Otros dos puentes de la urbe están deteriorados
Sentado en una silla plástica se encuentra desde el pasado lunes Herminio Moreira, una de las decenas de personas que se han caído y resultado lastimadas por las malas condiciones en que se encuentra el puente de la G, ubicado en el Suburbio de Guayaquil.
Moreira, un vendedor de artículos varios, no puede salir de su casa a ofrecer sus productos, pues el cuello ortopédico que le pusieron luego del accidente se lo impide. Este hombre, de 54 años de edad, expresó molesto que si el puente hubiese estado en buenas condiciones aún estaría recorriendo las calles de la urbe.
El hombre recordó que el pasado viernes, mientras se dirigía a su casa, no se acordó del gran hueco que tiene el puente de la G. “Cuando me di cuenta ya fue demasiado tarde. Me golpeé entre un lado y otro y caí al fondo del puente”, manifestó Herminio y añadió que los bomberos lograron rescatarlo.
Historias como la de este ciudadano se repiten casi a diario en este sector de la ciudad. “Siempre hay personas heridas en este puente”, indicó Emma Moreira, quien enfatizó que ya han solicitado en varias ocasiones al Municipio de Guayaquil arreglarlo, pero hasta el momento todo sigue igual.
Los fierros que sobresalen del piso y de los costados del puente preocupan a todos los habitantes de este sector. Uno de ellos es Walter Santos, quien aseguró que viven en constante peligro, especialmente los menores de edad que por ahí transitan.
“Ellos son pequeños y no miden el peligro. Se pueden enredar con esos fierros”, advirtió Santos, mientras caminaba por el puente en compañía de su hijo, Jean Carlos.
Agregó que los carros también se destruyen, pues los baches del puente son cada vez más grandes. “Deberían dar una solución permanente y no parches”, señaló Segundo Maruri, de 52 años, al momento que mostraba los huecos del viaducto que, además, están llenos de basura.
Una situación similar viven también los que transitan a diario por el puente 4 de Noviembre, quienes señalaron que el paso de los vehículos hace temblar la estructura. “No me gusta caminar por aquí, siento como si en cualquier momento se va a caer”, expresó Aurora Álava, de 75 años, quien solicitó a la empresa Visolit, encargada de la limpieza del estero, colocar los desechos en otro lugar y no en el acceso del puente por donde los peatones circulan.
“Por esta basura nos toca pasar cerca de los carros”, indicó Freddy Garzón, de 30 años, al tiempo que criticó que es urgente una labor de mantenimiento, pues las barandas están deterioradas y ya se observan brechas, que permiten ver el fondo bajo el puente.
Adicionalmente a ello, las bases se ven deterioradas y se han convertido en albergue para los delincuentes. Los huecos y los fierros, además de la basura, están a la vista al transitar por esta infraestructura.