Mercados resultan menos atractivos a comerciantes
Carmen Quisalay, originaria de Quevedo, lleva 5 años viviendo en el sur de Guayaquil. Desde pequeña, según cuenta, se ha dedicado al comercio informal llevando productos del campo a través de varias localidades de Manabí, Bolívar y Guayas.
En el corto tiempo que tiene en la urbe, también ha conocido la sanción a la que se exponen quienes, como ella, optan por vender fuera de los sitios establecidos por el Municipio de Guayaquil: el decomiso de la mercadería por parte de los policías metropolitanos.
Quisalay comentó que en una ocasión buscó un espacio en uno de los 28 centros que conforman la red de mercados municipales en la ciudad; pero “tras de que piden ‘demasiados’ requisitos, cuando los cumplen, dicen que aún no hay cupo”.
Para obtener un puesto de venta de productos en uno de los mercados minoristas de la red municipal hay que pagar la tasa única de trámite ($2), llenar el formulario respectivo, más requisitos adicionales, entre ellos el original y copia a colores de la cédula de ciudadanía y el certificado de votación, certificado de salud emitido por la Dirección Provincial de Salud del Guayas (exámenes infecto-contagiosos), y certificado de no adeudar a la Municipalidad de Guayaquil, otorgado por la Dirección Financiera.
Luego de entregar la documentación, el solicitante debe regresar en un plazo de 10 días laborables a conocer el resultado de su trámite. A Quisalay le tomó casi un mes, entre reunir requisitos y esperar una respuesta para ser informada “que lo tengo que volver a intentar”.
Mientras tanto, dentro de un vehículo en una de las peatonales aledañas a la vía Perimetral vende naranjas y mandarinas. “No se gana mucho, pero lo que gano es para mí”, indicó Quisalay.
Varios vendedores formales e informales consultados por este Diario coincidieron en que existen demasiadas limitaciones en los espacios establecidos por el Municipio.
Mientras que los informales obtienen mayores réditos por la venta de sus productos (entre 10% y 15% más que en el sector formal), los comerciantes de mercados comentaron que han tenido que endeudarse por cumplir con los impuestos del Cabildo.
María Quinche tiene 17 años como comerciante minorista, actividad que ejerció entre el desaparecido Mercado Sur (6 años) y el Mercado de la Caraguay, al cual llegó cuando apenas fue intervenido en 2000 por el Municipio.
“Paso solo pagando deudas a los chulqueros”, se quejó Quinche. Cada mes, aseguró, debe cancelar $ 17 de impuestos al Cabildo, es decir, “lo poco que gano se va para allá”. En 30 días obtiene apenas $ 40 de ganancia por artículos varios (víveres y líquidos de limpieza).
Cerca de las 16:00 al menos el 40% de los comerciantes permanece en la Caraguay. “Como quiera que sea, aquí tenemos seguridad y no estamos expuestos a las lluvias”.
Pero pagar $ 17 es algo que “Martín” (nombre ficticio), un comerciante de antenas, no está dispuesto a pagar. “Para qué pagar tanto en un sitio donde ya pocos van a comprar”.
El precio de los víveres y la competencia de cadenas de supermercados son las razones por las que, según Flor Laz, de Mapasingue Oeste, “la gente ya se ha alejado de los mercados”.
Laz por 10 años trabajó en el antiguo mercado de Mapasingue Oeste y “por favoritismo a grupos de comerciantes” quedó fuera cuando fue intervenido por el Municipio hace casi una década.
“He visto como quebraron negocios de tercenas por el supermercado de carnes que queda cerca de aquí”, dijo Laz. “Antes no admitían (autoridades municipales) negocios que no tengan que ver con víveres, pero les tocó hacerlo por la falta de aspirantes”.
Laz también optó por el comercio informal fuera de planteles del sector, entre las 11:30 y 13:00, de lunes a viernes.
“Afuera, en las calles, saco (gano) más que pagando un puesto en el mercado”. Esto representa un ingreso adicional de al menos $ 10 por semana.
El Mercado Central y sus alrededores es, según Manuel Posligua, comerciante de CD de películas, “el último bastión del comercio informal, el cual poco a poco está cayendo en poder del Cabildo”.
Para Posligua, “justamente las restricciones son las que impulsan el comercio informal. Entre trámites y ventas bajas la gente se inclina más por la opción menos regulada”.
En los últimos meses, vendedores del Mercado Central y la Perimetral han sido desalojados y reubicados por el Municipio porteño.
“No tardaremos en verlos en las calles peleando con los elementos de la Policía Metropolitana”, advirtió Posligua.