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"Pancha" la burrita legumbrera del sur

Las compras las realiza en un mercado minorista. El éxito de su trabajo se basa en las ventas puerta a puerta.
Las compras las realiza en un mercado minorista. El éxito de su trabajo se basa en las ventas puerta a puerta.
Foto: cortesía, Cinthia Arias V.
25 de agosto de 2016 - 00:00 - Cindy Arias V. , estudiante de la UIDE

Guayaquil amanece soleado y mientras todos los transeúntes esquivan al astro rey en las calles Capitán Nájera y Pío Montúfar, en el centro de la urbe, las altas temperaturas no inquietan a Vicente Polibio Sánchez Montesdeoca, quien a sus 80 años trabaja junto con Pancha, una burra fiel a su amo.

Cabizbajo camina de lunes a sábado, de 09:00 a 14:00. Es oriundo de la provincia del Azuay y llegó a Guayaquil cuando tenía 8 años. Se había quedado sin padre y su mamá no tenía los recursos para sostener a él y a sus hermanos. Por eso decidió vender quesos en la calle 10 de Agosto; luego siguió con la venta de legumbres y hortalizas porque “es lo que la gente siempre compra”, dice con tono bajo pero firme.

Pancha es oriunda de Catarama y es la única socia de su negocio. Sobre su lomo se coloca la carga pesada y para recuperar energías se alimenta de guineos y hojas de choclo. El animal no se inmuta ante el calor  pero siempre toma agua.  Vicente y Pancha empiezan la jornada a las 06:00 para ir a comprar las verduras al mercado del sur.

Choclo, papa, frijoles, ajo, cebolla, pimiento, tomate y todo tipo de verduras son los productos más solicitados y que no pueden faltar en su carreta. Cajón que él mismo construyó con la ayuda de sus hijos y de habitantes de la zona. Arregla todo minuciosamente para que sus clientes observen bien y puedan comprar.

Se acomoda la camisa, se arremanga el pantalón y empieza a desplazarse por las calles, esas que recorre desde hace 5 décadas y que le permiten ganarse entre 10 y 20 dólares más de lo que invierte. Esto le alcanza para comer, asegura.

Su trabajo es de mucho esfuerzo, pero aún cansado y sudado dice ser muy feliz y eso lo motiva a trabajar en lo que le gusta: vender.

Afirma que hombre y animal son el mejor equipo porque nadie vende como él lo hace en el sur de la urbe.

Vive en la 12 y la C, calles que le traen  mucha nostalgia. Habla de su esposa, de sus años juntos y del fallecimiento de ella hace 6 años.

De ese amor nacieron tres hijos varones. Dos viven en otras provincias y uno en Estados Unidos.

En Guayaquil está solo pero eso no lo amilana, al contrario, cuenta con el cariño de sus propios clientes para quienes prepara promociones.

“Yo trabajo para ganar dinero pero eso no implica que por ello tenga que estafar a nadie”. (I)

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