Pileta de colores ya no atrae más visitantes al malecón
El patio de comidas del Malecón del Salado, junto a la Universidad de Guayaquil, en las tardes, de lunes a viernes, luce casi desierto. Los rayos solares que golpean de frente a los locales dan una sensación de fastidio a los pocos jóvenes que están sentados revisando cuadernos o conversando. Solo hay uno que otro asistente con un plato de comida o bebida en la mesa.
En Keller Pizza, Arturo Morales mantiene la mirada hacia al frente en espera de un cliente. El administrador de dicho local, quien trabaja allí desde que abrió el Malecón, comenta que los jóvenes, sus principales clientes, prefieren comer papas fritas solas y patacones con queso, cuyos valores van de $ 1,25 a $ 1,50. “Hacen comentarios graciosos cuando compran la porción de pizza con jamón o peperoni de $ 1,50. Preguntan: ‘¿cuántos pedazos vienen?’. Con ese precio es imposible dar más de uno...”.
Precisamente, para atraer visitantes al lugar, a finales de octubre de 2011, se inauguró en la zona la Pileta Monumental, cuyo costo aproximado -según trascendió públicamente- fue de $ 3’000.000.
Por ello, en su inauguración, el alcalde de la ciudad, Jaime Nebot, manifestó: “A partir de ahora (la pileta) es un sitio ícono de Guayaquil. Nacional e internacionalmente atraerá a miles de personas. El turismo nos traerá empleo, bienestar”.
En la parte superior del Malecón, diagonal a la obra, Patricia Rosado, quien atiende en uno de los puntos de piqueos, comenta que hasta enero se registró un aumento de consumidores que llegaron hasta el lugar por la novedad del espectáculo de agua y luces multicolores; pero con el pasar del tiempo ha decaído la presencia de los visitantes. “Sí, se vendía más, pero volvimos a lo de antes. En la tarde esto es muerto”.
Otras personas que trabajan en la zona creen que, en parte, la disminución de visitas también tiene relación con los espectáculos artísticos que antes se organizaban allí, pero que ahora solo se realizan en fechas clave, como el Día de la Madre o el Día del Padre.
Rosado, señalando una pequeña tarima roja que yace en una esquina, afirma que la reactivación de esa actividad lograría que vuelvan los visitantes como antes. “A la gente le gustaba eso”.
No obstante, una de las zonas que comercialmente sí ha crecido es la única calle que está junto a la entrada principal de la Universidad de Guayaquil. Los locales de shawarma, empanadas y papas con pollo frito van en aumento. Esos productos se pueden encontrar desde los $ 0,50. “Es una competencia fuerte que afecta a los comercios dentro del Malecón, porque son más baratos”, opina Morales.
Efectivamente, Juan Rodríguez, estudiante de la Estatal, quien compró un shawarma y una cola a $ 1, opina que consume allí porque está más cerca de la entrada a la “U” y, además, evidentemente, porque es más barato. “En el patio todo vale más de $ 1”.
Y en ese patio de comidas todavía existen dos espacios que se encuentran sin ocupar. Antes allí estaban El Español, Comidas de Víctor y Capitán Fish. Mientras que en el otro lado del Malecón, pasando el puente, aún está sin ocupar uno de los locales de distracción nocturna. En meses pasados se supo que algunos estaban siendo concesionados para que fueran bar-restaurantes.