Inició sus operaciones en julio de 2006 y desde ese momento se exponen varias demandas de las personas que usan a diario este medio de transporte. Algunas de las exigencias son que mejore su servicio, que exista más seguridad y que baje el precio de las tarjetas.   

Keyla Vásquez, quien se encontraba en la parada de la Plaza del Centenario, se quejó por las tarjetas, pues piensa que deberían quedar en $ 0,25 como el precio del bus. “Si se pierde debo comprarla nuevamente y no incluye saldo, antes costaba $0,50, pero teníamos saldo, además no brinda seguridad; a muchos amigos les han robado porque las unidades vienen llenas”.

Mientras que Paola Sánchez, del centro sur de Guayaquil, cree que el costo para la obtención por primera vez de la tarjeta debe ser de $ 2, siempre y cuando venga con su respectivo saldo. “Se debería regular su costo para que pueda estar al alcance de quienes incluso lo tienen como transporte principal”, dice.

Para Douglas Sarango, oriundo del cantón Naranjal, la Metrovía no ofrece un buen servicio y es incómodo viajar por la gran demanda de pasajeros. “Aparte de un mal servicio me cobran $ 2 para adquirir la tarjeta”, enfatizó.

Fabián Robles, quien usa la ruta Metroexpress, califica como “deficiente” al medio de transporte. “La movilidad en estas unidades no presta las facilidades que en un principio se mencionó, vamos demasiado apretados y no funcionan los ventiladores”.

Acotó igualmente “que no existen suficientes alimentadores en las paradas, por lo que toca esperar un  promedio de 40 minutos, lo que genera que llegue atrasado a su lugar de destino. Además se queja de la tarjeta. “No la considero una buena alternativa. ¿Qué pasa si se me pierde? Debo comprar otra. Era mejor cuando uno pagaba directamente”, aseveró. (I)

“En los mismos buses se roban las tarjetas”

El costo de las tarjetas se incrementó porque “los usuarios no las cuidaban”, según la Fundación Metrovía, que anunció el alza (a $ 2) y la venta en dispensadores. Nelly Quito, del Sur de Guayaquil, expresó que la disposición se toma  en forma de castigo y no de educación, “perjudican el bolsillo de los que menos tienen, pues las tarjetas son robadas en la aglomeración dentro de los buses”, sentencia. (I)