Luego de 67 años de control del tránsito, la CTE dejó Guayaquil
A las 24:00 del viernes 31 de julio el sonido de las sirenas irrumpió la apacible noche en las calles 9 de Octubre y Malecón. No era para alertar de un incendio o de un accidente de tránsito. Se trataba del traspaso de la competencia de tránsito de la CTE a la ANT, luego de que la primera institución ejerciera el control por 67 años.
Luis Lalama, jefe de la CTE, traspasó la competencia a Enrique Varas, coordinador de la agencia que desde ese instante se hacía con el control en una ciudad en donde el tránsito suele volverse caótico, en especial, en las horas pico.
Esta transferencia se realizó cumpliendo lo que determina la Constitución de 2008 en su Art. 264: los gobiernos municipales tendrán la competencia exclusiva, sin perjuicio de otras que determine la ley, de planificar, regular y controlar el tránsito y el transporte público dentro de su territorio cantonal.
En total 611 personas entre agentes, inspectores y supervisores iniciaron su trabajo en la urbe, a la cual dividieron en 3 delegaciones para controlar de mejor forma el tránsito.
Pero el número de agentes civiles contrasta con los 1.000 vigilantes que laboraban en la ciudad antes del traspaso, según dijo el coronel Lalama el día que entregaron el control.
Además la CTE entregó a la ATM 474 intersecciones semaforizadas en donde ellos mantenían equipos electrónicos y electromecánicos. Los nuevos agentes de tránsito no llevan libretas de citación, como los de la CTE, sino dispositivos electrónicos que emiten un voucher (ticket) y que entregan al conductor.
Si la infracción es captada por las cámaras se emite una fotomulta y esa notificación le llega al conductor infractor a través de su correo electrónico. Aunque igual al sistema anterior, el propietario del automotor puede conocer de la multa cuando se acerque a pagar la matrícula. Así lo dio a conocer en agosto pasado Andrés Roche, gerente de la Agencia de Tránsito Municipal.
Cuando un chofer no esté de acuerdo con la multa la puede impugnar ante un juez de tránsito. Para ello la ATM habilitó, en el centro comercial Albán Borja, una sala de atención al cliente para atender a los usuarios que deseen presentar sus reclamos. La idea del centro es que el conductor o dueño de vehículo no requiera de un abogado para presentar una querella por la sanción que considere improcedente.
Durante 2014 la CTE recaudó 33.07 millones de dólares por concepto de multas. La frecuencia de citaciones que genera cada automotor fue de 1,6 veces, tomando en cuenta que el parque automotor de la ciudad bordea los 350.000 vehículos. El manejo del tránsito en la urbe más poblada del país no es un asunto fácil. La ciudadanía nota un cambio, en varios sectores considerados conflictivos no observa la presencia de los agentes y el tráfico fluye.
Julio Ruiz, de 35 años, asegura que el tránsito se vuelve pesado en las horas pico, en la mañana de 08:30 a 10:00, y en la tarde, desde las 16:30 hasta las 20:30. “Es complejo creer que si la CTE operaba con 1.000 efectivos y presentaba falencias, la ATM con 593 agentes pueda mejorar el servicio”. En la actualidad solo en los exteriores de los colegios más grandes y conflictivos de la ciudad se ubican agentes. En el centro de la ciudad, con la prohibición estricta de que no haya parqueo de doble fila las calles tienen mayor espacio para la circulación peatonal y vehicular.
Fabián Sarmiento, de 33 años, considera que hace falta un mayor número de uniformados para organizar mejor el tráfico, especialmente en las periferias de la urbe.
Desde que asumió el tránsito la ATM, una de las vías en las que se puede notar grandes cambios es la avenida Rodríguez Bonín, en el oeste de la ciudad. Esta arteria que conecta las vías a la Costa y Perimetral con las avenidas Portete y Barcelona es una de las que mayor carga vehicular soporta durante todo el día. “Antes el caos era interminable, ahora sigue habiendo caos, pero el cambio se nota”, comenta Manuel Narváez, taxista, quien durante el día se recorre prácticamente toda la ciudad.
Narváez cuenta que antes en esa calle había hasta siete vigilantes que detenían la circulación en luz verde y permitían el paso en roja, lo cual “generaba nudos difíciles de desatar”.
Manuel Narváez insiste -eso sí- en que la ATM debe poner mano dura a los conductores de buses, camiones y volquetas, porque son ellos los que generan el caos en esa calle.
Al igual que Narváez, su colega de volante, Carlos Quinto expresa satisfacción por los cambios. “Primero, la matriculación es otra historia, ahora da gusto ir a matricular el carro y segundo no hay esas batidas, en las que detenían los carros sin ninguna justificación. Veo que ahora la ATM tiene mayor control de los carros y motos sin placa”, comenta.
Los conductores consideran que las falencias que presenta la ATM son normales, porque se trata de una institución nueva que con el paso de los meses va a mejorar su rendimiento. “Estoy seguro de que los agentes ganarán experiencia. Hay que darles una oportunidad para que vayan mejorando en su accionar. En la CTE, a pesar de tener 67 años de experiencia, también tenemos algunos inconvenientes”, destaca Luis Lalama, jefe de Tránsito de la CTE.
Argumenta que en Guayaquil operaban 1.200 uniformados, luego 1.000. Con ese número solo cubríamos el 80%, mientras que la ATM en la actualidad trabaja con menos agentes. Para Lalama el número de agentes dificulta el desempeño en el control. (I)