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Los empleados y ejecutivos del centro de la ciudad son sus principales clientes

‘Pedrito’ rompió los esquemas a la hora de servir los encebollados en la urbe porteña

Rocío Salazar es la encargada de la administración del local que está ubicado en las calles Escobedo y Vélez, el cual tiene entre sus clientes a decenas de ejecutivos y empleados de empresas del centro de la urbe. Foto: José Morán / El Telégrafo
Rocío Salazar es la encargada de la administración del local que está ubicado en las calles Escobedo y Vélez, el cual tiene entre sus clientes a decenas de ejecutivos y empleados de empresas del centro de la urbe. Foto: José Morán / El Telégrafo
10 de octubre de 2015 - 00:00 - Redacción Guayaquil

Un tiburón musculoso es la imagen con la que se identifica un emprendimiento gastronómico que ya tiene más de 12 años en el competitivo mercado de las comidas preparadas del puerto principal.

Su diseño no surgió de una agencia de publicidad o de un creativo, como suele pasar con las microempresas con mayor capacidad económica.

La idea la concibieron los esposos Milton Castillo (37) y Rocío Salazar (35).

Ambos son los propietarios de dos de los 6 locales que tiene la cadena de picanterías Pedrito. El principal establecimiento de la pareja y al que acuden más clientes está en las calles Escobedo y Vélez.

Allí, junto a 3 colaboradores, atienden a diario a decenas de consumidores que acuden en busca de uno de los platos típicos de la Costa: el encebollado.

Transeúntes, ejecutivos, empleados de bancos y de empresas cercanas están entre los comensales de los Castillo-Salazar.

Lo que marca la diferencia entre este negocio y sus similares es el valor agregado, pues esta pareja de guayaquileños no oferta la típica sopa caliente hecha a base de pescado (albacora), yuca y salsa de cebollas. Ellos decidieron ir más allá.

A un costo de $ 3,50, un cliente puede degustar una bandeja que a más del sencillo encebollado contiene cebiche de camarón, de pulpo y hasta de conchas. Incluye también trozos de calamar apanado.

Este potaje de frescos frutos marinos es considerado por expertos culinarios como un estimulante sexual.  De ahí que en el letrero que identifica al negocio junto al fortachón escualo se lea la leyenda: ‘El afrodisíaco del mar’.

Pero, ¿cómo nació la picantería?, Rocío, encargada de la administración del establecimiento, explica que su suegro aprendió a preparar cebiche con la receta de un amigo peruano que conoció hace décadas.

Luego de ello, el patriarca de los Castillo hizo una fusión de sabores con los aderezos de la cocina ecuatoriana y su sazón propia. Esos conocimientos fueron impartidos a Milton y a sus hermanos. Es así que empieza a desarrollarse la cadena de picanterías, gran parte de ellas en el centro de Guayaquil.

Jornadas de 16 horas

Jorge Vecillas trabaja en el área financiera de una compañía privada ubicada a solo tres cuadras de la cebichería.   

Él se ‘escapa’ de la oficina al menos dos veces por semana para degustar ya sea un encebollado mixto o un encocado, cazuela o cualquier otro plato que oferta Pedrito. El menú, los precios y la sazón los conoce. Lo que no sabe es todo el proceso  que se hace horas antes de que abran el local, a las 08:30.

La jornada empieza a las 04:00, cuando la pareja de emprendedores acude al mercado Caraguay o al de Transferencia de

Víveres para abastecerse de la materia prima.

La albacora es la base del plato que consumen unas 70 personas por día de lunes a viernes y quizás unas 140 cada sábado.

Milton, con la ayuda de una persona, se encarga de la preparación y de darle el toque de sabor que heredó de su padre.

No resulta raro observar a hombres enternados o a ejecutivas con traje sastre desayunando minutos después de la apertura del local.

A medida que pasan las horas, transeúntes, comerciantes, padres de familia y otros se integran.  

El negocio tiene un altillo donde los comensales pueden sentarse. Su estilo, donde predomina la madera, es antiguo.  Hacia las 11 de la mañana, al menos unas 30 porciones de encebollado y otros platos han sido servidas. La opción gastronómica de la zona es variada. En los alrededores de este local de Pedrito existen panaderías, cafeterías,  fuentes de soda, pastelerías y negocios de venta de sánduches de cerdo. Rocío afirma que mucha gente prefiere comerse un encebollado. Está consciente de que la combinación mixta costaría en otros locales entre $ 5 y $ 6.

Empero ella tiene claro que su éxito, y por consiguiente las ganancias, recae en el volumen de ventas.

“Nosotros ofrecemos cantidad (tamaño del plato), calidad (productos frescos) y buena atención al cliente. Esos son algunos de los secretos de nuestro éxito”, enfatiza.

Además hay otro detalle importante. En Guayaquil, la mayoría de picanterías que ofertan estos platos atiende solo hasta el mediodía o unas horas después. En Pedrito, los comensales tienen la oportunidad de comer los alimentos del mar hasta las 18:30.

Es por ello que las jornadas de trabajo para los miembros de la familia Castillo superan las 14 horas por día.

El negocio de estos esposos guayaquileños tiene un frente de aproximadamente 5 metros y unos 6 de fondo. Cuenta con lo elemental para satisfacer las exigencias de la clientela. Sin embargo, ellos creen que es hora de dar nuevos pasos hacia adelante.

Así ya analizan la posibilidad de solicitar un crédito en el sistema financiero privado o en el estatal para mejorar la infraestructura de su negocio. “Tenemos serios planes de mejorar”, afirma Rocío.

Ella está convencida de que actualmente en este tipo de negocios no solo hay que dar un buen producto, sino también  renovar la imagen.   Además su hija mayor, de 13 años, está interesada en seguir los pasos de sus padres, según expresa.  

Otro objetivo que tiene en mente la emprendedora es participar el próximo año en los eventos gastronómicos que organizan las entidades del Gobierno, como el Ministerio de Turismo o los que coordina el Municipio de Guayaquil.

Salazar sabe que tienen madera y sazón como para competir con otros negocios dedicados a la venta de cebiche y encebollado de la ciudad.

Está consciente de que debe continuar perseverando y esforzándose junto a su esposo.

Ambos también han atravesado momentos difíciles en estos 13 años de existencia de la picantería.

Incluso alguna vez pasó por sus mentes dedicarse a otra actividad, pero los fieles clientes los volvieron a motivar como el primer día, cuando abrieron las puertas de su célebre picantería. (I)  

Datos

El encebollado es un plato típico de la Costa, pero también es consumido por los habitantes de la Sierra y el Oriente.

Su popularidad es tal que el Ministerio de Turismo organizó hace varios meses el Mundial del Encebollado. El evento se desarrolló en Manta.

El plato triunfador lo preparó un joven chef nacido en Esmeraldas, pero de padres manabitas.

Roger Moreira se llama el triunfador del evento. Él disputó junto a 10 finalistas. (I)

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