Luis Valero: “Le construí el estadio al rival de mi equipo”
El éxito que ha tenido el arquitecto Luis Valero Brando en su vida se fundamenta en trabajar de cerca con sus clientes, en demostrar no solo su capacidad sino también pasión por su profesión.
Siempre ha hecho prevalecer su seriedad. “Soy un hombre no político y de palabra”. Ambos factores le han hecho ganar credibilidad.
De familia guayaquileña vivió su niñez en las calles Luque y Boyacá. Luego vio cómo construyeron su casa en Urdesa hasta donde se mudó junto con su familia. Sus estudios los realizó en el colegio Abdón Calderón.
Desde pequeño se le notó su afición por la arquitectura. Jugaba con legos y diseñaba casas. Primero pensó ser ingeniero mecánico, pero lo atrapó la pasión por el diseño arquitectónico.
“Cuando mis padres comenzaron a construir su casa en Urdesa, todas las tardes iba a observar cómo los maestros avanzaban en la obra. Vi desde la excavación hasta el final de la obra. Ahí me empezó a gustar el mundo de la construcción”.
Desde los 14 años, Valero ya leía planos arquitectónicos. Eso lo motivó a estudiar la carrera que la culminó a los 33 años. De ahí siguió una maestría en la misma rama.
Valero se casó a los 25 años y permaneció casado hasta los 50. Tiene tres hijos, el mayor es economista, la segunda es arquitecta y la menor ingeniera comercial.
Aunque tiene poco tiempo libre por el trabajo, la principal ventaja es que sus hijos trabajan con él.
María Mercedes Valero del Hierro, la menor de sus hijos, desde que estudiaba en el colegio quería trabajar con él. “En las vacaciones iba a mi oficina a sacar copias. Cosas básicas y los domingos recorríamos juntos las obras”, rememora Valero.
Recuerda que empezó en su primer trabajo a los 18 años en la Compañía General de Construcción, empresa reconocida que realizó grandes obras en Guayaquil como el Garzocentro y el estadio Monumental.
“Quince años después de trabajar en la Compañía General de Construcción fundé la constructora Valero. Las oficinas eran en mi casa y mi socio, en esa época, era Ricardo Mórtola diseñador del estadio de Emelec”.
Aunque Luis Valero es barcelonista, su vocación y profesionalismo se impusieron cuando construyó el ahora moderno Capwell. “Muchos amigos me molestan por haber construido el estadio del rival de Barcelona, pero mi pasión es la construcción”.
Uno de los trabajos y diseños favoritos de Luis Valero es el Sky Building, edificio que tiene 11 pisos, 216 oficinas y 315 estacionamientos. “En él utilizamos una tecnología innovadora que se llama aisladores sísmicos”.
Una de sus frases favoritas que se destaca en sus obras es “no solo los grandes se comen a los pequeños. También los rápidos se comen a los lentos”.
Valero tiene como visión en cinco años realizar proyectos como urbanizaciones para todas las clases sociales, con áreas recreativas en Guayaquil.
Se trata de la visión de un hombre que ha dedicado su vida a construir. (I)