Reductores de velocidad, improvisados en las calles
En las vías de los barrios de distintos sectores de la ciudad es frecuente observar que se han instalado objetos y estructuras para que los vehículos frenen la velocidad.
Usando hormigón y cabos gruesos sujetos con grapas metálicas, los moradores de las ciudadelas Samanes, Alborada y del barrio Cristo del Consuelo construyen reductores de velocidad artesanales para, según ellos, evitar accidentes provocados por el exceso con el que conducen los choferes.
En muchos casos, los mencionados vigilantes acostados” son construidos sin permiso de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) o del Municipio local.
En 4 de Noviembre y callejón 11 -suburbio oeste-, por ejemplo, el vecindario que rodea un establecimiento educativo primario gestionó, hace dos meses, la ubicación de un cabo grueso frente al plantel.
La Ley de Tránsito sanciona con multa
de $ 127,2 a quien construya trabas
en las víasRenán Castro, morador del sector, comentó que la mayoría del barrio aprobó la iniciativa, pero también hubo quienes se opusieron “porque el cabo provoca que se tropiecen y se lesionen las personas”. Para él, la cuestionada medida busca evitar que los menores de edad sean arrollados.
El problema se complica porque en el callejón 11, de dos carriles y 5 metros, hay automotores que se estacionan y reduce el espacio para conducir.
La práctica se replica en más sectores. En Lizardo García, entre la F y callejón D -Cristo del Consuelo-, implementaron dos tipos de reductor de velocidad: un pequeño muro de hormigón y la soga gruesa.
En el lado de Lizardo García se encuentra el dique y en la F se colocaron tres amarras, hace seis meses, entre estas, guardan una distancia aproximada de 20 metros.
Veryil Vera, habitante del sector, manifestó que la calle parece pista de carrera, porque es ancha y poco transitada. “Motos y carros aceleran como les da la gana, porque no hay señalética que advierta que funcionan colegios”.
En la decimocuarta etapa de la Alborada, en cambio, los conductores se quejan de que la presencia de los rompevelocidades ocasiona daños en las suspensiones de los vehículos.
Luis Lalama, prefecto-jefe del Cuerpo de Vigilancia de la CTE, aseguró públicamente, semanas atrás, que corresponde al Cabildo controlar la edificación no autorizada de estas estructuras.
La construcción de estas estructuras está regulada por la norma RTE INEN 004-1:2011, que establece que deben tener una altura entre 8 y 10 cm y un ancho de entre 3,50 y 3,70 m. El largo depende del ancho de la calzada. Para su instalación se requiere que el flujo vehicular sea menor a 500 automotores por hora y se prohíbe que se coloque sin autorización (expresa y por escrito) de la entidad reguladora competente.
La CTE informó que, una vez presentada la solicitud se hace una inspección y, de ser el caso, se construye lo requerido de acuerdo a la norma INEN.
La Ley Orgánica de Transporte Terrestre y Seguridad Vial, en su Ar. 143, considera contravención grave de segunda clase la construcción de reductores de velocidad sobre la calzada de las vías, “sin previa autorización e inobservando las disposiciones del respectivo reglamento”.
Los contraventores serán sancionados con multa equivalente al 40% de la remuneración básica unificada del trabajador en general ($ 127,2) y reducción de 7,5 puntos en la licencia de conducir.