Juan Martínez, de 48 años, fue uno de los residentes, que habitan junto al Estero Salado, que ayer accedió a hacerse una prueba de sangre para conocer si es afectado por la contaminación del brazo de mar.

El vecino de Cisne 2, sector del Suburbio porteño, se mostró colaborador con una de las brigadas del Ministerio de Salud Pública (MSP) que visitaron, de forma aleatoria (al azar), a 200 pobladores que viven en las riberas del estuario. “Quisiera saber si estoy bien”, comentó.

Precisamente, 250 funcionarios de la cartera de Estado, como parte del proyecto Guayaquil Ecológico,  tomaron las muestras de sangre a los habitantes que están asentados junto a los esteros Mogollón, Palanqueado, Puerto Lisa y Las Ranas.

Las pruebas permitirán conocer los niveles de plomo, cadmio, mercurio y cromo (metales pesados) que tienen en el organismo los habitantes.

Los análisis de las pruebas de plomo y cadmio los harán en Ecuador, los otros  en el extranjero.El exceso de estos elementos puede provocar bronquitis, cáncer de próstata, hipertensión, afecciones cardíacas y vasculares, según el MSP. Para el viceministro de Salud, Miguel Malo, los datos relacionados con el sistema neurológico son los más preocupantes.

El médico Rodrigo Mendoza, responsable del Estudio Transversal de Metales Pesados en la Población Aledaña al Estero Salado, explicó que los análisis de las pruebas de plomo y cadmio las harán en Ecuador, pero las de mercurio y cromo serán enviadas a un laboratorio acreditado del extranjero. “Los resultados completos serán conocidos en un mes. Aunque se obtendrán datos preliminares, de los dos primeros elementos mencionados, la próxima semana”, dijo.

De acuerdo con el médico epidemiológico, los habitantes de las parroquias Letamendi, Febres Cordero y Ximena pueden ser afectados con los metales pesados de las siguientes formas: ingesta (alimentos cocinados con ese líquido o consumo de  crustáceos de la zona), contacto con el agua (bañarse) o   inhalar los olores del afluente.

Las personas que forman parte del estudio cumplieron con algunos requisitos, como residir hace 5 años en el lugar.

Jaqueline Aldás, vecina de Proletario Sin Tierra, fue otra de las personas que se sometió, tras ser informada, a las pruebas. La mujer de 41 años manifestó que está interesada en saber los resultados, porque “en las noches el estero apesta”.