Los ukeleles ganaron terreno luego del 16-A
“Con cada ukelele hacemos un mundo mejor”, es la frase con la que Rafael Carchi y Cinthya Baratau, de 40 y 36 años; se dan ánimo. Ellos son pareja y comparten esta iniciativa de emprendimiento que nació luego del terremoto del 16 de abril del año pasado.
Rafael y Cinthya fabrican los JipiJipi Ukeleles. La iniciativa surgió porque a los 10 años, cuando Rafael vivía en Quito, aprendió a tocar guitarra. En abril del 2015 y al conocer su pasión por este instrumento, Cinthya, le regaló un ukelele. “Me gusta utilizarlo; por su tamaño, podía movilizarme a cualquier lado” dice Carchi.
El terremoto los llevó a él y a un grupo de amigos a ser voluntarios. Durante su estadía en Jipijapa se dieron cuenta de que a los niños les llamaba la atención el instrumento y cantar con él se convirtió en una terapia perfecta para los pequeños. Mientras realizaban el voluntariado conocieron al artesano Arístides Pincay, de 50 años quien fabricaba guitarras. Ambos decidieron unirse para lanzar estos instrumentos musicales que desde hace un año se comercializan bajo el nombre de JipiJipi Ukeleles en alusión al cantón.
Además del trabajo artesanal de Pincay, Andrea Game, Melissa Andrade, Melissa Vera y Bárbara Velásquez han realizado diseños con diversas temáticas que se han plasmado sobre sus estructuras.
En la actualidad fabrican dos tipos de ukeleles, soprano y concierto y los comercializan por redes sociales; @jipijipiukeleles. Las diferencias entre uno y otro están en el tamaño, el sonido. Los modelos personalizados están en $120, mientras que los sencillos a $80.
A más de la venta Carchi y Baratau se han involucrado en diversas actividades educativas y culturales para promover el uso de este instrumento de cuerda. Por medio de exposiciones y talleres enseñan a niños y a adolescentes a tocarlo.
De 10 a 12 días se tardan en elaborarlos en madera como cedro castillo y pino extranjero que extraen de palets, cuenta Pincay.
Los ukeleles se comercializan en centros comerciales y ferias. (I)