Los santayenses se sienten más identificados con su tierra
Santay vivió una fiesta en honor a San Jacinto
El ir y venir de personas a las 07:00 evidenció ayer que no era un día más en la isla Santay (provincia del Guayas). Desde temprano sus habitantes comenzaron a traer hielo, llevar platos, mover sillas, trasladar pescados, instalar parlantes...
Querían que la zona natural protegida esté embellecida para recibir a los turistas en el Día de San Jacinto.
Según cuentan los santayenses, los pescadores locales solicitan a San Jacinto su protección durante las faenas en el río Guayas y en el golfo de Guayaquil.
Por ello, como parte de la serie de actividades preparadas, llevaron en una lancha desde el puerto principal un sacerdote católico.
El padre César Piechestein, un rostro conocido por tener un espacio en la televisión local, arribó a la isla en un día de aguas agitadas. “Hay aguaje”, informaron los comuneros.
No obstante, se habilitó la Casa Comunal (Community Hall, reza en inglés en un rótulo en la parte superior de la puerta), donde ofició la misa. Luego del acto litúrgico por sus fiestas, el padre anunció la institucionalización del rito los domingos: “¿A qué hora prefieren?”, consultó a los habitantes de la isla.
La festividad prosiguió con una mañana deportiva. Y no podía ser de otra manera que con disciplinas acuáticas.
A las 10:00 se efectuó una regata de yolas, en la que participaron cinco equipos invitados a la celebración patronal.
Eddy Salavarría, quien es el presidente de la comunidad, con orgullo cuenta que los jóvenes allí tienen la habilidad requerida para destacar en ese deporte. “Nos gustaría tener una escuela y un gimnasio. Así atraeríamos a más personas aquí”, sueña en voz alta.
De acuerdo con los residentes de mayor edad, antaño muchos se iban de la Santay en sus fiestas. Pero desde el año pasado, luego de las mejoras en la infraestructura, prefieren quedarse en la zona de reserva natural.
“Está muy bonito aquí”, expresa don Benito Parrales, de 68 años, a quien en broma le dicen el “papá de los cocodrilos”.
En un tono de voz amable, ayer se dedicó a contar a los asistentes la dieta que siguen los 12 animales que él cuida y que pueden ser admirados en el espacio llamado la cocodrilera.
“El más grande, el macho, come solo pollo pelado”, revela, mientras los oyentes se quedan sorprendidos por lo que cuenta. “Es fino”, bromean los integrantes del público.
También se organizaron campeonatos de índor fútbol y de voleibol. Por su parte los niños y los adolescentes mostraron sus creaciones artísticas en una exposición.
Los menores de edad se prepararon durante 3 meses para hacer productos con elementos reciclados (para estar acorde con el tema ecológico de la isla). Cuadros con clavos, binoculares con botellas de plástico, ceniceros con tapillas fueron exhibidos.
También, los niños se vistieron con sombreros de paja toquilla y pantalones blancos para resaltar su cultura. Las niñas, en cambio, formaron un grupo de danza y bailaron música rítmica contemporánea. (I)