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Modelo de desarrollo municipal no acerca a la urbe al buen vivir

Modelo de desarrollo municipal no acerca a la urbe al buen vivir
30 de julio de 2013 - 00:00

Cuando se compara el estado actual de Guayaquil, con las administraciones municipales anteriores al año 1992, se llega a la conclusión de que el autoproclamado modelo exitoso de desarrollo aplicado en esta urbe la  mejoró. Siendo esto una realidad, la pregunta  es: ¿Por qué entonces, la ciudad no se ha convertido en el modelo del buen vivir?

Han transcurrido seis años de gobierno de la Revolución Ciudadana y ahora podemos comparar la obra de la administración municipal local con la labor ejecutada por el Gobierno Nacional en la ciudad.

Cuando se presentó a la ciudadanía el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2010, este se configuró como el principal instrumento de cambio social, pero con una Constitución y un marco legal que en sus fundamentos continuaba favoreciendo la exclusión sistemática de la mayoría de la población, que reproducían el poder oligárquico y la riqueza por ellos detentada.

La convocatoria realizada al país en el año 2008 con el propósito de elegir e instalar la Asamblea Constituyente, para que esta elabore una nueva Constitución y la apruebe la mayoría de ecuatorianos en un plebiscito, es el viraje histórico que necesitábamos para cambiar las bases que soportaban la exclusión y promover el cambio de época, darle sustento legal a la Revolución Ciudadana y los beneficios de estas transformaciones sean disfrutados por las generaciones presentes y venideras. Con estos antecedentes se elabora el Plan Nacional del Buen Vivir 2009-2013, que se propone transformar radicalmente la sociedad ecuatoriana construyendo un estado incluyente, plurinacional e intercultural.

La anterior y actual administración socialcristiana del Municipio de Guayaquil han aplicado un modelo de desarrollo excluyente para la mayoría de la ciudadanía, que ha privilegiado las mayores inversiones de la obra pública municipal en los sectores sociales más acomodados de la ciudad y poca inversión en los sectores populares. La participación ciudadana, que es el cuarto poder, según nuestra Constitución, no existe en la práctica cotidiana del Cabildo, no se convoca a la ciudadanía para elaborar los presupuestos participativos, ni se permite hacer uso de la Silla Vacía, instrumentos constitucionales y de uso obligatorio, para que las comunidades planteen sus problemas y posibles soluciones.

Históricamente Guayaquil ha sido una ciudad más mercantil que industrial y lo sigue siendo, ha crecido al vertiginoso ritmo del comercio. Sin embargo, el alcalde criminaliza y persigue a los pequeños comerciantes. Además se evidencia un abandono total en los asentamientos irregulares por la carencia de los servicios públicos que el Municipio tiene la responsabilidad de ofertar. Pero al igual que en el pasado, por medio de la entrega de títulos de propiedad se pretende utilizar a estos sectores como base del populismo derechista, para darse un soporte popular con miras a las elecciones de febrero de 2014.

El modelo de desarrollo municipal y la ejecución de este con un modelo de gestión represivo y excluyente es un anacronismo histórico. La actual administración municipal está fuera de lugar, se ha quedado en el pasado y esto afecta gravemente a la ciudad, porque no se conecta a las transformaciones democráticas revolucionarias que vive el país, ni representa el potencial de desarrollo de Guayaquil, sobre todo por la enorme inversión de alrededor de mil millones de dólares que el gobierno de la Revolución Ciudadana ha realizado en la ciudad.

Para darle un rumbo distinto a Guayaquil es necesario cambiar y mover a los administradores y sostenedores de un modelo de desarrollo y gestión que se quedó en el pasado y llevar adelante una transformación democrática, cuya ética garantice que las relaciones sociales en la ciudad estén articuladas al nuevo marco constitucional, que visibilice la inclusión económica y social, que no excluya por razones étnicas, religiosas, de género o económicas, que nos conduzca hacia una ciudad ecológica, amigable con el medio ambiente y los ciudadanos.

El desafío que tenemos todos los habitantes del cantón Guayaquil es dar un salto transformador al presente, con la certeza que cambiando de modelo, el nuevo gobierno municipal nos llevará al buen vivir, esto significa incluir, insertar, integrar a la ciudad el modelo de desarrollo incluyente, solidario, plurinacional e intercultural, respetando los deberes y derechos de ciudadanos y ciudadanas. Solo así forjaremos una ciudad que huela a mangle, cuyas raíces son numerosas y profundas como las tradiciones de libertad y patriotismo que tiene Guayaquil.

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