Algunos textos escolares con más de 20 años de vigencia aún se utilizan como material de apoyo
Los libros que marcaron nuestra infancia
En las calles de Guayaquil, en los sitios de comercio informal o en algunos locales del mercado de las 4 Manzanas aún se puede observar la venta de Nacho, texto didáctico con el que muchos jóvenes y adultos aprendieron a leer.
El libro Nacho fue uno de los más utilizados en Ecuador, en él se comenzaba a conocer las vocales, las consonantes y como éstas formaban los fonemas. Su portada es inconfundible, un niño con camisa de color rojo, pantalones holgados, con sombrero de ala ancha, sentado y leyendo con su fiel amigo el perro.
El autor de este libro didáctico es el dominicano Melanio Hernández. Fue tan grande la acogida de su obra que se imprimió en Colombia, Perú y otros países de América Latina. La particularidad fue que en cada país se le ponía el gentilicio. Así hubo el Nacho dominicano, peruano, colombiano, venezolano y ecuatoriano, que fue en el que aprendimos a leer.
En esa misma época, a finales de los años 70 e inicio de los 80 se publicó Semillitas, otro de los tantos manuales con los que muchos aprendieron a leer. La psicóloga educativa Beatriz Cassinelli recuerda la frase “Mamá muele”, de uno de los personajes que integraban sus páginas. “Yo siempre que recuerdo me río porque me enseñaba la letra M. Además, tenía la imagen de una señora con un moño”.
Otro libro clásico de lectura es Coquito, en él aprendieron a leer quienes vivieron entre la época de los años 60 y 70, su autor es Everardo Zapata, quien publicó su obra en 1955 como ayuda para miles de niños de habla hispana. Actualmente se sigue publicando y es el refuerzo de muchos padres para enseñar a sus hijos.
Otro libro destacado fue la enciclopedia LNS, un libro pedagógico y que los padres compraban con mucho agrado. (I)
El Baldor sigue siendo el más solicitado
El Baldor, conocido así por estudiantes de secundaria, apareció en 1941, aunque muchos piensan que su autor es de origen árabe por el personaje que aparece en su portada, Aurelio Baldor es de nacionalidad cubana, fue un gran escritor, abogado y un magnífico profesor.
Este libro es uno de los más solicitados en la secundaria. Carlos Tutivén, un estudiante de arquitectura, dice que no existe alumno que no haya trabajado con ese texto. (I)