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Miguel Donoso Pareja y la identidad

Miguel Donoso Pareja y la identidad
22 de marzo de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Nunca fui su tallerista, pero aprendí de sus pláticas y sobre todo de sus libros. A raíz del sensible fallecimiento de Miguel Donoso Pareja (1931-2015), muchos han testimoniado su generosidad como maestro, su calidad literaria y especialmente como ser humano, pero no se ha dicho que Ecuador acaba de perder a su más importante escritor.

Y lo es no porque abarcó todos los géneros literarios, sino porque siempre destacó en ellos con una voz que provino de un creador e intelectual exigente que habló a tiempo y con pertinencia de las cosas de ambos mundos -el de la realidad ficcional y el de la realidad real-  lo cual, a la postre, significa lo mismo.
Poeta, narrador, ensayista, cronista, esas fueron las coordenadas que le permitieron ser y hacer en el mundo.

Pero, además, quiero pensar en el aporte intelectual que proporcionó el ensayista, en una temática que muchos eluden: la identidad. Cuando el poeta Jorge Enrique Adoum escribió Ecuador: señas particulares (1998), Donoso Pareja ensayó su Ecuador: identidad o esquizofrenia (2000) y puntualizó en torno a generalizaciones que varios autores (incluido el propio Adoum) hicieron sobre los costeños y particularmente sobre los guayaquileños.

Aunque Miguel sostuvo que no era su afán polemizar ni responderle a su colega, evidentemente su visión sobre la identidad ecuatoriana difería de la del autor de Los cuadernos de la tierra. Y es que el lugar de enunciación de Donoso Pareja siempre fue Guayaquil y la Costa, mostrándose en su calidad del gran intelectual costeño que también fue.

En sus ensayos sobre la identidad ecuatoriana, Miguel Donoso Pareja acuñó el término ‘quiteñocentrismo’ para referirse a una visión, práctica y discurso que se formó en la historia, a partir de una matriz cultural ‘aristocrática’ y centralista de origen colonial. Pero como muy bien observó Miguel, ese rasgo identitario es privativo de las élites políticas, económicas y culturales de la capital, mas no de los sectores populares que conforman lo que él llamó la ‘quiteñidad popular’.

El mérito de Miguel consistió en no sustancializar las nociones de ‘guayaquileñidad’ y ‘quiteñidad’ como esos opuestos irreconciliables. Por el contrario, resaltó la trascendencia del productivo intercambio cultural experimentado en las últimas décadas entre las dos ciudades.

Aquí vale aclarar, de nuevo, que el otro lado de la moneda lo representa un mal entendido ‘guayaquileñismo’ que ha sido construido desde las élites y que odia todo lo que huela a ‘serrano’. Me quedo con la ‘guayaquileñidad popular’ que afortunadamente también existe, porque es más incluyente y tolerante que su contraparte ‘pelucona’.

Miguel Donoso Pareja publicó otro libro donde reflexiona sobre los referentes de la cultura local y lo tituló Identidad guayaquileña (2006), escrito a dos manos, con el historiador Willington Paredes Ramírez. Aunque no tuvo el éxito comercial de Ecuador: identidad o esquizofrenia, en su reflexión titulada: ‘Vicisitudes de una identidad mutilada’, abordó nuevamente la problemática del contrapunteo regional y los estereotipos mencionados.

Quizá el principal aporte de Miguel en este ensayo es su tesis de que la ‘calumnia de América’ fue trasplantada a Guayaquil; es decir, aquello que los europeos le endilgaban a los nativos americanos, por desconocimiento o prejuicio, también recayó en los guayaquileños, básicamente por falta de comunicación interregional. El problema de fondo consistiría en una virtual incapacidad para comprender las especificidades culturales de la periferia, aunque, como hemos visto -y eso lo detectó Miguel Donoso Pareja-, el regionalismo negativo se alimenta principalmente de los intereses políticos y las ambiciones económicas de las élites regionales.

Miguel comprendió los entresijos de la cultura ecuatoriana y analizó con pertinencia y sentido crítico la problemática de la identidad, desde 1973, cuando publicó su ensayo La violencia en el Ecuador y una respuesta identitaria. Sin embargo, hay mucho trecho entre este primer intento de aproximación y Ecuador: identidad o esquizofrenia.

Uno de los aspectos más destacables de este último trabajo es su acercamiento a la cultura popular. Solo conociendo las fuentes de lo popular ecuatoriano podemos entender nuestras peculiaridades, más allá de los regionalismos y las esquizofrenias. Esa fue la invitación de Miguel para desmontar todos los discursos de resentimiento e incomprensión mutua en los que incurrieron personajes tan ilustres como Eugenio Espejo, Juan Bautista Aguirre y Belisario Quevedo.

Coherente con su formación marxista, Miguel Donoso Pareja supo que el problema del regionalismo en Ecuador está atravesado por la clase social como una variable que, aunque no explica del todo el problema, modifica la percepción general que podamos tener de una sociedad tácitamente separada,
no solo en lo material -por una suerte de determinismo geográfico marcado por la cordillera de los Andes-, sino en lo simbólico y cultural. Este seria, a la postre, el principal aporte del Donoso Pareja ensayista: su ejercicio crítico de pensador inconforme y autoexigente que no se convence con las primeras respuestas y busca permanentemente la excelencia y el rigor.

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