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El Telégrafo
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Aún hay ciudadanos que no usan el paso peatonal

Los usuarios de la Perimetral aún corren riesgos

Los habitantes de la vía Perimetral no se olvidan del arrollamiento ocrurrido en el km 22. En el lugar ahora hay un muro y un paso peatonal. Foto: José Morán / El Telégrafo
Los habitantes de la vía Perimetral no se olvidan del arrollamiento ocrurrido en el km 22. En el lugar ahora hay un muro y un paso peatonal. Foto: José Morán / El Telégrafo
05 de septiembre de 2015 - 00:00 - Redacción Guayaquil

En el local sin nombre de Gladys Delgado y Yuri Mendoza ayer hubo tres comensales a las 10:00, pese al delicioso olor a pescado frito y arroz recién preparado.

La pareja de esposos es dueña de un local de comidas en el kilómetro 22 de la vía Perimetral, en el noroeste de Guayaquil.

Ellos recuerdan que un lustro atrás todo era diferente. La demanda de platos era mayor y las sillas estaban ocupadas por quienes tomaban buses frente a su negocio.

“Todo esto era lleno de vendedores ambulantes y transeúntes”, recuerda Yuri, quien señala con el dedo un pedregoso y desierto tramo al costado de la vía rápida.

Su fortuna y la de muchas familias más cambió a las 06:00 del domingo 5 de septiembre de 2010. Un conductor en estado de ebriedad atropelló con su camioneta a quienes estaban a la altura de la Coop. Estrella de Belén. El resultado: 15 fallecieron y 12 más quedaron heridos. “No puedo olvidar al bebé de dos meses que tomé en mis brazos y que fue arrollado. Me quedé congelada. Me lo quitaron, pero murió”, cuenta Gladys apenada.  

Ayer, en el mismo lugar, solo estaba estacionado un bus, sin pasajeros, de la línea 169, al cual le cambiaban una llanta. De los comerciantes que allí trabajaban no queda ninguno.

Después de la desgracia se construyó un paso peatonal, con rampas, a pocos metros del accidente, con el fin de que las personas ya no arriesguen sus vidas.

Justo allí, atrás uno de los anchos pilares del viaducto, ayer estaba la viajera Lucía Monge. Parecía que   utilizaba el poste como escudo. La mujer de la tercera edad, que se dirigió a Pedro Carbo, tiene presente la tragedia. “Estuve aquí el día posterior, pero me enteré por las noticias”, expresa con temor.

Ella considera que los usuarios que cogen los buses aún corren riesgos cerca del puente, porque en las tardes y en las noches los pasajeros   pugnan por subir apresuradamente. “Cualquiera se puede caer y ser atropellado por los carros que vienen”, denuncia y señala que la cola llega hasta el sitio de la desgracia. “Envíen más vigilantes”, exhorta.

Por su parte, los agentes del sector añadieron que los carros toman a los pasajeros bajo el paso peatonal, pero oficialmente el lugar no es un paradero. En el sitio no se ha construido uno.

El conductor Jorge Villamar, como hace un lustro, ayer laboró a pocos metros del accidente. Él estaba en su carro de alquiler cuando observó que varias personas y objetos salieron desperdigados por el impacto.

El morador observa que a diario se forman dobles columnas, porque hay carros que se estacionan bajo el puente y los colectivos deben tomar a los usuarios en la vía.

Otros ciudadanos le suman a ese problema la presencia de vendedores, después de las 15:00, que se colocan en media calle.

Además, piden la presencia de la Policía Nacional porque hay motos que irrespetan las normas.  

Un equipo periodístico de EL TELÉGRAFO observó que hay personas que no usan el paso y arriesgan sus vidas corriendo por la vía. (I)

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