“Mojigos” de Jujan se pusieron sus máscaras para atraer la fortuna
En el cantón Jujan, que limita con Los Ríos, como todos los años, los jóvenes participaron de un desfile en el que portaron máscaras y látigos con el fin de conseguir dinero y celebrar a su patrono, San Agustín.
A las 11:00 se reunieron cerca de 100 niños y adolescentes en el coliseo para iniciar la tradicional fiesta que se ha realizado desde hace más de 80 años.
“Los ‘mojigos’ forman parte de una tradición; todos los que vivimos en el pueblo esperamos este día con mucha emoción, es un momento muy especial”, comentó Fidel Castro, habitante de Jujan.
Según el ex alcalde Santiago Medrano, esta actividad es “estrictamente cultural”, ya que se les enseña a los niños que participan la importancia del arte y las costumbres. Medrano señaló que el nombre “mojigo” viene de la palabra mojiganga, que se refiere a un acto cómico y burlesco con la finalidad de celebrar algo.
En la antigüedad estos personajes bailaban frente a los reyes en época de carnaval, en una especie de obra teatral. “El personaje principal -el más importante- es el diablo, que hace el papel de guía en el evento y que este año estuvo montado en un caballo. Los niños corren junto al diablo haciendo travesuras”, señaló Medrano.
En Jujan, los niños que desfilan portan ropa de mujer que prestan a sus mamás o hermanas, máscaras de animales y látigos hechos con cuerdas, con los que golpean a las mujeres en la calle.
Para esta celebración, los habitantes del cantón se prepararon durante aproximadamente dos meses. “Lo primero que hacemos es comprar una tela de colores brillantes o conseguimos la ropa ya hecha, después buscamos una máscara de cualquier animal. La preparación es fácil, pero siempre debemos estar listos para este día”, comentó Mariuxi de Palma, madre de familia.
A Daniel Rolando Alcívar lo conocen como “Chabelo”, tiene 7 años. Según él, nació siendo “mojigo” y se va a morir así. “Chabelo” comentó que todos los años consigue aproximadamente 5 dólares, con los cuales se compra caramelos y helado.
“A veces hay gente tacaña, pero le doy un buen latigazo y consigo lo que yo quiero; las señoras tienen miedo a los golpes”, nos explica.
En el desfile, a los enmascarados los acompañó una banda de cumbia conformada por cinco adultos, policías, bomberos y padres de familia, para proteger a los pequeños. Ricardo Cruz, de 10 años, comentó que no le gusta que los adultos lo acompañen porque limitan su diversión y libertad.
“A mí me gusta salir corriendo para ganarme plata, pero los policías nos obligan a caminar atrás de ellos”, señaló. Todos los años, según Medrano, organizador del evento, se trata de mejorar la decoración de los disfraces y ampliar el espacio del pregón.