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Los 'piroperos' pasaron de la elegancia a la agresión

Algunos países tratan de sancionar a quienes agredan con palabras a las mujeres. El piropo debe ser una frase ingeniosa para enamorar.
Algunos países tratan de sancionar a quienes agredan con palabras a las mujeres. El piropo debe ser una frase ingeniosa para enamorar.
Ilustración/ El Telégrafo
06 de agosto de 2016 - 00:00 - Ginger Lara Espinoza, estudiante de FACSO

Si una mujer camina sola por las calles de Guayaquil, es inevitable escuchar algún piropo. Algunos muy elegantes, en especial de las personas adultas, otros groseros y patanes que llenan de impotencia.

Según la Real Academia Española, el piropo es sinónimo de “galantería”. Lleva implícito algo de elegancia.

A inicios del siglo pasado los jóvenes lanzaban piropos a las muchachas que deseaban conquistar.

Alfonso Quilambaqui Palomeque, profesor de Sociología, de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil, asegura que el piropo es una expresión que pierde su sentido cuando deja la galantería y caballerosidad.

“Se convierten (los ‘piropos’) en algo que va en contra de los principios, valores y cultura de las personas que los reciben. Cuando pasa esa línea de la elegancia deja de ser un piropo y se transforma en una agresión”, dice.

Además, asegura que los jóvenes han hecho del piropo un tema discriminatorio en la vía pública en contra de las mujeres.

Quilambaqui cree que la forma de vestir no tiene nada que ver con ese tipo de agresiones. “Una mujer tiene todo el derecho a vestir cómoda y elegante sin que esto implique que por ello un hombre atente contra su integridad.

En países como Perú, Chile, Colombia, Argentina y Paraguay existen observatorios de violencia sexual callejera.

Paraguay fue el primer país en presentar el proyecto de ley contra el acoso sexual callejero.

En noviembre de 2013, Chile  creó el Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC), conformado por un equipo de abogados que se encargó de redactar un proyecto de ley con el objetivo de establecer parámetros de hostigamiento en la calle y establecer penas.

Rolando Peña, psicólogo clínico, asegura que la agresiones verbales deben penalizarse porque afectan a la mujeres. “Cuando se dicen palabras fuertes se afecta psicológicamente, y nadie debe ser vilipendiado”, indica. (I)

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