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“Monumentales” discusiones envuelven a estatuas porteñas

“Monumentales” discusiones envuelven a estatuas porteñas
11 de marzo de 2012 - 00:00

Anécdotas, historias e incluso leyendas rodean a la construcción y erección de momumentos en la ciudad desde 1880, año en el que se levantó la primera estatua conmemorativa, en la urbe, a Vicente Rocafuerte.

“Los monumentos, las estatuas y los bustos tienen la función de  rendir homenaje a grandes hombres que, de una u otra manera, han contribuido a darle al país, a la patria, a la ciudad o a la región, un sentido de afirmación y de grandeza”, sostiene  Carlos Calderón Chico, miembro de la Academia Nacional de Historia y Periodista.

Pero -afirma el también investigador- el levantamiento de estos símbolos no han estado exentos de polémica. “...Porque siempre dentro del comité especial que se conforma para la erección de los monumentos surgen algunas rivalidades y controversias”, asegura.

Él explica que los debates por sus lugares de colocación, artistas a cargo de su elaboración, entre otros aspectos, eran parte de las discusiones dentro de los comités, al momento de concebir un nuevo monumento.

“Que debía o que no debía estar en tal lugar; que era mejor mandarlo a elaborar a París, España o aquí; ese tipo de temas”, indica Calderón. No obstante, este es un criterio con el que el también historiador Melvin Hoyos  no concuerda.

“Jamás, ninguno. Hay anécdotas, pero no polémicas. Todo monumento, en todas partes del mundo, tienen anécdotas que envuelven a su confección y que son naturales que se den. Polémica, no”, asegura el director de Cultura y Promoción Cívica en Municipio de Guayaquil.

Calderón rebate que un ejemplo “polémico” es el monumento a José Joaquín de Olmedo, que se encuentra al pie del Club de la Unión, en el extremo sur del Malecón, centro de la ciudad. “Se ha dicho que esa efigie no es Olmedo, sino Lord Byron, el gran poeta inglés. La polémica fue grande, porque se lo ubicó en varios lugares y se lo trasladó varias veces”, afirma el historiador.

Hace aproximadamente 4 años, Hoyos realizó un trabajo recopilatorio sobre los principales monumentos de Guayaquil. “La investigación incluye datos de los constructores, año en que fue entregada la obra, información breve del personaje, entre otros aspectos”, dice Hoyos.

De este gran estudio se pueden rescatar historias y acontecimientos curiosos que envuelven a personajes de la historia y a las construcciones que se han hecho para recordarlos. Justamente, uno es el caso de Olmedo.

“Alexander Falguiere- el gran escultor encargado del monumento a Olmedo- no lo conocía. Entonces, el representante del comité de construcción le entregó tres imágenes: Una foto de un guardapelo, cuando Olmedo tenía 18 años; una pintura de Olmedo cuando tiene 32 años; y otra pintura, pero ya con Olmedo de unos 50 años. Entonces, el artista decidió hacer la imagen del personaje pero de aspecto siempre joven, el de 15 años, pero este caso generó una leyenda urbana... La gente comenzó a decir, en la década del  60, que ese no era Olmedo, sino Lord Byron, lo cual es una falsedad. Existen las cartas y el testimonio del hijo, que dice que ‘es idéntico a su padre cuando era joven’”, explica ampliamente el historiador Hoyos.

En 1936, otro de los proyectos monumentales que causó revuelo fue el de Bolívar y San Martín, que se encuentra ubicado en lo que se conoce como el Hemiciclo de la Rotonda. 

“Todas las maquetas y propuestas  de los dos colosos de la libertad que llegaron al comité fueron rechazadas porque tenían un carácter muy amanerado, entonces se negó la aprobación cualquiera de ellos pues se ponía en entredicho la masculinidad de Bolívar y San Martín por la forma en la que estaban dibujados. Sin embargo llegó un proyecto que sí pasó, del catalán Antonio Homs, su reproducción es la que vemos en la actualidad”, explica Hoyos.

De su exploración -dice- también se desprenden historias curiosas, es la historia de la escultura “El Fauno y la Bacante”, que actualmente se encuentra en los Jardines del Malecón.

En 1930, los liberales -que no eran muy católicos- decidieron hacer un monumento a la alegría. Su  modelo sería una famosa bailarina que venía con regularidad. La leyenda reza que ellos llevaron a la mujer una noche para que el escultor de esta obra, un cuencano apellido Vélez, se inspire. Luego, la fémina le hizo una danza y él se inspiró tanto que hizo una mujer increíblemente voluptuosa, es decir, la bacante.

“Uno ve el monumento y el fauno ese, que está detrás, viéndola de una manera muy lasciva, mientras la mujer se recuesta sobre él. Este monumento lo pusieron en el patio de la iglesia San Alejo, pero los sacerdotes pidieron desesperadamente que la saquen de allí, sin obtener respuesta. Es así que los curas mandaron a tallar una escultura maravillosa del azote de Cristo, donde él es golpeado por un soldado romano que tiene la cara de Eloy Alfaro”.

Aunque ambos historiadores coinciden en que cada uno de los monumentos de la ciudad responde a una escuela o un momento artístico diferente, existe una corriente que determinó la elaboración de la estatua y de esta obra de arte. 

Sin embargo, de acuerdo al estudio de Melvin Hoyos, el bagaje monumental guayaquileño tiene características del neoclásico, impresionismo y las mismas tendencias del clasicismo grecorromano. Según la experiencia del escultor guayaquileño José Antonio Cauja, la culminación de un proyecto monumental toma entre 5 y 8 meses, dependiendo de la envergadura del proyecto, los materiales que se utiliza, entre otros factores.

Para elaborar un monumento, dice, primero se fabrica una estructura de hierro y cemento que servirá como base para modelar la figura, que luego se hace en yeso. Posteriormente, se extraen los moldes y estos son enviados a un taller de fundición en bronce que, generalmente, también está a cargo de escultores conocedores de este material. “Este retorna, se entrega el proyecto y se coloca en el sitio destinado para el monumento”, explica el artista de 55 años, cuyas obras y proyectos se exponen en los países de Perú y Argentina.

En la ciudad realizó una escultura pública en forma del pez bagre, en piedra basalto, que se encuentra en la malecón sobre la avenida Barcelona. Actualmente, realiza una obra para Machala.

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