Los muros de la ciudad se vuelven galerías públicas
En los muros de la ciudad hay pinturas en las que se evidencia expresiones que están pasando de manifestaciones callejeras a una especie de arte con cargas ideológicas.
Una muestra de ello es la avenida Francisco de Orellana, en cuyas paredes actualmente existen gráficos con mensajes bíblicos, de respeto, la paz, igualdad de género, ecología...
También los muros aledaños al Centro Comercial Albán Borja, en Ilanes y Malecón del Salado y en Manuel Rendón Seminario e Higueras están copados por pinturas murales.
Daniel Adum Gilbert, quien hace seis meses pinta murales en las paredes de la ciudad, considera que dichos espacios son galerías en donde se dibuja con diferentes finalidades.
Urdesa, donde realiza su trabajo artístico, en cierta forma “se rejuvenece con esas manifestaciones”. Explica que para él sus obras no entran en la categoría de grafitis, sino que son arte en las calles. “Sigo lo que la pared me comunica o lo que me provoca el lugar”.
Daniel es el autor de la Chanchocracia, que fue un proyecto que consistió en la gráfica de dibujos de chanchitos de colores en Urdesa, Samborondón y el centro. La idea, plasmada en 2004 desencadenó pánico social porque se pensó que tenía relación con pandillas.
Las obras las hace con pintura acrílica, rodillos, spray, rotuladores y plantillas, que firma con las iniciales D.A.G.
Andrés Fernández-Salvador, quien dibuja en los muros de la Alborada, pinta en construcciones abandonadas, en paredes donde hay dibujos obscenos y donde están pintados escudos de equipos de fútbol.
Para él sus obras son una contribución social, porque elimina gráficos que no son educativos.
Los gráficos obscenos o los que hacen alusión a las barras de un equipo son actos de destrucción “porque son dibujos sin técnica”.
Trabaja de noche y a veces de día. Utiliza todo tipo de pinceles, brochas y materiales tradicionales. Recién está comenzando a explorar el spray, el cual tiene una forma más directa y expresiva.
Billy Soto es otro de los que hacen arte en los muros. Su proyecto Art Symbols duró seis meses (desde octubre del 2009 hasta marzo del 2010) para investigar, desarrollar ideas y planificar con dueños de predios sus intervenciones.
El es el autor de las obras la Monamouse y el discóbolo (Av. Francisco de Orellana), otro discóbolo y el David de Miguel Ángel (en las paredes de la piscina Jorge Delgado).
Para María de Los Ángeles Custoja, profesora de estética y arte en la Universidad Católica de Guayaquil, el grafiti es considerado como arte cuando está dotado de técnica, carga ideológica y forma.
“Los buenos ‘grafiteros’ saben los lugares que escogen para plasmar sus obras, para evitar ser sancionados (por las autoriadades municipales)”.