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Los muros de la ciudad se vuelven galerías públicas

Los muros de la ciudad se vuelven galerías públicas
26 de abril de 2011 - 00:00

En los muros de la ciudad  hay pinturas en las que  se evidencia   expresiones que están pasando de  manifestaciones callejeras a una especie de arte con cargas ideológicas.

Una muestra de ello es la avenida Francisco de Orellana, en cuyas paredes  actualmente existen gráficos con  mensajes bíblicos, de  respeto, la paz, igualdad de género, ecología...

También los muros aledaños al Centro Comercial Albán Borja, en Ilanes y Malecón del Salado  y en Manuel Rendón Seminario e Higueras están copados por pinturas murales.

Daniel Adum Gilbert, quien  hace seis meses   pinta murales  en las paredes de la ciudad,  considera que dichos espacios son   galerías  en donde se dibuja con diferentes finalidades.  

Urdesa, donde realiza su trabajo artístico,  en  cierta forma “se  rejuvenece con esas manifestaciones”.  Explica que para él sus obras no entran en la categoría de grafitis, sino que son arte en las calles. “Sigo lo que la pared me comunica o lo que me provoca el lugar”.

Daniel es el autor de la  Chanchocracia, que fue un  proyecto que consistió en la gráfica de dibujos de  chanchitos de colores en Urdesa, Samborondón y el centro. La idea,  plasmada en  2004   desencadenó pánico  social porque se pensó que  tenía relación con  pandillas.

Las obras las hace con pintura acrílica, rodillos, spray, rotuladores y plantillas, que  firma con las  iniciales D.A.G.
Andrés Fernández-Salvador, quien dibuja en los muros de la Alborada, pinta en construcciones abandonadas, en paredes donde hay   dibujos obscenos y donde están pintados escudos  de equipos de fútbol.   

Para él sus obras son una contribución social, porque elimina gráficos que no son educativos.  

Los gráficos obscenos o los que hacen alusión a las barras de un equipo  son actos  de destrucción “porque  son dibujos sin técnica”.

Trabaja de noche y a veces de día. Utiliza todo tipo de pinceles, brochas y materiales tradicionales. Recién está comenzando a explorar el spray, el cual tiene una forma más directa y expresiva.

Billy Soto es otro de los que hacen arte en los  muros. Su proyecto Art Symbols duró  seis meses (desde octubre del 2009 hasta marzo del 2010) para  investigar, desarrollar ideas y planificar con dueños de predios sus intervenciones.  

El es el autor de las obras la Monamouse y el discóbolo (Av. Francisco de Orellana), otro discóbolo y el David de Miguel Ángel (en las paredes de la piscina  Jorge Delgado).

Para María de Los Ángeles Custoja, profesora de estética y arte en  la Universidad Católica  de Guayaquil,  el grafiti es considerado como arte cuando   está dotado de técnica, carga ideológica y forma.

“Los buenos ‘grafiteros’ saben los lugares que escogen para plasmar sus obras, para evitar ser sancionados (por las autoriadades municipales)”.

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