisión tomarán las autoridades del MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social) sobre su situación; aunque esta cartera de Estado momentáneamente les ha llevado alimentos y vituallas hasta ubicarlos en sus nuevos hogares.
Otras de las novedades que deja esta tragedia es la desaparición de la señora Juana del Carmen Lucas, de 65 años de edad y quien sufre de retraso mental.
Según Nancy Lucas Ramírez, otra de las sobrinas de la señora senil, nadie se dio cuenta en qué momento se ausentó, ya que aún estaban bajo el shock de lo ocurrido el viernes.
Juana es una de las personas a la que este diario entrevistó momentos después de sucedido el flagelo. Hasta el cierre de esta edición, Nancy Lucas y el resto de la familia, esperan tener noticias de ella.
Verónica y Nancy siempre han vivido en la casa de pisos de madera a la que llamaron hogar hasta el viernes pasado. Ahora sólo quedan los recuerdos y los desechos carbonizados sobre la calzada.