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Parque cerrado por “seguridad” aparenta ser espacio privado

Una cadena está colocada en tres de las puertas del lugar, mientras que el único ingreso permanece con picaporte, el que siempre debe estar cerrado.
Una cadena está colocada en tres de las puertas del lugar, mientras que el único ingreso permanece con picaporte, el que siempre debe estar cerrado.
Foto: Miguel Castro / El TElégrafo
25 de enero de 2018 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

César Chang, un estudiante del Ecomundo, llega hasta la cooperativa Guayaquil, cerca de la av. Juan Tanca Marengo para encontrarse con una compañera. Sin embargo, ella no se encuentra en su domicilio, por lo que decide esperarla en un parque de la zona.

El espacio conocido como Antonio Neumane nació al mismo tiempo que el sector, hace más de tres décadas. El joven Chang se sienta en una de las bancas del lugar para escuchar música mientras chatea con su celular.

Dice sentirse seguro porque, además de una Unidad de Policía Comunitaria cercana, el sector en general es tranquilo y bien urbanizado.

“El parque está cuidado, a lo mejor por eso está cerrado, aunque por lo que veo, no es muy visitado”.

Eva C., madre de una niña de 5 años, cuenta que todas las semanas visita a familiares en el sector y en ocasiones se ha visto tentada a llevar a su hija a los juegos infantiles, pero no lo hace porque siente que el espacio es restrictivo.

“Parece propiedad privada, temo que si algo se daña me intenten cobrar”.

La práctica de restringir el uso del espacio público no es exclusiva de este sector. Hasta hace menos de una semana, el parque Centenario estaba bajo la misma limitación: tres de cuatro puertas selladas. Luego de quejas constantes de los ciudadanos, el alcalde Jaime Nebot dispuso la apertura del acceso oeste, desde la avenida 9 de Octubre.

Sobre la situación del parque Antonio Neumane, Osvaldo Reyes, habitante del sector, justifica la medida por motivos de “seguridad” y preservación de los elementos que lo componen, entre mobiliario, juegos infantiles y jardinería. Es decir, seguridad de este espacio.

Los vecinos aseguran que la buena imagen del lugar no existió siempre. “Por muchos años, el sitio permaneció abandonado y era utilizado como botadero”, afirma Reyes.

Pero los desperdicios no provenían de los vecinos sino de ‘Francisco’, un guardia que decidió acopiar objetos reciclables en el lugar, con lo que desmejoraba el sitio y generaba malos olores.

Hace aproximadamente dos años, la comunidad decidió darle una nueva imagen y, con ayuda de la Policía, realizó una minga. El empeño fue tal, recuerda Reyes, que  ingresaron al concurso municipal ‘Mejoremos nuestro parque’, en el que alcanzaron el tercer lugar y un incentivo de $ 5.000.

La parte más llamativa del lugar es la jardinería. Incluso hay un arco de bambú en la única entrada abierta. En el punto, también existen dos rótulos que indican las reglas para utilizar el parque: Uno colocado por la Policía y el otro por la comunidad.

El primero detalla el horario (06:00 a 22:00), la prohibición de ingresar vehículos motorizados, bebidas alcohólicas o drogas.

Mientras que en el letrero colocado por la comunidad señala las sanciones previstas en ordenanzas municipales en casos en que ingresen mascotas sin correa o haya mala disposición de las heces caninas.

Si bien corresponde a la comunidad gestionar las medidas y recursos que fueren necesarios para preservar un parque en los casos en los que el Municipio otorga esas atribuciones, el vocero del Cabildo, Jorge Rodríguez -en una publicación anterior de EL TELÉGRAFO-, no comparte las restricciones a la libre circulación y uso de los parques. (I)

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