Manuel Miño, comerciante del centro de la urbe, ya no recuerda cuánto tiempo ha pasado desde que se llevaron un tacho de basura de la avenida Machala (a la altura de Luque),  colocado por el Municipio de Guayaquil, a través de la Fundación Guayaquil Siglo XXI,  cuando se inició la regeneración urbana allí hace seis años.

En el lugar en que estaba  el tacho solo hay una coladera, cuatro varillas metálicas que sostenían el bote y la basura que la gente aún deja  para que la recoja la empresa    Puerto Limpio. “Si gusta un ejemplo más reciente de robo, no debe caminar muy lejos”, advierte Miño, mientras señala la esquina norte de la intersección.

En el sitio apuntado existe un hueco con varios cables en medio de desperdicios de plástico y papel. El ciudadano denuncia que la desaparición de la tapa de metal que cubría el cableado subterráneo ocurrió hace pocos meses. “(Los delincuentes) se los roban en la madrugada, ya sea en carretillas o en camionetas, como pasó con el tacho”.

La situación se repite en otros sectores. En las calles que comprende el perímetro comercial del centro (Ayacucho, Quito, 9 de Octubre y Malecón), las rejillas y tachos de basura son el primer blanco de las sustracciones.

En la esquina de 10 de Agosto y Boyacá, por ejemplo, un tacho de basura desapareció en el transcurso de 2012, durante la campaña emprendida por el Cabildo para evitar el robo de tapas, tachos, rejillas y otros bienes de la obra municipal.

En cambio, en las calles Malecón y Loja, y en la avenida 25 de Julio y Oriente, se observa que las tapas de alcantarillas están rotas y desgastadas.

Asimismo, a pocos metros de un paradero de la Metrovía, en la avenida 25 de Julio y Leonidas Ortega, hay un hueco por la falta de una tapa de cemento con borde de hierro.
La Fundación Guayaquil Siglo XXI estima que $ 370.000 anualmente se pierden por la desaparición de objetos utilizados en las obras de regeneración urbana.

Wilfrido Matamoros, gerente general de la entidad, expresó que el problema va más allá de los niveles de inseguridad, especialmente en el Suburbio oeste y sur de la urbe. “No me atrevería a criticar la labor policial, me incomoda más bien que la ciudadanía no denuncie directamente a los responsables”.

La Dirección de Justicia y Vigilancia, durante 2012, realizó operativos que incluyeron cierre e investigaciones en recicladoras y centros de fundición para frenar la compra y venta de estos elementos.

Johnny Terán, contador de Comercial Orellana, explicó que la tapa de una alcantarilla de hierro, de 40 libras, llega a costar $ 12, es decir, se paga hasta $ 0,30 por libra. “Nosotros para evitar problemas con el Cabildo no compramos a los chamberos, y a las personas que venden chatarra, de forma individual, se les emite una liquidación de compra y servicio”, afirmó Terán, proceso que sustenta la transacción comercial con personas que no llevan contabilidad en alguna empresa.

Este diario intentó contactar ayer a Xavier Narváez, director de Justicia y Vigilancia, para conocer los resultados de los operativos, pero en la Secretaría de su despacho  se notificó que estaba en una reunión y que cualquier entrevista debía ser coordinada con el Departamento de Relaciones Públicas.

Sin embargo, en esta última área, el personal informó que su titular, Julie Wöhl, está de vacaciones y que “cualquier asunto se puede preguntar directamente a Narváez”. Al final, ninguna de las dos  instancias se puso de acuerdo ni proporcionaron información sobre el asunto.