Tendencias urbanas: el uso del tiempo libre en Guayaquil tiene un nuevo y gran aliado
220.000 visitantes mensuales recibe el Parque Samanes de Guayaquil
Hace cinco años, el Ministerio del Ambiente proyectaba beneficiar a 400 mil personas del norte de Guayaquil con el Parque Ecológico Samanes. Al momento asisten 220 mil ciudadanos al mes, no solo de esa zona, sino del centro y sur de la ciudad. Incluso llegan de otras provincias y otros países. La atracción es el entretenimiento, la práctica deportiva y mantenerse en buen estado de salud.
Los terrenos donde se asienta esta gran área recreativa tienen su historia y anécdotas. Las primeras 379,79 hectáreas del predio pertenecían al Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (Issfa), que a través de un acuerdo pasaron al Estado.
Los militares en servicio pasivo reclamaron, pues tenían previsto construir un plan habitacional que les daría una renta de $ 60 millones. Al final, el Estado le dio otro destino a estas tierras y hoy ofrecen beneficios sociales y rentabilidad en las zonas aledañas.
El arquitecto Ricardo Mórtola (fallecido), adelantándose al futuro, diseñó la obra, pero pasó por múltiples malabares para acercarse al presidente Rafael Correa y entregarle su proyecto. El Ministerio del Ambiente también tenía uno. En un enlace ciudadano el Mandatario mostró ambos y la ciudadanía escogió el del profesional. Luego se fusionaron las dos ideas, plasmadas hoy en el parque.
Esta obra costó $ 103,2 millones, invertidos en tres fases, que comprenden la zona de canchas, estadio Christian Benítez y el área de lagunas y gran vía; zona de reserva forestal senderos; sector de eventos culturales y la concha acústica.
Un promedio de 93.000 visitas mensuales ingresa por la puerta de la avenida Francisco de Orellana. El parque tiene 5 accesos. Cada mes llegan 220 mil personas, según Andrés Cabello, director de marketing y ventas. El parque tiene capacidad para 300 automóviles, más los de la concha acústica. La reciente llegada del papa Francisco, que ofició la misa campal ante medio millón de personas, contribuyó a subir las visitas, ya que antes solo arribaban de las ciudadelas Las Orquídeas, Guayacanes y Samanes.
El área de recreación se expande a través de 851 hectáreas, incluido Cerro Colorado, que cuenta con 325. Hasta la fecha, los usuarios se entretienen en las 7 etapas construidas, que representan más de 200 hectáreas, de las cuales la zona de senderos comprende 137 hectáreas; el área de las canchas y vegetación tiene 47; para los eventos culturales se proporcionó un espacio de 16,5 hectáreas.
La concha acústica fue una de las últimas obras entregadas, pero pronto se levantarán más canchas y un muelle cerca del río.
La gente siempre exige que el parque esté en mejores condiciones. Para lograrlo, la Empresa Pública de Parques Urbanos y Espacios Públicos EP gastó $ 3 millones el año pasado en servicios básicos, seguridad, áreas verdes, limpieza, sueldos y eventos.
Este pulmón de la ciudad cuenta con 4.927 árboles, algunos ya han crecido y otros están en proceso de desarrollo, entre las especies verdes hay: guayacán, olivo negro, fernán-sánchez, samán, samancillo, teca y pechiche.
Dinamismo comercial
La actividad deportiva, comercial y laboral dinamizó al parque. Los ingresos provienen de la adjudicación de locales, patios de comidas, alquiler de oficinas, bloques para ferias de todo tipo, arrendamientos del estadio y de las canchas reglamentarias (2), así como de vallas publicitarias. En 2015, los ingresos llegaron a $ 620.000 y se espera un incremento progresivo.
Por ejemplo, la tarifa de un alquiler de espacio para una sesión de fotos de 3 horas cuesta $ 500. “Tratamos de optimizar recursos para su mantenimiento sin dejar de ofrecer actividades gratuitas, como el cine al aire libre, la semana del deporte, en la que se exponen diferentes disciplinas”, dijo Cabello. Para la seguridad de los usuarios, el recinto tiene 10 monitores por turnos y guardaparques. La administración de este centro de recreación pasará a la empresa Inmobiliar.
Canchas sintéticas beneficiosas
Las 57 canchas de fútbol, voleibol, básquet, tenis y handball no son suficientes para la gran masa de deportistas que llega.
Las sintéticas, que son utilizadas en el 90% para practicar deporte, tienen más beneficios que complicaciones, entre los que se destacan menos lesiones o deshidrataciones mayores. Aquello ha permitido la rápida diversificación de este tipo de lugares, según el deportólogo Pablo Sarmiento.
“Actuar en estos espacios evita esguinces de tobillos, inflamaciones del tendón de Aquiles, fracturas en los dedos de los pies o problemas en las rodillas, lo que tiende a ser cotidiano donde hay material orgánico vivo”. Pero recomienda practicar cualquier disciplina a 28 grados centígrados, para no afectar la hidratación normal del cuerpo.
“Una cancha sintética con un buen sistema de drenaje evita que los rayos solares evaporen el agua y se eleve la temperatura del lugar, lo que sí ocurre en el césped natural, causando mayor pérdida de líquidos en los deportistas”. Aunque no todo es bueno, los usuarios de estas áreas deben cuidarse de actuar en horas en que el Sol calienta mucho el plástico del campo de juego, esto puede provocar mayor calor en sus pies e incluso quemaduras para aquellos intrépidos que con su cuerpo ‘recorren’ el campo de juego”.
La FIFA y la UEFA respaldan el uso de las canchas sintéticas. (I)
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Una casa cuesta de $ 90 mil a $ 100 mil
Las viviendas adquieren más plusvalía
Los moradores de ciudadelas como Estrella del Mar, Las Orquídeas y Samanes fueron testigos del cambio en la zona y con ello subió la plusvalía de sus viviendas. Eso se traduce en páginas de internet, donde aparecen avisos en los que se promociona la venta de viviendas del sector -en valores de hasta $ 130.000- que hacen referencia a la cercanía con el parque.
Margarita Meza, quien reside hace 15 años en una casa esquinera de 2 plantas, dijo que desde la inauguración del espacio público conoció de casas que se vendían de $90.000 a $ 130.000, y aparecieron los compradores. Ella recuerda que hasta hace 3 años una estructura de dos pisos se comercializó en un promedio de $ 50 mil.
Mónica Álava reside hace un año y medio en el sector. Alquiló en $ 180 una pieza con dos habitaciones construida en el espacio de una vivienda. En la renovación del contrato le subieron a $ 200, pero señala que en el sector hay alquileres de hasta $ 250. Kevin trabaja hace dos años en una oficina de venta de insumos para arquitectos de un familiar y afirma que con el parque hay un movimiento más frecuente de personas que además han llegado al negocio. “El Municipio asegura que en los últimos dos años no se aumentó el impuesto predial en ese sector”. (I)
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Crónica
Las familias se 'apoderan' del parque
La tarde cae y una nube de aves cubre el cielo y parte del horizonte del Parque Samanes, en el norte de Guayaquil, cuyas 851 hectáreas, hace cuatro años, estaban en desuso en manos del Ejército ecuatoriano. La bandada, parte de las 90 especies que habitan la zona, pinta el firmamento con el fondo de una sinfonía natural. Garzas, palomas, tórtolas, periquitos, entre otras, se hacen presente.
A pocos metros, el cemento, el adoquín y el asfalto se unen a ese paisaje natural maquillado por la presencia del hombre. Sobre una de las tres pistas atléticas se deslizan tres mujeres ataviadas con zapatos y ropa deportiva de marca. Para ellas es la última vuelta al ‘bastón’ de 1,9 kilómetros para correr la primera etapa del parque, inaugurada en enero de 2013.
“Esta obra gubernamental me parece excelente”, expresa la economista Katty León Álava, una bella mujer de 52 años que practica yoga y atletismo para cuidar su físico y evitar problemas de salud. La atleta urbana está acompañada de dos amigas, una elocuente como ella y otra tímida y desconfiada. Esta última se aleja disimuladamente; mientras la otra se identifica como Isabel Rendón Lino, de 44 años. Poco a poco, venciendo el cansancio, Isabel también elogia la obra estatal, sin embargo cuestiona la falta de ‘guardaparques’ que controlen el ingreso de personas con perros.
“No es posible que por unos pocos irresponsables este sitio se destruya. Vienen con sus canes y estos hacen sus necesidades (deposiciones) y no las recogen”, denuncia Isabel, una madre divorciada que encontró en el Parque Samanes el complemento a su vida laboral. Ella, de menuda estatura y piel trigueña, es diseñadora gráfica independiente.
La vegetación incluye 192 especies: beldaco, membrillo, guayacán, samán, saiba, ceibo, paipai, guachapelí, samancillo, coquito, pijío, etc.
El recinto, desde las 06:00 hasta las 23:00, no pierde vida. En la zona de máquinas para ejercitarse, en la tercera etapa donde está la concha acústica, se escucha. “Arriba, abajo, arriba, abajo”. La dueña de ese monólogo es Tanya Nolivos Tamayo, de 48 años, bióloga marina, asidua visitante del lugar junto a su esposo Marco Carpio, también de 48 años; y sus dos hijas, Melani y Milena, de 16 y 11, respectivamente.
La familia Carpio Nolivos practica ejercicios de estiramiento, tras recorrer la primera y tercera etapa del parque a paso acelerado. “Estamos aquí desde las 18:30 y ya son las 20:00”, comenta el señor Carpio, mientras ayuda a sus hijas en el estiramiento de piernas, antes de abordar un automóvil que los llevará a su morada.
Gustavo Lucín, de 50 años, militar retirado de la Armada, no le teme a la lluvia y ese ‘valor’ le transmite a su pequeña hija Emilia, de 9 años, quien se arregla los patines para recorrer el lugar. Junto a ellos está Paulette, la más pequeña, de 7 años. En las máquinas, más alejada, está la madre de ambas, Cristina Mateo, de 52.
Aferrada al brazo de su padre, Emilia emprende la sesión nocturna de patinaje. La lluvia es ignorada y la diversión familiar gana terreno en el parque más grande del país y uno de los más extensos de América del Sur, el cual también acoge 10 especies de mamíferos, 7 de reptiles y una de anfibio. La lluvia no amaina, pronto las luces se apagarán y el susurro nocturno de la naturaleza invadirá a Samanes. (I)